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Levítico 26:31 - Palabra de Dios para ti 2022

31 Convertiré sus ciudades en ruinas. Destruiré sus santuarios. No aceptaré el aroma aplacador de sus sacrificios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 Haré desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la fragancia de vuestro suave perfume.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Haré que sus ciudades queden desoladas y destruiré sus lugares de culto pagano. No me agradaré de sus ofrendas, las cuales deberían ser un aroma agradable para mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Reduciré a escombros sus ciudades y devastaré sus santuarios, no me agradará más el perfume de sus sacrificios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Pondré vuestras ciudades en ruina, destruiré vuestros santuarios y no oleré más el aroma aplacador de vuestros sacrificios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Convertiré vuestras ciudades en montones de ruinas, derribaré vuestros santuarios y no aspiraré ya más vuestros aromas calmantes.

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Levítico 26:31
45 Referans Kwoze  

Yavé percibió el grato olor y dijo en su corazón: No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la inclinación del corazón del hombre es perversa desde su juventud. No volveré, por tanto, a cortar a todo ser viviente como hice.


pero porque tu corazón se enterneció, te humillaste delante de Yavé al escuchar lo que hablé contra este lugar y sus habitantes, que ellos serán una desolación y maldición, y tú rasgaste tus ropas y lloraste delante de Mí, Yo también escuché, dice Yavé.


Quemaron la Casa de ʼElohim y destruyeron el muro de Jerusalén. Incendiaron todos los edificios fortificados y destruyeron todos los objetos valiosos que había en ella.


Me dijeron: Los del remanente que quedan de la cautividad allí en la provincia están en gran angustia y humillación. El muro de Jerusalén está lleno de brechas y sus puertas fueron devastadas por el fuego.


Entonces les dije: Ustedes ven el mal en el cual estamos, cómo Jerusalén está destruida y sus puertas devastadas por el fuego. ¡Vengan y reedifiquemos el muro de Jerusalén, para que ya no estemos en oprobio!


y respondí al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no debe estar triste mi semblante cuando la ciudad donde están los sepulcros de mis antepasados está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?


Su tierra está asolada, sus ciudades incendiadas, su suelo devorado por extranjeros en presencia de ustedes, asolada como con desolación de extraños.


Entonces pregunté: ¿Hasta cuándo, ʼAdonay? Y Él respondió: Hasta cuando las ciudades estén devastadas y sin habitantes, no haya gente en las casas y la tierra esté absolutamente desolada,


Por poco tiempo tu pueblo santo poseyó tu Santuario. Nuestros enemigos lo pisotearon.


No te aíres en exceso, oh Yavé. No te acuerdes para siempre de la iniquidad. Mira, te ruego, todos nosotros somos pueblo tuyo.


El que mata un buey es como el que mata a un hombre. El que sacrifica un cordero es como el que desnuca un perro. El que da ofrenda vegetal es como el que ofrece sangre de cerdo. El que invoca y ofrece incienso es como el que bendice a un ídolo. Todos ellos escogieron sus procedimientos, y sus almas se deleitan en sus repugnancias.


Pero si no escuchan estas Palabras, por Mí mismo juré, dice Yavé, que esta casa será desolada.


Entonces Yo haré a esta Casa lo que causé en Silo. Esta ciudad será una maldición para todas las naciones de la tierra.


¿Por qué profetizaste en Nombre de Yavé y dijiste: Esta Casa será como Silo, y esta ciudad será desolada hasta no quedar habitante? Y todo el pueblo se reunió contra Jeremías en la Casa de Yavé.


Miré, y en verdad la tierra fértil era un desierto. Todas sus ciudades fueron destruidas ante la Presencia de Yavé, ante el ardor de su ira.


Porque Yavé dice: Toda la tierra será asolada, pero no la destruiré por completo.


El león sube de la espesura. El destructor de naciones está en marcha. Salió de su lugar para convertir tu tierra en desolación. Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitante.


Yavé de las huestes, ʼElohim de Israel, dice: Ustedes vieron todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Pues miren, hoy son una desolación y nadie vive allí


Por tanto mi ira y mi furor fueron derramados y ardieron en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, de modo que se convirtieron en un desierto y una desolación, como son hoy.


Quemó la Casa de Yavé, el palacio real y todas las casas de Jerusalén. Destruyó con fuego todo edificio grande.


Convertiré a Jerusalén en una pila de escombros y una guarida de chacales, y a las ciudades de Judá en una desolación sin habitante.


¡Cómo quedó asolada la ciudad populosa! La grande entre las naciones es como una viuda. La señora de las provincias es tributaria.


El adversario extendió su mano Sobre todos sus tesoros. Porque ella vio entrar a los gentiles en su Santuario, Aquellos a quienes diste orden de no entrar en tu congregación.


Trató violentamente su Tabernáculo como un huerto. Destruyó su lugar de reunión. Canceló las fiestas señaladas y los sábados Para que se olvidaran en Sion. En el ardor de su furor despreció al rey y al sacerdote.


ʼAdonay repudió su altar. Abandonó su Santuario. Entregó los muros de sus palacios en manos del enemigo. Ellos producen un ruido en la Casa de Yavé Como en los días de fiesta señalada.


Las ciudades habitadas quedarán devastadas y la tierra será una desolación. Y sabrán que Yo soy Yavé.


Entregué la espada brillante para que desmaye el corazón y se multipliquen los muertos en todas sus puertas. ¡Ay! Dispuesta está para que relumbre, preparada para degollar.


Cuando te pregunten: ¿Por qué gimes? dirás: Por causa de una noticia que cuando llegue desfallecerá todo corazón. Todas las manos se debilitarán. Todo espíritu se angustiará y toda rodilla se aflojará como el agua. Ciertamente viene y se cumplirá, dice ʼAdonay Yavé.


Dí a la Casa de Israel: ʼAdonay Yavé dice: Ciertamente voy a profanar mi Santuario, que es la exaltación, la fuerza de ustedes, el deseo de sus ojos y deleite de su alma. Sus hijos y sus hijas que queden caerán a espada.


Las ciudades serán asoladas en todos los lugares donde vivan. Los lugares altos serán asolados hasta que queden arruinados, sus quemaderos de incienso destruidos, sus ídolos quebrados y destruidos, y sus imágenes del sol destruidas. Sus obras serán deshechas.


al anciano, al joven, a la doncella, a los niños y a las mujeres. Mátenlos hasta exterminarlos. Pero no toquen a ninguno en quien esté la señal. Comiencen por mi Santuario. Así que comenzaron por los ancianos que estaban delante del Templo.


Entonces el rey Nabucodonosor se postró, hizo reverencia a Daniel y mandó que le ofrecieran presentes e incienso.


Los lugares altos de Isaac serán destruidos, las cosas sagradas de Israel serán desoladas, y me levantaré con la espada contra la casa de Jeroboam.


Por tanto, por causa de ustedes, Sion será arada como un campo, Jerusalén será una pila de ruinas, y la Montaña del Templo como colinas de escaso bosque.


Yo destruí naciones, sus torreones están en ruinas. Dejé desiertas sus calles hasta no quedar quien pase. Sus ciudades están devastadas, sin hombre, sin habitante.


Caerán a filo de espada, serán esparcidos como cautivos a todas las naciones y Jerusalén será hollada por gentiles hasta que sean cumplidos los tiempos de ellos.


Porque lo oímos cuando dijo que este Jesús nazareno destruirá este lugar y cambiará las costumbres que Moisés nos transmitió.


Porque si continuamos voluntariamente en el pecado, después de recibir el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados,


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