Cualquiera que diga una palabra injuriosa contra el Hijo del Hombre, podrá recibir perdón; pero el que cierre su corazón a la acción de Dios a través del Espíritu Santo, que convence del pecado, y genera la consciencia del arrepentimiento, no recibirá perdón, ni ahora, ni nunca, ya que de esto se trata la blasfemia contra el Espíritu Santo.
porque Herodes tenía miedo de Juan, pues sabía que él era un hombre justo y santo, así que lo protegía, e incluso le gustaba escucharlo, se quedaba impresionado con él y hasta le tenía mucho respeto.
Las semillas que cayeron en terreno pedregoso son aquellos que con gozo recibieron la palabra, creen por algún tiempo, pero como no tienen profundidad para discernirla y entenderla, vienen los tiempos de prueba y se secan y mueren ante los desafíos de la vida.
Por la fe, entendemos que el mundo fue traído a la existencia por la palabra Dios. Esto significa que las cosas que no se veían, ahora se ven, lo visible a partir de lo invisible.
Porque la palabra de Dios es viva, eficaz, poderosa y es más cortante que una espada de dos filos, que penetra con tanta profundidad que llega hasta la división del alma y del espíritu, articulaciones y médula, e incluso juzga los pensamientos e intenciones del corazón.
Estas personas en el pasado se escaparon de las contaminaciones del mundo por el conocimiento íntimo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pero volvieron a caer por las contaminaciones pecaminosas del pasado, y ahora su condición de pecado es peor que antes.