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Éxodo 34:29 - Palabra de Dios para ti 2022

29 Aconteció que al bajar Moisés de la Montaña Sinaí con las dos tablas del Testimonio (que estaban en las manos de Moisés al bajar de la Montaña), Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Él.

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Biblia Reina Valera 1960

29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto, no se daba cuenta de que su rostro resplandecía porque había hablado con el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, tenía en las manos las dos tablas de las Declaraciones divinas donde estaban escritas las leyes de la Alianza, y no sabía que la piel de su cara se había vuelto radiante, por haber hablado con Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinay con las dos tablas del testimonio (las que estaban en mano de Moisés al bajar del monte), no advirtió Moisés que la tez de su rostro resplandecía por haber hablado con Él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Al descender Moisés del monte Sinaí llevaba las dos tablas del testimonio en sus manos. No sabía él que la tez de su rostro resplandecía por haber conversado con Yahveh.

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Éxodo 34:29
22 Referans Kwoze  

Cuando los hijos de Israel la vieron, se dijeron unos a otros: ¿Maná? Es decir: ¿Qué es esto? Pues no sabían qué era eso. Entonces Moisés les dijo: Esto es el pan que Yavé les da para comer.


Y cuando acabó de hablar con él en la Montaña Sinaí, dio a Moisés las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de ʼElohim.


Moisés volvió y descendió de la montaña. Llevaba en su mano las dos tablas del Testimonio escritas por ambos lados, ciertamente por un lado y por el otro.


Los hijos de Israel vieron que la piel del rostro de Moisés resplandecía. Entonces Moisés se volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta cuando entraba a hablar con Él.


¿Quién como el sabio? ¿Quién sabe la interpretación de un asunto? La sabiduría ilumina el rostro del hombre Y cambia la dureza de su semblante.


Y se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandeció como el sol y sus vestiduras se transformaron como la luz.


Al regresar otra vez, los halló dormidos, porque sus ojos estaban pesados, y no sabían qué responderle.


Porque no sabía qué decir, pues estaban aterrorizados.


Y les preguntó: ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que me es necesario estar en las cosas de mi Padre?


Mientras Él hablaba con Dios, su rostro cambió y su ropa se volvió blanca y resplandeciente.


Pero el hombre no sabía quien lo sanó, porque Jesús se apartó de la multitud que estaba en el lugar.


Salió y seguía al ángel, pero no entendía que era real lo que hacía. Suponía que era una visión.


Pablo respondió: No sabía, hermanos, que es un sumo sacerdote, pues está escrito: No maldecirás a un magistrado de tu pueblo.


Cuando lo miraban, todos los que estaban sentados en el Tribunal Supremo vieron su rostro como si fuera un ángel.


no como Moisés, quien colocaba el velo sobre su cara para que los hijos de Israel no fijaran los ojos en lo que sería abolido.


Di vuelta, bajé de la Montaña y puse las tablas que hizo en el arca. Y allí están, como me ordenó Yavé.


Pero la mujer, quien tomó a los dos hombres y los ocultó, dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero yo no supe de dónde eran.


Sucedió que cuando el rey de Hai vio esto, los hombres de la ciudad se apresuraron. Él y todo su pueblo madrugaron y salieron a la batalla contra Israel en el lugar designado frente al Arabá, pero no sabía que había una emboscada contra él detrás de la ciudad.


Tenía siete estrellas en su mano derecha. Una espada aguda de doble filo salía de su boca. Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.


Vi a otro ángel fuerte que descendía del cielo, envuelto en una nube. Tenía el arco iris sobre su cabeza. Su rostro era como el sol y sus piernas como columnas de fuego.


Ella exclamó: ¡Sansón, los filisteos contra ti! Él entonces, al despertar de su sueño, se dijo: Saldré como las otras veces y me sacudiré libre. Pero no sabía que Yavé se apartó de él.


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