Rizpa, hija de Aja, tomó un poco de tela de silicio y la extendió para sí misma sobre una roca. Desde el comienzo de la cosecha hasta el momento en que llegaron las lluvias y se derramaron sobre los cuerpos, ella mantenía alejados a los pájaros durante el día y a los animales salvajes durante la noche.
Esto es lo que dice el Señor: El sabio no debe jactarse de su sabiduría. El fuerte no debe presumir de su fuerza. El rico no debe presumir de sus riquezas.
“Hijo de hombre, dile al gobernante de Tiro que esto es lo que dice el Señor Dios: Estás muy orgulloso de ti mismo, diciendo: ‘¡Soy un dios! Me siento en mi trono como un dios en medio del mar’. Pero sólo eres un hombre. No eres un dios, aunque te creas uno.
Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, gritando a gran voz a todas las aves que vuelan en el cielo: “Vengan y reúnanse para la gran fiesta de Dios.
Los hombres de la guarnición llamaron a Jonatán y a su escudero: “¡Suban aquí y les mostraremos un par de cosas!”. “Sígueme arriba”, dijo Jonatán a su escudero, “porque el Señor los ha entregado a Israel”.
Hoy el Señor te entregará en mis manos, y yo te derribaré; te cortaré la cabeza y entregaré los cadáveres de los soldados filisteos a las aves y a los animales salvajes. Entonces todo el mundo sabrá que hay un Dios que actúa por Israel.