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Éxodo 19:18 - Palabra de Dios para ti 2022

18 Toda la Montaña Sinaí humeaba, porque Yavé descendió sobre ella en fuego. Su humo subía como el humo de un horno, y toda la Montaña se estremecía muchísimo.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Nubes de humo subían al cielo como el humo que sale de un horno de ladrillos, y todo el monte se sacudía violentamente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 El monte Sinaí entero humeaba, porque Yavé había bajado en medio del fuego. Subía aquel humo como de un horno, y todo el monte temblaba muy fuerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Todo el monte Sinay humeaba, porque YHVH había descendido sobre él en el fuego,° y su humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque había descendido sobre él Yahveh en forma de fuego, y el humo subía como la humareda de un horno. Toda la montaña retemblaba.

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Éxodo 19:18
41 Referans Kwoze  

Pero Yavé descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.


Sucedió que cuando el sol se ocultó, hubo una densa oscuridad. Apareció un horno encendido, y una antorcha pasaba y ardía entre aquellos trozos.


Miró hacia Sodoma, Gomorra y toda la región de la llanura. Ciertamente vio que un humo subía de la tierra, como la humareda de un horno.


Luego descendiste a la montaña Sinaí Y hablaste con ellos desde el cielo. Les diste Preceptos justos y Leyes verdaderas, Estatutos y Mandamientos buenos.


Él mira a la tierra, Y ella tiembla, Él toca las montañas, Y ellas humean.


Las montañas saltaron como carneros, Las colinas, como corderos.


Tiembla, oh tierra, ante ʼAdonay, Ante el ʼElohim de Jacob,


Oh Yavé, inclina tus cielos y desciende. Toca las montañas para que humeen.


Inclinó los cielos, Y descendió con densas tinieblas bajo sus pies.


Una lluvia abundante derramaste, oh ʼElohim. Tú reanimaste tu heredad Cuando estaba exhausta.


El ruido de tu trueno estaba en el remolino de viento. Los relámpagos iluminaron el mundo. Tembló y se estremeció la tierra.


Abriste tu camino en el mar Y tus senderos en las aguas caudalosas, Para que tus pisadas no fueran conocidas.


Ninguna mano la tocará, pues ciertamente será apedreado o flechado. Sea hombre o animal, no vivirá. Cuando suene largamente la corneta, ellos subirán a la Montaña.


Moisés sacó el pueblo del campamento al encuentro con ʼElohim, y se ubicaron al pie de la Montaña.


Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y la Montaña que humeaba. Cuando el pueblo percibió esto, se estremecieron y se mantuvieron lejos.


La apariencia de la gloria de Yavé en la cumbre de la Montaña era como fuego consumidor ante los ojos de los hijos de Israel.


Entonces el Ángel de Yavé se le apareció en una llama de fuego en medio de una zarza. Él vio que la zarza ardía con fuego, pero no se consumía.


Prepárate por la mañana al amanecer, sube a la Montaña Sinaí y te presentarás ante Mí en la cumbre de la Montaña.


Los postes de las puertas se estremecían con la voz del que proclamaba, y el Templo se saturó de humo.


¡Oh, si rasgaras los cielos y descendieras, y se estremecieran las montañas ante tu Presencia!


Miré las montañas y en verdad temblaban. Todas las colinas se estremecían.


Se detiene y tiembla la tierra. Mira, y estremece a las naciones. Se desmoronan las montañas, Se hunden las colinas antiguas, Pero sus sendas son eternas.


Ustedes huirán por el valle de mis montañas porque el valle de las montañas llegará hasta Azal. Huirán como huyeron por causa del terremoto en los días del rey Uzías de Judá. Entonces vendrá Yavé, mi ʼElohim, y todos los santos con Él.


Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambrunas y terremotos en diferentes lugares.


Yavé vino de Sinaí, Y desde Seír les esclareció. Resplandeció desde la montaña Parán, Avanza entre diez millares de santos Con una Ley de fuego en su mano derecha para ellos.


Desde el cielo te permitió oír su voz para instruirte y sobre la tierra te permitió ver su gran fuego. Oíste sus palabras desde en medio del fuego.


Estas Palabras Yavé habló a gran voz a toda su congregación en la Montaña, desde en medio del fuego, la nube y la densa oscuridad, y no añadió más. Las escribió sobre dos tablas de piedra y me las dio.


Cara a cara Yavé habló con ustedes en la Montaña, desde en medio del fuego.


y a ustedes, que son afligidos, les da reposo con nosotros en la manifestación del Señor Jesús desde el cielo con ángeles de su poder,


en llama de fuego para castigar a los que no conocieron a Dios, y a los que no obedecen a las Buenas Noticias de nuestro Señor Jesús.


Pues ustedes no se acercaron a la montaña que se podía palpar y que ardía en fuego, ni a oscuridad y tiniebla, ni a la tempestad,


cuya voz entonces sacudió la tierra, pero ahora prometió: Una vez más Yo sacudiré no solo la tierra sino también el cielo.


Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos desaparecerán con un gran estruendo, los elementos serán destruidos con el intenso calor, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.


El Santuario se llenó de humo por la gloria de Dios y su poder. Nadie podía entrar en el Santuario hasta que se completaran las siete plagas de los siete ángeles.


lo abrió. Del pozo subió un humo, como el de un gran horno. El sol y el aire se oscurecieron a causa del humo del pozo.


Temblaron las montañas delante de Yavé, Aquella Sinaí, ante Yavé, ʼElohim de Israel.


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