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Jeremías 23:11 - Palabra de Dios para ti 2022

11 Porque tanto el profeta como el sacerdote están contaminados. Aun en mi Casa hallo sus perversidades, dice Yavé.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 «Aun los sacerdotes y los profetas son hombres malvados que no tienen a Dios. He visto sus hechos despreciables aquí mismo en mi propio templo —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Hasta el profeta y el sacerdote se han vuelto impíos, y en mi propia Casa me he topado con su maldad, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Profetas y sacerdotes, ambos son impíos. En mi propia Casa encuentro sus maldades, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Profetas y sacerdote son impíos, en mi propia casa encontré su maldad -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 23:11
24 Referans Kwoze  

También edificó altares a toda la hueste del cielo en los dos patios de la Casa de Yavé.


Además puso la imagen tallada del ídolo que hizo en la Casa de ʼElohim, de la cual ʼElohim dijo a David y su hijo Salomón: En esta Casa y en Jerusalén, la cual Yo escogí entre todas las tribus de Israel, estará mi Nombre para siempre.


También todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron la infidelidad al actuar según las repugnancias de las naciones y profanar la Casa de Yavé que Él santificó en Jerusalén.


Entre los hijos de los sacerdotes, algunos de los hijos de Jesuá, hijo de Josadac, y de sus hermanos Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías se halló que cohabitaron con mujeres extranjeras.


¿Qué derecho tiene mi amada en mi Casa, después de hacer tantas repugnancias? ¿Puede la carne sacrificada apartar la aflicción de ti para que te regocijes?


Por tanto, con respecto a estos profetas, Yavé de las huestes dice: Ciertamente Yo les doy a comer ajenjo y a beber agua envenenada. Porque de los profetas de Jerusalén salió la blasfemia a toda la tierra.


Más bien emplazaron sus repugnancias en la Casa en la cual es invocado mi Nombre, y la contaminaron.


Los profetas profetizan mentira y los sacerdotes dirigen guiados por ellos, y así lo quiere mi pueblo. ¿Qué, pues, harán cuando llegue su fin?


Mi pueblo fue un rebaño perdido, sus pastores lo descarriaron. Lo dejaron vagar por las montañas y se olvidaron de su redil.


Porque desde el menor de ellos hasta el mayor, cada uno persigue ganancias deshonestas. Desde el profeta hasta el sacerdote, todos ellos actúan con engaño.


Porque los hijos de Judá hicieron lo malo ante mis ojos, dice Yavé. Pusieron sus ídolos repugnantes en la Casa sobre la cual es invocado mi Nombre, y así la profanaron.


Por tanto, daré sus esposas a otros, y sus campos a los conquistadores, porque cada uno, desde el más pequeño hasta el más grande, persigue la avaricia. Todos practican el engaño desde el profeta hasta el sacerdote.


¡Oh Yavé! Ve y considera: ¿A quién haces esto? ¿Las mujeres se comen su descendencia, A sus hijos que mecieron en sus brazos? ¿Deben el sacerdote y el profeta ser asesinados en el Santuario de ʼAdonay?


porque después de matar a sus hijos ante sus ídolos, ese mismo día entraron en mi Santuario para profanarlo. Eso fue lo que hicieron en mi Casa.


En cuanto a los levitas que se apartaron de Mí cuando Israel se alejó de Mí y siguió tras sus ídolos, llevarán su castigo por su iniquidad.


Convirtieron la belleza de sus joyas en las imágenes repugnantes de sus ídolos detestables. Por eso Yo los convertiré en cosa repugnante para ellos.


Delante de ellos estaban 70 ancianos de Israel en pie, con Jaazanías, hijo de Safán, en medio de ellos, cada uno con su incensario en la mano. Subía una espesa nube de incienso.


Entonces me llevó al patio interno de la Casa de Yavé. Vi que entre el patio y el altar en la entrada de la Casa de Yavé estaban unos 25 varones con sus caras hacia el oriente, de espalda a la Casa de Yavé. Estaban postrados hacia el oriente, hacia el sol.


Sus magistrados son leones rugientes en medio de ella, sus jueces, lobos nocturnos, que no dejan hueso para la mañana.


Sus profetas son insolentes, hombres desleales. Sus sacerdotes profanaron el Santuario y violaron la Ley.


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