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Lucas 13:34 - Palabra de Dios para ti 2022

34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como una gallina a sus polluelos bajo sus alas, y no quisiste!

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Biblia Reina Valera 1960

34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 »¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo de sus alas, y tú no has querido!

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 ¡Jerusalem, Jerusalem, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas, y no quisisteis!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 ¡Jerusalén, Jerusalén: la que mata a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas! Pero vosotros no quisisteis.

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Lucas 13:34
46 Referans Kwoze  

Aun así desobedecieron Y se rebelaron contra ti. Echaron tu Ley tras sus espaldas, Asesinaron a tus profetas que testificaban Contra ellos para acercarlos a Ti E hicieron grandes repugnancias.


Pero Tú los soportaste muchos años, Y testificaste contra ellos por medio de tu Espíritu, a través de tus profetas. Sin embargo, no dieron oído. Por tanto, los entregaste En la mano de los pueblos de la tierra.


Alégrese Israel en su Hacedor. Regocíjense en su Rey los hijos de Sion.


Guárdame como a la pupila de tus ojos, Escóndeme bajo la sombra de tus alas


¡Oh ʼElohim, cuán preciosa es tu misericordia! Por eso los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.


Ten compasión de mí, oh ʼElohim. Ten compasión de mí. Porque mi alma confía en Ti, Y en la sombra de tus alas me amparo Hasta que pase la destrucción.


¡Oh, si mi pueblo me escuchara! ¡Que Israel anduviera en mis caminos!


Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas te refugiarás. Escudo y adarga es su verdad.


Porque ʼAdonay Yavé, el Santo de Israel, dice: En regresar a Mí y tener calma, serán salvos. En quietud y confianza está su fortaleza. Pero no quisieron.


¿Por qué cuando Yo vengo no hay alguien y cuando llamo nadie responde? ¿Se acortó mi mano para redimir? ¿No tengo ya fuerza para salvar? En verdad, por mi reprensión se seca el mar. Convierto los ríos en desierto. Sus peces mueren de sed y hieden por la falta de agua.


En vano azoté a los hijos de ustedes. Ellos no recibieron corrección. La espada de ustedes devoró a sus profetas, como un león destructor.


Allí capturaron a Urías. Lo sacaron de Egipto y lo llevaron ante el rey Joacim, quien lo mató a espada y echó su cadáver en los sepulcros de los hijos del pueblo.


La palabra de Jonadab, hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebieran vino, fue obedecida y no lo bebieron hasta hoy, por obedecer el mandamiento de su padre. Sin embargo, Yo les he hablado a ustedes de madrugada y sin cesar, y no me escucharon.


Por tanto Yavé, ʼElohim de las huestes, ʼElohim de Israel, dice: Ciertamente Yo traigo sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén todo el mal que hablé contra ellos, por cuanto les hablé y no escucharon. Los llamé, y no respondieron.


Yavé dice: Deténganse en los caminos y miren. Pregunten por las sendas antiguas, cuál es el camino bueno. Anden por él y hallen descanso para sus almas. Pero ellos dijeron: No andaremos por él.


Por estas cosas yo lloro. Mis ojos se deshacen en agua, Porque lejos de mí está un consolador Quien restituya mi alma. Mis hijos están desconsolados Porque prevaleció el enemigo.


A causa de los pecados de sus profetas Y de las iniquidades de sus sacerdotes, Los cuales derramaron en medio de ella La sangre de los justos.


Cuanto más los llamaba, tanto más se alejaban de mi Presencia. Continuaban los sacrificios a los baales y quemaban incienso a los ídolos.


Mi pueblo está inclinado a apartarse de Mí. Aunque me llaman el Altísimo, ninguno en absoluto me exalta.


¡Alégrense, oh hijos de Sion y regocíjense en Yavé su ʼElohim! Porque en su justicia les da la lluvia, la temprana y la tardía como antes.


No sean como sus antepasados, a quienes los primeros profetas proclamaron: Yavé de las huestes dice: Regresen ahora de sus malos caminos y de sus malas obras. Pero no escucharon, ni me atendieron, dice Yavé.


Envió a sus esclavos a llamar a los invitados a la fiesta de bodas, pero no quisieron ir.


y los demás detuvieron a los esclavos enviados, los maltrataron y los mataron.


Entonces se enojó y no quería entrar. Así que su padre salió y le rogaba.


te arrasarán con tus hijos dentro de ti y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no reconociste el tiempo de tu supervisión.


Pero Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí, sino lloren por ustedes y por sus hijos.


¿A cuál de los profetas no persiguieron los antepasados de ustedes? Mataron a los que predijeron la venida del Justo. Lo traicionaron y asesinaron.


Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba: ¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!


Saulo estuvo de acuerdo con este asesinato. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria, excepto los apóstoles.


¡Quién diera que fueran sabios para entender esto! ¡Que ellos entendieran su futuro!


¡Oh si ellos tuvieran tal corazón que me temieran y guardaran siempre mis Mandamientos para que les vaya bien a ellos y a sus hijos para siempre!


Los cadáveres de los dos testigos estarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, que figuradamente se llama Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos.


Yavé recompense tu obra. Tu remuneración sea completa de parte de Yavé, el ʼElohim de Israel, bajo cuyas alas viniste a refugiarte.


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