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Jeremías 13:18 - Palabra de Dios para ti 2022

18 Dí al rey y a la reina madre: Humíllense. Siéntense en la tierra, porque la corona de su gloria cayó de sus cabezas.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Di al rey y a la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria ha caído de vuestras cabezas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Diles al rey y a su madre: «Desciendan de sus tronos y siéntense en el polvo, porque sus coronas gloriosas pronto serán arrebatadas de su cabeza».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Di al Rey y a la Reina Madre: Siéntense en el suelo, porque ha caído de sus cabezas su corona gloriosa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Di al rey y a la soberana: ¡Sentaos humillados! Porque la corona de vuestra gloria ha caído de vuestras cabezas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Di al rey y a la reina madre: Sentaos más abajo, porque cayó de vuestra cabeza vuestra gloriosa corona.

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Jeremías 13:18
30 Referans Kwoze  

Joaquín, rey de Judá, salió al rey de Babilonia con su madre, sus esclavos, sus jefes y sus funcionarios. Así que el año octavo de su reinado, el rey de Babilonia lo tomó cautivo.


También llevó cautivo a Babilonia a Joaquín, la madre del rey, las mujeres del rey, sus funcionarios y los nobles del país. Los llevó cautivos de Jerusalén a Babilonia.


Cuando estaba en angustia, oró a Yavé su ʼElohim y se humilló grandemente ante el ʼElohim de sus antepasados.


Su oración y cómo fue atendido, todo su pecado, su infidelidad y los sitios donde edificó lugares altos y erigió Aseras y otras imágenes talladas antes de humillarse, ciertamente están escritos en las crónicas de los videntes.


Pero no se humilló delante de Yavé como se humilló su padre Manasés, sino Amón aumentó su culpa.


Moisés y Aarón fueron a Faraón y le dijeron: Yavé el ʼElohim de los hebreos dice: ¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de Mí? Deja que mi pueblo salga para que me sirva.


También hicieron el turbante, los adornos de los turbantes y los calzoncillos de cordoncillo de lino fino.


Porque las riquezas no duran para siempre, Ni se transmite una corona de generación en generación.


las tocas, las cadenillas tobilleras, las fajas, los pomos de perfume, los amuletos,


Sus puertas se entristecerán y se enlutarán. Desolada se sentará en la tierra.


Baja, siéntate en el polvo, oh virgen hija de Babilonia. Siéntate en el suelo sin trono, oh hija de los caldeos, porque ya no serás llamada tierna y delicada.


Yavé dice: ¡Vivo Yo! que aunque Conías, hijo de Joacim, rey de Judá, fuera anillo de sellar en mi mano derecha, aun de allí lo sacaría.


A ti y a tu madre que te dio a luz los lanzaré a un país extraño donde no nacieron. Allí morirán.


(Esto sucedió después que el rey Jeconías, la reina madre, los servidores del palacio, los magistrados de Judá y de Jerusalén y los artesanos y herreros salieron de Jerusalén.


Sucedió que cuando oyeron todas aquellas palabras, se miraron unos a otros asombrados y dijeron a Baruc: Sin falta informaremos al rey todas estas Palabras.


Todo el esplendor de la hija de Sion se desvaneció. Sus magistrados fueron como venados que no hallan pasto. Ya sin fuerzas salieron delante del enemigo.


Su inmundicia está en sus faldas. Ella no tuvo en cuenta su futuro. Fue humillada hasta el asombro, No tiene consolador. Mira, oh Yavé, mi aflicción, Porque el enemigo se engrandeció.


Sentados en tierra Guardan silencio los ancianos de la hija de Sion. Echaron polvo sobre sus cabezas. Ataron a su cintura tela áspera. Las doncellas de Jerusalén bajan sus cabezas hasta la tierra.


La corona cayó de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, porque pecamos!


Te puse un pendiente en tu nariz, zarcillos en tus orejas y una diadema hermosa sobre tu cabeza.


ʼAdonay Yavé dice: ¡Quítate el turbante y despójate de la corona! ¡Ya no serás lo mismo! ¡Exáltese lo bajo y humíllese lo alto!


Gime en silencio, no hagas el lamento por los muertos, átate el turbante y ponte las sandalias en tus pies. No te cubras el labio ni comas pan de duelo.


Sus turbantes estarán en sus cabezas y sus sandalias en sus pies. No lamentarán ni llorarán, sino desfallecerán en sus iniquidades y gemirán unos con otros.


Llevarán turbantes de lino sobre sus cabezas y calzoncillos de lino sobre su cintura. No se atarán alguna cosa que cause sudor.


Pero cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su esplendor.


Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de tela áspera y se sentó sobre ceniza.


Por tanto cualquiera que se humille como este niñito es el mayor en el reino celestial.


Humíllense ante el Señor, y Él los exaltará.


Por tanto, humíllense bajo la poderosa mano de Dios para que los exalte cuando sea tiempo.


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