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Mateo 26:39 - Palabra de Dios para ti 2022

39 Fue un poco más adelante, se postró sobre su rostro y habló con Dios: ¡Padre mío, si es posible pase de Mí esta copa! Pero no como Yo quiero, sino como Tú quieras.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: 'Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Y yendo un poco más adelante, cayó sobre su rostro, y orando dijo: ¡Padre mío, si es posible pase de mí esta copa!° pero no como Yo quiero, sino como Tú.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 Y adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba diciendo: '¡Padre mío: si es posible, que pase de mí este cáliz! Pero no sea como yo quiero sino como quieres tú'.

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Mateo 26:39
27 Referans Kwoze  

Entonces Abram se postró sobre su rostro. ʼElohim le habló:


Pero si dice: No me complazco en ti, aquí estoy. Que haga de mí lo que le parezca bien.


Al levantar David sus ojos, vio al Ángel de Yavé, quien estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén. Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de tela áspera.


ʼAdonay Yavé me abrió el oído. No fui rebelde ni me volví atrás.


Por tanto, Yo le daré parte con los grandes. Con los fuertes repartirá despojos por cuanto derramó su vida hasta la muerte. Fue contado entre los pecadores, después que cargó el pecado de muchos y oró por los transgresores.


Se parecía al arco que suele aparecer en la nube en día de lluvia. Tal era la apariencia del resplandor alrededor de Él. Tal fue la visión de la apariencia de la gloria de Yavé. Cuando la vi, caí sobre mi rostro. Entonces oí una voz que hablaba.


Entonces Moisés y Aarón cayeron sobre sus rostros delante de toda la asamblea de la congregación de los hijos de Israel.


Pero ellos cayeron sobre sus rostros, y dijeron: ¡ʼElohim, ʼElohim del espíritu de todo ser humano! ¿No es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué te enojas contra toda la congregación?


Jesús respondió: No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo voy a beber? Le contestaron: Podemos.


Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas. Harán grandes señales y prodigios, si fuera posible hasta engañar aun a los escogidos.


Fue de nuevo y habló con Dios por segunda vez: ¡Padre mío, si esto no puede pasar sin que lo beba, sea hecha tu voluntad!


Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas. Mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar a los escogidos, si fuera posible.


Se postró a sus pies y le daba gracias. Era un samaritano.


Quitaron la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos y dijo: ¡Padre, te doy gracias porque me escuchaste!


Pero hablo esto para que el mundo sepa que amo al Padre, y hago lo que el Padre me mandó. ¡Levántense, vámonos de aquí!


Entonces Jesús dijo a Pedro: Mete la espada en la vaina. ¿Tú quieres qué de ningún modo beba la copa que el Padre me dio?


Jesús declaró: En verdad, en verdad les digo: El Hijo nada puede hacer por iniciativa propia, sino lo que ve que el Padre hace. Lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo.


Yo nada puedo hacer por iniciativa propia. Como oigo, juzgo. Mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de Quien me envió.


Porque no descendí del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad de Quien me envió.


Cuando Pedro entraba, Cornelio salió a recibirlo. Se postró a sus pies y lo adoró.


Él mismo se humilló y obedeció hasta la muerte de cruz.


Cuando estaba en la tierra, Cristo presentó ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado a causa de la sumisión reverente.


Caí ante sus pies para adorarlo, pero me dijo: ¡Mira, no! Soy consiervo tuyo y de tus hermanos, de los que retienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.


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