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Levítico 13:45 - Palabra de Dios para ti 2022

45 Las ropas del leproso que tenga la infección serán rasgadas y su cabeza será descubierta. Se cubrirá hasta el bigote y pregonará: ¡Impuro! ¡Impuro!

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Biblia Reina Valera 1960

45 Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

45 »Los que sufran de una enfermedad grave de la piel deberán rasgar su ropa y dejar su cabello sin peinar. Tienen que cubrirse la boca y gritar: “¡Impuro! ¡Impuro!”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

45 El leproso que tiene llaga de lepra llevará los vestidos rasgados e irá despeinado; se cubrirá hasta el bigote y tendrá que gritar: '¡Impuro, impuro!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

45 Los vestidos del leproso que tenga la llaga estarán rasgados y su cabeza desgreñada. Se tapará hasta el bigote y pregonará: ¡Impuro! ¡Impuro!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

45 Los leprosos llevarán los vestidos desgarrados, irán despeinados, se cubrirán la barba e irán gritando: ¡impuro, impuro!

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Levítico 13:45
24 Referans Kwoze  

Cuando Rubén volvió a la cisterna, no halló a José allí. Entonces rasgó sus ropas,


Entonces Tamar echó ceniza sobre su cabeza, rasgó la túnica de amplias mangas que llevaba puesta, salió y gritaba con las manos sobre la cabeza.


Había cuatro leprosos en la entrada de la puerta. Se dijeron: ¿Por qué nos quedamos aquí hasta morir?


Entonces Job se levantó, rasgó su manto y se rapó la cabeza. Cayó a la tierra, adoró


me aborrezco, me arrepiento y me echo en polvo y ceniza.


Porque yo reconozco mis transgresiones. Mi pecado está siempre delante de mí.


Mira que en iniquidad fui formado, Y en pecado me concibió mi madre.


Apártense, apártense, salgan de allí. No toquen cosa impura. Salgan de en medio de ella. Purifíquense los que llevan los utensilios de Yavé.


Entonces dije: ¡Ay de mí porque estoy muerto! Porque soy hombre de labios impuros. Vivo en medio de un pueblo que tiene labios impuros. ¡Y mis ojos vieron al Rey Yavé de las huestes!


Todos nosotros somos como suciedad, todas nuestras obras de justicia como trapo de menstruo. Todos nosotros nos marchitamos como hojas, y nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.


Estamos tendidos en nuestra vergüenza. Nuestra afrenta nos cubre porque pecamos contra Yavé nuestro ʼElohim. Nosotros y nuestros antepasados desde nuestra juventud hasta hoy no obedecimos la voz de Yavé nuestro ʼElohim.


Ni el rey ni alguno de sus magistrados que oyeron aquellas palabras tuvieron temor ni rasgaron sus ropas.


Gritaban: ¡Apártense, estoy impuro! ¡Apártense, no me toquen! Así que huyeron y vagaron. Entre los gentiles les decían: ¡No morarán más aquí!


Gime en silencio, no hagas el lamento por los muertos, átate el turbante y ponte las sandalias en tus pies. No te cubras el labio ni comas pan de duelo.


Entonces harán lo que yo hice. No se cubrirán su labio, ni comerán pan de duelo.


Rasguen su corazón, y no sus ropas. Regresen a Yavé su ʼElohim, Quien es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo.


Entonces Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: No descubran sus cabezas ni rasguen sus ropas para que Él no se aíre contra toda la congregación. Pero que sus hermanos, toda la casa de Israel, llore por el incendio que Yavé hizo.


es leproso. Está impuro. El sacerdote lo declarará impuro. Tiene la infección en su cabeza.


El que entre sus hermanos sea sumo sacerdote, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción y fue investido para llevar las ropas, no descubrirá su cabeza ni rasgará sus ropas.


Los videntes serán avergonzados, los adivinos confundidos. Todos ellos tendrán su boca cerrada porque no hay respuesta de ʼElohim.


Ordena a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, a todo afectado de gonorrea y con muerto.


Cuando Él entró en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, quienes se pararon a una distancia.


Al ver esto Simón se postró ante Jesús y exclamó: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!


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