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Génesis 26:24 - Palabra de Dios para ti 2022

24 Aquella noche se le apareció Yavé, y le dijo: Yo soy el ʼElohim de tu padre Abraham. No temas, porque estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor a mi esclavo Abraham.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 donde el Señor se le apareció la noche de su llegada. «Yo soy el Dios de tu padre Abraham —dijo—. No tengas miedo, porque yo estoy contigo y te bendeciré. Multiplicaré a tus descendientes, y se convertirán en una gran nación. Lo haré a causa de la promesa que hice a Abraham, mi siervo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Yavé se le apareció aquella misma noche y le dijo: 'Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abrahán, mi servidor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 y aquella noche se le apareció YHVH, y dijo: Yo soy el Dios de tu padre Abraham, no temas, que estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de mi siervo Abraham.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Yahveh se le apareció aquella noche y le dijo: 'Yo soy el Dios de Abrahán, tu padre. No temas, que yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia por causa de Abrahán, mi siervo'.

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Génesis 26:24
41 Referans Kwoze  

Mira, tu descendencia será como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, tu descendencia podrá ser contada.


Después de estas cosas, la Palabra de Yavé vino a Abram en visión: No temas Abram. Yo soy tu Escudo. Tu galardón será muy grande.


Yo establezco mi Pacto entre Yo y tú, y después de ti con tu descendencia en sus generaciones como alianza perpetua, para ser el ʼElohim tuyo y a tu descendencia.


Te daré por posesión perpetua la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, y a tu descendencia. Y seré su ʼElohim.


Pero ʼElohim oyó la voz del muchacho. El Ángel de ʼElohim llamó a Agar desde el cielo y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas, porque ʼElohim oyó la voz del muchacho en donde está.


ciertamente te bendeciré. Multiplicaré muchísimo tu descendencia, como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar. Tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos,


Abraham regresó a sus jóvenes esclavos. Luego se levantaron y fueron juntos hacia Beerseba. Y vivió Abraham en Beerseba.


Y dijo: ¡Yavé, ʼElohim de mi ʼadón Abraham, haz que hoy me suceda, te ruego, haz misericordia a mi ʼadón Abraham!


Y vio que Yavé estaba en pie sobre ella y dijo: Yo soy Yavé, ʼElohim de tu padre Abraham y ʼElohim de Isaac. La tierra sobre la cual estás tendido te la daré a ti y a tus descendientes.


Mira, Yo estoy contigo, te guardaré dondequiera que vayas y volveré a traerte a esta tierra, pues no te dejaré hasta que Yo haga lo que te prometí.


ʼEL-Shadday te bendiga, te haga fructificar, te multiplique hasta llegar a ser multitud de pueblos,


Pero Labán le respondió: Halle yo gracia ante tus ojos. Percibí que Yavé me bendijo por tu causa.


y les dijo: Observo que el semblante del padre de ustedes hacia mí no es como antes, pero el ʼElohim de mi padre estuvo conmigo.


Pero Yavé estaba con José, y fue varón próspero. Estaba en la casa de su ʼadón egipcio.


Su ʼadón observó que Yavé estaba con él, porque todo cuanto hacía, Yavé lo prosperaba en su mano.


Israel salió con todo lo que tenía. Fue a Beerseba y ofreció sacrificios al ʼElohim de su padre Isaac.


Elías le dijo: No temas. Vé, haz como dijiste, solo que de ello me hagas primero una torta pequeña y tráemela. Después harás para ti y para tu hijo,


Pero Moisés respondió al pueblo: ¡No teman! ¡Estén firmes y vean la salvación que Yavé hará hoy por ustedes, porque los egipcios que ustedes vieron hoy, no los volverán a ver jamás!


También le dijo: Yo soy el ʼElohim de tu padre, de Abraham, Isaac y Jacob. Entonces Moisés ocultó su rostro, porque tuvo temor de mirar a ʼElohim.


Ciertamente ʼEL es mi salvación. Confiaré y no temeré, porque mi fortaleza y mi cántico es YA Yavé, quien es mi salvación.


No temas, porque Yo estoy contigo. No desmayes, porque Yo soy tu ʼElohim que te esfuerzo. Te ayudaré siempre. Te sostendré siempre con la mano derecha de mi justicia.


Yavé, Hacedor tuyo, el que te formó desde el seno materno, tu Ayudador, dice: No temas, esclavo mío Jacob, y tú, Israel, a quien Yo escogí.


Yo soy, Yo soy Quien los consuela. ¿Quién eres tú para que temas al hombre que es mortal, al hijo de hombre que es como pasto seco?


Escúchenme, los que conocen mi justicia, pueblo en cuyo corazón está mi Ley. No teman la afrenta del hombre, ni desmayen por sus ultrajes.


Tú te acercaste cuando te invoqué, Dijiste: ¡No temas!


entonces Yo me acordaré de mi Pacto con Jacob, Isaac y Abraham, y me acordaré de la tierra.


Más bien a favor de ellos recordaré el Pacto con sus antepasados, a quienes saqué de la tierra de Egipto a la vista de las naciones, para que Yo sea su ʼElohim. Yo, Yavé.


Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob? Dios no es Dios de muertos sino de vivos.


No temas, rebaño pequeño, porque tu Padre resolvió darles el reino.


Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Moisés quedó aterrado y no se atrevía a mirar.


Nada de lo repugnante se pegará a tu mano, para que Yavé se vuelva del ardor de su ira, te conceda misericordia, tenga compasión de ti y te multiplique, como juró a tus antepasados,


Esfuércense y sean valientes. No teman, ni se aterroricen delante de ellos, porque Yavé tu ʼElohim es el que va contigo. No te dejará ni te desamparará.


Pero en ese momento se esforzaban por una patria mejor, esto es celestial, por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les preparó una ciudad.


De manera que decimos confiadamente: El Señor es mi Ayudador, no temeré. ¿Qué podrá hacerme un ser humano?


Cuando lo vi, caí como muerto a sus pies. Pero Él colocó su mano derecha sobre mí y dijo: No temas. Yo soy el Primero y el Último,


Ahora pues, hija mía, no temas. Yo haré por ti todo lo que me dices, pues todo mi pueblo en la ciudad sabe que eres una mujer excelente.


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