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1 Reyes 21:27 - Versión Biblia Libre

27 En cuanto Acab escuchó este mensaje, se rasgó las vestiduras, se vistió de cilicio y ayunó. Incluso se acostó en tela de silicio, y caminaba arrepentido.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

27 Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Sin embargo, cuando Acab escuchó este mensaje, rasgó su ropa, se vistió de tela áspera e hizo ayuno. Hasta dormía vestido de tela áspera y andaba de luto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Al oír las palabras de Elías, Ajab rasgó su ropa, se vistió de saco y ayunó; dormía con el saco puesto y andaba cabizbajo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestiduras, puso cilicio sobre su cuerpo, y ayunó y se acostó con el cilicio, y anduvo abatido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Al oír Ajab todas estas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un saco sobre la carne y ayunó. Se acostaba con el saco puesto y andaba abatido.

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1 Reyes 21:27
18 Referans Kwoze  

Entonces Jacob rasgó sus ropas en señal de lamento y se vistió con un saco. Lloró la muerte de su hijo durante mucho tiempo.


Entonces David les ordenó a Joab y a todos los que estaban allí: “Rasguen sus ropas, pónganse silicio y hagan duelo por Abner”. El mismo rey David siguió el cuerpo mientras lo llevaban a la tumba.


Entonces el Señor envió un mensaje a Elías tisbita:


Entonces Eliaquim, hijo de Jilquías, el administrador del palacio, Sebná, el escriba, y Joa, hijo de Asaf, el secretario, fueron a Ezequías con las ropas rasgadas, y le contaron lo que había dicho el general del ejército asirio.


Cuando Ezequías lo oyó, se rasgó las vestiduras, se vistió de cilicio y entró en el Templo del Señor.


Cuando el rey oyó lo que decía la mujer, se rasgó las vestiduras. Al pasar por la muralla, la gente vio que llevaba un sayo debajo de la ropa junto a su piel.


Cuando David levantó la vista y vio al ángel del Señor de pie entre la tierra y el cielo, con su espada desenvainada extendida sobre Jerusalén, David y los ancianos, vestidos de saco, cayeron sobre sus rostros.


He sembrado tela de silicio para cubrir mi piel; mi fuerza yace rota en el polvo.


Cuando el pueblo escuchó estas palabras de crítica, se pusieron de luto y no se pusieron sus joyas.


En ese momento el Señor, el Señor Todopoderoso, los invitaba a llorar y lamentarse; a que se afeitaran la cabeza y se vistieran de cilicio.


“Pero, ¿qué puedo decir? Él me dijo lo que iba a pasar, y él mismo lo hizo. Caminaré en silencio el resto de mi vida por la dolorosa experiencia que he vivido.


A pesar de escuchar todos estos mensajes, el rey y sus asistentes no se asustaron ni se rasgaron las vestiduras por el remordimiento.


¡Vístanse de silicio sacerdotes, y giman! ¡Lloren ustedes, los que ministran ante el altar! Vayan y pasen la noche vestidos con silicio, ministros de mi Dios, porque las ofrendas de grano y vino han cesado en el Templo.


Y Dios vio lo que habían hecho, y que abandonaron sus malos caminos, y cambió de parecer, y no llevó a cabo la destrucción que había anunciado.


Cuando las noticias llegaron al rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se quitó la túnica, se vistió de silicio y se sentó en cenizas.


“Le daré poder a mis dos testigos, y profetizarán durante 1.260 días, vestidos de silicio”.


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