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Jeremías 10:10 - Palabra de Dios para ti 2022

10 Pero Yavé es el ʼElohim verdadero. ¡Él es el ʼElohim viviente y el Rey eterno! Con su ira se estremece la tierra. Las naciones no pueden soportar su furor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Sin embargo, el Señor es el único Dios verdadero. ¡Él es el Dios viviente y el Rey eterno! Toda la tierra tiembla ante su enojo; las naciones no pueden hacerle frente a su ira.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Pero Yavé es el verdadero Dios, el Dios viviente, el Rey eterno. Cuando se enoja, tiembla la tierra, y las naciones no pueden aguantar su cólera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pero YHVH es el Dios verdadero; ¡Él es el Dios viviente y el Rey eterno! Por su ira se estremece la tierra, Y las naciones no pueden soportar su indignación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yahveh es el Dios verdadero, el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no soportan su furor.

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Jeremías 10:10
69 Referans Kwoze  

Abraham plantó un tamarisco en Beerseba e invocó allí el Nombre de Yavé ʼEl-Olam.


Al verlo, toda la gente cayó sobre su rostro y dijo: ¡Yavé es ʼElohim! ¡Yavé es ʼElohim!


a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Yavé es ʼElohim y no hay otro.


¡Tuya, oh Yavé, es la grandeza, el poder, la gloria, la victoria y el honor! ¡Porque todo cuanto existe en el cielo y en la tierra es tuyo! ¡Tuyo, oh Yavé, es el reino, y Tú te exaltas como soberano de todo!


Mucho tiempo estuvo Israel sin el ʼElohim verdadero, sin sacerdote que enseñara y sin Ley.


Sacude la tierra de su lugar y estremece sus columnas.


Yavé es Rey para siempre jamás. Las naciones que ocupaban su tierra perecerán.


Reconozcan que Yavé es ʼElohim. Él nos hizo y no nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.


Porque Yavé es bueno. Para siempre es su misericordia, Y su fidelidad para todas las generaciones.


Él mira a la tierra, Y ella tiembla, Él toca las montañas, Y ellas humean.


Tiembla, oh tierra, ante ʼAdonay, Ante el ʼElohim de Jacob,


Tu reino es eterno, Y tu señorío por todas las generaciones.


Quien hizo el cielo y la tierra, El mar y todo lo que hay en ellos, Quien guarda su fidelidad para siempre,


La tierra se conmovió y tembló. También temblaron los fundamentos de las montañas. Fueron sacudidos porque Él estaba airado.


Yavé preside en el diluvio. Yavé se sienta como Rey para siempre.


En tu mano encomiendo mi espíritu. Tú, oh Yavé, ʼElohim me redimiste de verdad.


Mi alma tiene sed de ʼEL, del ʼElohim vivo. ¿Cuándo iré y apareceré ante ʼElohim?


ʼAdonay da la orden, Y una gran hueste de mujeres anuncia las buenas noticias.


La tierra tembló. Los cielos también destilaron ante ʼElohim. La misma Montaña Sinaí tembló ante la Presencia de ʼElohim, El ʼElohim de Israel.


Sin embargo, ʼElohim es mi Rey desde antaño, Quien hace obras de salvación en la tierra.


¡Tú, solo Tú debes ser temido! ¿Y quién puede permanecer en tu Presencia cuando estás airado?


Desde los cielos hiciste oír la sentencia. La tierra tuvo temor y permaneció quieta


El ruido de tu trueno estaba en el remolino de viento. Los relámpagos iluminaron el mundo. Tembló y se estremeció la tierra.


Mi alma anhela Y aun desea ardientemente los patios de Yavé. Mi corazón y mi carne cantan con gozo al ʼElohim vivo.


Y juzgará al mundo con justicia. Hará juicio con equidad a las naciones.


¿Quién entiende el poder de tu ira Y tu indignación como debes ser temido?


Antes que nacieran las montañas, O formaras la tierra y el mundo, Desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú eres ʼEL.


Tu trono está establecido desde la antigüedad. Tú eres desde la eternidad.


Sus relámpagos iluminan el orbe. La tierra mira y se estremece.


Inclina tu oído, oh Yavé, y escucha. Abre tus ojos, oh Yavé, y mira. Escucha todas las palabras que Senaquerib envió para provocar al ʼElohim vivo.


Quizás Yavé tu ʼElohim haya escuchado las palabras del Rabsaces, a quien su amo, el rey de Asiria, mandó para provocar al ʼElohim viviente, y reprenda las palabras que Yavé tu ʼElohim escuchó. Por tanto, haz oración por el remanente que queda.


Ciertamente, las naciones le son gotas en un cubo. Valen lo que vale el polvillo de la balanza. Las islas le pesan como un grano de polvo.


¿No lo sabes ni lo oíste? El eterno ʼElohim, Yavé, el Creador de los confines de la tierra, no se cansa ni se fatiga. Su entendimiento es insondable.


Porque el Alto y Excelso, Morador Eterno, su Nombre es El Santo, dice: Yo moro en las alturas y en santidad, Pero estoy con los de espíritu que siente pesar porque me ofendió y está humillado. Estoy para reanimar a los de espíritu humilde y vivificar el corazón de los quebrantados.


Porque el que sea bendecido en la tierra será bendecido por el ʼElohim de la verdad, y el que jure en la tierra jurará por el ʼElohim de la verdad. Porque las angustias del pasado serán olvidadas. En verdad, quedarán ocultas ante mis ojos.


Ya no digan: Palabra de Yavé, porque cada uno llevará sus propias palabras, ya que pervirtió las Palabras del ʼElohim viviente, de Yavé de las huestes, nuestro ʼElohim.


Si juras en verdad, en justicia y equidad: Vive Yavé, entonces las naciones se congratularán con Él. En Él se ufanarán.


Miré las montañas y en verdad temblaban. Todas las colinas se estremecían.


La tierra es estremecida ante el clamor: ¡Babilonia es capturada! El clamor es oído entre las naciones. Se estremece la tierra por la caída de Babilonia, y el clamor es oído entre las naciones.


Tiembla la tierra y se aflige, porque todos los planes de Yavé contra Babilonia son confirmados para convertir su tierra de Babilonia en una desolación despoblada.


¡Cuán grandes son sus señales y cuán potentes sus maravillas! ¡Su reino es sempiterno y su señorío de generación en generación!


Pero al fin del tiempo, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta. Entonces bendije al Altísimo. Alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno y su reino por todas las edades.


Decreto que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante el ʼElah de Daniel, porque Él es el ʼElah viviente, y permanece para siempre. Su reino no será destruido y su dominio perdurará para siempre.


Él salva y libra. Hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra. Él libró a Daniel del poder de los leones.


Se le concedió dominio, gloria y un reino para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvan. Su dominio es eterno, que no pasará, y su reino no será jamás destruido.


Yavé da su voz ante su ejército. Su campamento es muy grande, poderoso el que ejecuta su Palabra. ¡Porque grande y terrible es el día de Yavé! ¿Quién lo podrá soportar?


Las montañas se derretirán debajo de Él como cera junto al fuego. Los valles se hendirán como agua derramada sobre una pendiente.


Ante Él tiemblan las montañas y las colinas se derriten. Ante su presencia se conmueve la tierra, el mundo y todos los que viven en él.


Ante su ira, ¿quién podrá estar en pie? ¿Quién podrá resistir el ardor de su ira? Su furor se derrama como el fuego, y ante Él se desmenuzan las rocas.


Te ven las montañas, Y tiemblan. La inundación de aguas se desencadena. El abismo da su voz. A lo alto levanta sus manos.


Se detiene y tiembla la tierra. Mira, y estremece a las naciones. Se desmoronan las montañas, Se hunden las colinas antiguas, Pero sus sendas son eternas.


¿Y quién soportará el día de su venida? ¿Y quién permanecerá cuando Él se manifieste? Porque Él es fuego de fundidor y lejía de lavadores.


Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.


Pero Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: ¡Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!


Ésta es la vida eterna: que te conozcan como el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a Quien enviaste.


Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres semejantes a ustedes. Les anunciamos las Buenas Noticias para que den la vuelta de estas vanidades hacia el Dios vivo, Quien hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.


Él es la Roca cuya obra es perfecta. Todos sus caminos son justos. ʼElohim de fidelidad, sin injusticia, Justo y recto es Él.


Porque ¿cuál es el hombre que oyó la voz del ʼElohim vivo que habla desde en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún vivimos?


Ellos mismos hablan de la manera como llegamos a ustedes, y cómo abandonaron los ídolos para ser esclavos del Dios vivo y verdadero,


Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único Dios, sean el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Instruye a los ricos de este mundo a no ser arrogantes ni poner su esperanza en riquezas inciertas, sino en Dios, Quien nos provee abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos.


¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!


En esto conocerán que el ʼElohim viviente está en medio de ustedes. Él ciertamente ordenará que sean desposeídos el cananeo, el eteo, el heveo, el ferezeo, el amorreo y el jebuseo.


Pero sabemos que el Hijo de Dios vino y nos dio entendimiento para que conozcamos al Verdadero. Y estamos en el Verdadero: en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios y Vida Eterna.


Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, y no se halló el lugar de ellos.


Cuando saliste de Seír, oh Yavé, Cuando marchaste desde el campo de Edom, La tierra tembló, los cielos destilaron, Y las nubes gotearon agua.


David preguntó a los varones que estaban junto a él: ¿Qué harán al hombre que venza a ese filisteo y quite la afrenta de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso para que se enfrente a los escuadrones del ʼElohim viviente?


Sea león o sea oso, tu esclavo los mata. Este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque desafía a los escuadrones del ʼElohim viviente.


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