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Jueces 9:15 - Palabra de Dios para ti 2022

15 Y la zarza dijo a los árboles: ¡Si en verdad quieren ungirme Como reina de ustedes, Vengan a refugiarse bajo mi sombra! De lo contrario, salga fuego de la zarza Y devore los cedros del Líbano.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Y el espino les respondió a los árboles: “Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Y la zarza espinosa respondió a los árboles: 'Si realmente quieren hacerme rey y que los mande, vengan y quédense bajo mi sombra. Si no, saldrá fuego de la zarza espinosa y devorará hasta el cedro del Líbano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Y la zarza dijo a los árboles: ¡Si en verdad queréis ungirme por rey sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra! De lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Y la zarza respondió a los árboles: 'Si de verdad me queréis ungir para que reine sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano''.

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Jueces 9:15
19 Referans Kwoze  

Jeoás, rey de Israel, envió a decir a Amasías, rey de Judá: El cardo del Líbano envió a decir al cedro del Líbano: Da tu hija como esposa a mi hijo. Pasó una fiera salvaje del Líbano y pisoteó el cardo.


Los árboles de Yavé beben su savia, Los cedros del Líbano que Él plantó,


Voz de Yavé que quiebra los cedros, Yavé destroza los cedros del Líbano.


El fuerte será como estopa, y su obra como chispa. Ambos arderán juntos, y no habrá quien los apague.


contra todos los cedros altos y erguidos del Líbano y todos los robles de Basán,


quienes salen para bajar a Egipto a buscar la protección de Faraón y refugiarse en la sombra de Egipto!


Por medio de tus esclavos afrentaste a ʼAdonay y dijiste: Con la multitud de mis carrozas subí a las alturas de las montañas, a lo más inaccesible del Líbano. Talé sus más altos cedros y sus mejores cipreses. Llegué hasta el último de sus refugios, hasta lo más denso de su bosque.


El aliento de nuestras fosas nasales, El Ungido de Yavé, De quien dijimos: Bajo su sombra viviremos entre los gentiles, Fue atrapado en sus fosas.


Una de sus ramas produjo el fuego que consumió su fruto. No queda en ella vara fuerte para cetros de soberanos. Ésta es una lamentación y se convirtió en una lamentación.


Ciertamente como Asiria, a un cedro del Líbano de hermosas ramas, frondoso ramaje y gran altura, cuya copa está entre las nubes.


Su follaje era hermoso, su fruto abundante y había alimento para todos en él. Las bestias del campo hallaban abrigo debajo de él, y las aves del cielo moraban en sus ramas. Todo ser viviente se alimentaba de él.


Regresarán y se sentarán bajo su sombra. Serán revividos como el grano y crecerán como una vid. Su aroma será como la del vino del Líbano.


Porque salió fuego de Hesbón, Y una llama de la plaza fuerte de Sehón Que consumió a Ar de Moab, A los señores de las alturas del Arnón.


la cual en verdad es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es la mayor de las hortalizas. Es un árbol de tal tamaño que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.


Todos los árboles dijeron a la zarza: ¡Ven tú, sé nuestra reina!


Ahora pues, si procedieron a ungir a Abimelec como su rey de buena fe e integridad, si obraron bien con Jerobaal y con su casa y si lo trataron según la obra de sus manos,


Pero si no, entonces que salga fuego de Abimelec y consuma a los hombres de Siquem y de Bet-milo, y que de los hombres de Siquem y de Bet-milo salga fuego que consuma a Abimelec.


Abimelec y la tropa que estaba con él se desplegaron y se pararon en la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los mataron.


Todo el pueblo cortó también su rama, y cada uno siguió a Abimelec. Las pusieron contra la fortaleza, prendieron fuego a la fortaleza con ellas, de modo que todos los habitantes de la torre de Siquem murieron, unos 1.000 entre hombres y mujeres.


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