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Jeremías 5:3 - Palabra de Dios para ti 2022

3 Oh Yavé, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los castigaste, pero no les dolió. Los consumiste, pero se negaron a recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca. Rehúsan regresar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Señor, tú estás buscando la honradez. Golpeaste a tu pueblo, pero no prestó atención. Los has aplastado, pero se negaron a ser corregidos. Son tercos, de caras duras como piedra; rehusaron arrepentirse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Les has herido, pero no han sentido; los has aplastado, pero no han querido aprender la lección. Han endurecido su frente como una roca y se han negado a convertirse.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 ¡Oh YHVH!, ¿acaso tus ojos no buscan° la verdad? Los castigaste, pero no se dolieron,° Los consumiste, pero se negaron a recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca, Rehúsan volverse a ti.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.

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Jeremías 5:3
45 Referans Kwoze  

Sucedió al día siguiente que la primogénita dijo a la más joven: Mira, anoche me uní con mi padre. Hagámosle beber vino también esta noche y vé, únete con él y preservemos descendencia de nuestro padre.


Después de este suceso, Jeroboam no se devolvió de su mal camino, sino volvió a designar sacerdotes de entre la gente común para los lugares altos. Investía a quien deseaba, y así era sacerdote de los lugares altos.


Volvió a enviar un tercer jefe de 50 con sus 50. Pero el tercer jefe de 50 subió, se postró de rodillas delante de Elías y le suplicó: Varón de ʼElohim, te ruego que mi vida y la vida de estos 50 esclavos tuyos sea valiosa ante ti.


Porque los ojos de Yavé contemplan toda la tierra, para ayudar a aquellos cuyo corazón es íntegro ante Él. ¡Locamente actuaste en esto, y de ahora en adelante habrá guerras contra ti!


En el tiempo de su aflicción, el rey Acaz aumentó su infidelidad a Yavé,


Mira que Tú deseas verdad en lo íntimo, Y en la parte secreta me harás conocer sabiduría.


¡Hazme oír gozo y alegría! ¡Regocíjense los huesos que humillaste!


El inicuo extiende sus manos Contra los que estaban en paz con él. Viola su pacto.


El perverso se presenta desafiante, Pero el recto examina su camino.


Los ojos de Yavé velan por la verdad, Y Él descubre el engaño de los traicioneros.


Y dirás: Me golpearon y no me dolió, Me azotaron, pero no lo sentí. Cuando despierte, lo volveré a buscar.


Aunque machaques al necio con el pisón del mortero entre el grano partido, Su necedad no se apartará de él.


Oh Yavé, tu mano está levantada, pero ellos no la miran. La mirarán al fin y los que envidian a tu pueblo se avergonzarán. Fuego consumirá a tus enemigos.


Por tanto, descargó sobre él el ardor de su ira, el furor de la guerra. Lo rodeaban sus llamas, pero no entendió. Lo consumió, pero no hizo caso.


Porque sé que eres obstinado. Tu nuca es un tendón de hierro y tu frente es de bronce.


Pero el pueblo no se vuelve al que lo castiga, ni busca a Yavé de las huestes.


Los aventaré con un aventador hasta las puertas de la tierra, y los privaré de hijos. Destruiré a mi pueblo, porque no se devolvieron de sus caminos.


Pero ellos no escucharon, ni inclinaron su oído, sino se volvieron indómitos para no escuchar ni recibir corrección.


Yavé de las huestes, ʼElohim de Israel, dice: Ciertamente Yo traigo sobre esta ciudad y todas sus aldeas toda calamidad que pronuncié contra ella, porque se volvieron indómitos para no escuchar mis Palabras.


En vano azoté a los hijos de ustedes. Ellos no recibieron corrección. La espada de ustedes devoró a sus profetas, como un león destructor.


Por tanto, las lluvias fueron retenidas, no hubo lluvias tardías. Sin embargo, tuviste el descaro de prostituta. Te negaste a avergonzarte.


Grande en consejo, y poderoso en obra. Porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus procedimientos y el fruto de sus obras.


Yavé de las huestes, ʼElohim de Israel, dice: Vé y dí a los varones de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No aprenderán ustedes a obedecer mis Palabras? dice Yavé.


Hasta hoy no se humillaron, ni tuvieron temor, ni andan en mi Ley ni en mis Estatutos, los cuales expuse delante de ustedes y de sus antepasados.


Pero no me escucharon ni inclinaron su oído. Más bien se volvieron indómitos, y fueron peores que sus antepasados.


Por tanto les dirás: Ésta es la nación que no escucha la voz de Yavé su ʼElohim, ni admite corrección. Pereció la verdad. Fue cortada de la boca de ellos.


¿Por qué apostata este pueblo, Jerusalén, con perpetua apostasía? Se aferran al engaño, rehúsan regresar.


Los hijos a quienes te envío son descarados y duros de corazón. Les dirás: ʼAdonay Yavé dice:


Hay perversidad en tu impureza, porque intenté purificarte, pero no estás purificada. No serás purificada de tu impureza hasta que Yo descargue mi furor sobre ti.


Como está escrito en la Ley de Moisés, toda esta calamidad vino sobre nosotros. No imploramos el favor de Yavé nuestro ʼElohim, no nos apartamos de nuestra iniquidad, ni pusimos atención a tu verdad.


Si con estas cosas no se enmiendan ante Mí, sino continúan su camino en oposición contra Mí,


Les envié la mortandad y maté a espada a sus jóvenes junto con sus caballos capturados. Hice que la hediondez de su campamento subiera a sus fosas nasales, pero no regresaron a Mí, dice Yavé.


Los destruí como ʼElohim destruyó a Sodoma y Gomorra. Fueron como un tizón salvado de la llama, pero no se volvieron a Mí, dice dice Yavé.


Pero yo también les di limpieza de dientes en todas sus ciudades y carencia de pan en todas sus aldeas. Sin embargo, no regresaron a Mí, dice Yavé.


De dos o tres pueblos iban a otro para beber agua, y no se saciaban, pero no se volvieron a Mí, dice Yavé.


Los golpeé con ráfagas de viento y con honguillo. La persistente langosta devoró sus huertos y sus viñas, higueras y olivos, pero no regresaron a Mí, dice Yavé.


Dije: Ciertamente me temerá, aceptará corrección y no será destruida su vivienda, a pesar de todo lo que determiné con respecto a ella. Pero ellos anhelaban pervertir todas sus obras.


Sabemos que el justo juicio de Dios sobre los que practican tales cosas es verdadero.


Además, tuvimos a nuestros padres terrenales quienes nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No nos someteremos mucho más al Padre de los espíritus para que vivamos?


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