Hebreos 7:26 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia26 Nos convenía tener un Sumo Sacerdote así: santo, que no tiene maldad, puro, sin pecado y exaltado sobre los cielos; Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 196026 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente26 Él es la clase de sumo sacerdote que necesitamos, porque es santo y no tiene culpa ni mancha de pecado. Él ha sido apartado de los pecadores y se le ha dado el lugar de más alto honor en el cielo. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)26 Así había de ser nuestro sumo sacerdote: santo, sin ningún defecto ni pecado, apartado del mundo de los pecadores y elevado por encima de los cielos. Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion26 Porque tal Sumo Sacerdote nos convenía: Santo, inocente, incontaminado, separado de los pecadores, y exaltado por encima de los cielos; Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 197526 Tal es también el sumo sacerdote que nos era conveniente: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Gade chapit la |
El Hijo refleja perfecta y constantemente la brillante belleza de la gloria, la esencia de lo que Dios es, la evidencia de la realidad sustancial de Dios, y sustenta todas las cosas con su poderosa palabra. Después de haber hecho la purificación de los pecados, tomó su lugar de honor y se sentó a la derecha de la majestad de Dios en los altos cielos.
Por eso se hizo semejante en todo a sus hermanos, vivió de manera integral y se identificó por misericordia con los seres humanos, y es un Sumo Sacerdote en quien podemos confiar, pues es compasivo en su servicio a Dios, de esta manera Jesús pudo ofrecer un sacrificio que quita los pecados de toda la humanidad.
¡la sangre de Cristo puede hacer muchísimo más, es mucho más poderosa y significativa! Él se ofreció a Dios como un sacrificio perfecto por el Espíritu eterno. Su sangre purifica nuestra conciencia del mal que hemos hecho, purifica nuestro ser por completo, para que así podamos adorar al Dios viviente.