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Jeremías 12:12 - Palabra de Dios para ti 2022

12 Llegaron los destructores sobre todas las alturas del desierto, porque la espada de Yavé devora, desde un extremo de la tierra hasta el otro. Para nadie hay paz.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Sobre todas las alturas del desierto vinieron destruidores; porque la espada de Jehová devorará desde un extremo de la tierra hasta el otro; no habrá paz para ninguna carne.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Se pueden ver ejércitos destructores en todas las cumbres desiertas de las colinas. La espada del Señor devora a la gente de un extremo al otro de la nación. ¡Nadie escapará!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Los saqueadores han subido a todas las alturas peladas del desierto, pues Yavé tiene una espada que devora de un extremo al otro del país y nadie se salvará.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Los asoladores han venido, Se ven sobre todas las alturas del desierto, Porque la espada de YHVH devora, Desde el uno hasta el otro extremo de la tierra, Y no hay paz para ninguna carne.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 A todas las crestas del desierto llegaron saqueadores, pues Yahveh tiene una espada que devora de un extremo a otro del país sin dejar en paz a nadie.

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Jeremías 12:12
31 Referans Kwoze  

La espada de Yavé chorrea sangre. Está untada de sustancia de sangre de corderos y machos cabríos, de grasa de riñones de carneros. Porque Yavé tiene un sacrificio en Bosra, y una gran matanza en Edom.


No hay paz para los perversos, dice mi ʼElohim.


Si te preguntan: ¿A dónde iremos? Les dirás: Yavé dice así: Los que a muerte, a muerte, los que a espada, a espada, los que a hambre, a hambre, los que a cautiverio, a cautiverio.


Yavé dice: No entres en casa del duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles, porque retiré de este pueblo mi paz, mi misericordia y mi compasión, dice Yavé.


Toda esta tierra se convertirá en ruinas y desolación. Estas gentes servirán al rey de Babilonia 70 años.


Levanta tus ojos hacia las alturas y mira en cuál lugar no se acostaron contigo. Te sientas en los caminos a la disposición de ellos, como un árabe en el desierto. Con tu prostitución y tu perversidad contaminaste la tierra.


El llanto suplicante de los hijos de Israel fue oído sobre las altas montañas, porque torcieron su camino. Se olvidaron de Yavé su ʼElohim.


Porque Yavé dice: Oí un ruido de terror y espanto y no de paz.


Por tanto, Yavé dice: Ustedes no me obedecieron al no proclamar cada uno la libertad para su hermano y su prójimo. Miren, dice Yavé, Yo proclamo la libertad para la espada, la pestilencia y el hambre. Los pondré como espanto ante todos los reinos de la tierra.


Porque Yavé dice: Toda la tierra será asolada, pero no la destruiré por completo.


Porque ese día pertenece a ʼAdonay Yavé de las huestes, un día de retribución para vengarse de sus enemigos. La espada devora y está saciada, se embriaga de sangre. Pues hay una matanza para ʼAdonay Yavé de las huestes en la tierra del norte, junto al río Éufrates.


Oh espada de Yavé: ¿Hasta cuándo no descansarás? Regresa a tu vaina, descansa y quédate quieta.


Ya no hay alabanza para Moab. En Hesbón diseñan calamidad contra ella. ¡Destruyámosla como nación! Tú también, Madmena, eres silenciada. ¡La espada te persigue!


Esperábamos paz y no hay tal bien, día de sanidad, pero aquí está el terror.


Mi alma está lejos de la paz. Olvidé la felicidad.


O si Yo traigo la espada sobre aquella tierra, y digo: Espada, pasa por la tierra, y corto de ella a hombres y animales,


Y tú, hijo de hombre, profetiza: ʼAdonay Yavé dice contra los hijos de Amón y sus afrentas: Una espada pulida está desenvainada para matar y resplandecer en la matanza.


Mi espada saldrá de su vaina contra toda persona de sur a norte. Cortaré de ti al justo y al perverso.


La Palabra de Yavé vino a mí:


Hijo de hombre, profetiza: Yavé dice: ¡Espada, espada afilada y pulida!


Un tercio lo quemarás en el fuego dentro de la ciudad mientras los días del asedio se acaban. Luego toma otro tercio, y con la espada lo sacudirás alrededor de la ciudad, y un tercio lo esparcirás al viento, porque desenvainaré una espada tras ellos.


A ustedes los esparciré entre las naciones, y desenvainaré la espada tras ustedes. Su tierra será devastada y sus ciudades desoladas.


Aunque vayan cautivos delante de sus enemigos, allí mandaré la espada que los mate. Tendré fijos mis ojos sobre ellos para el mal y no para el bien.


También ustedes, los etíopes, serán muertos con mi espada.


Embriagaré de sangre mis flechas, Y mi espada devorará carne, Con la sangre de muertos y cautivos, Con cabezas melenudas de enemigos.


Salió otro caballo rojizo. A su jinete se le concedió quitar la paz de la tierra, y los hombres se matarán unos a otros. Y se le dio una gran espada.


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