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Efesios 2:3 - Palabra de Dios para ti 2022

3 Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo fuimos llevados de acá para allá por los deseos apasionados de nuestra naturaleza humana. Hacíamos la voluntad del cuerpo y de la mente. Éramos por naturaleza hijos de ira, como los demás.

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Biblia Reina Valera 1960

3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 De ellos éramos también nosotros, y nos dejamos llevar por las codicias humanas, obedeciendo a los deseos de nuestra naturaleza y consintiendo sus proyectos, e íbamos directamente al castigo, lo mismo que los demás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entre ellos también vivimos todos nosotros en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad° de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 entre los cuales también nosotros todos vivíamos entonces según las tendencias de nuestra carne, realizando los deseos de la carne y de la mente, y éramos, por naturaleza, hijos de ira, exactamente como los otros...

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Efesios 2:3
54 Referans Kwoze  

Adán vivió 130 años y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y lo llamó Set.


Entonces Yavé vio que la perversidad del hombre se multiplicó en la tierra, y que toda forma de pensamiento de su corazón era solamente el mal continuamente.


Yavé percibió el grato olor y dijo en su corazón: No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la inclinación del corazón del hombre es perversa desde su juventud. No volveré, por tanto, a cortar a todo ser viviente como hice.


¿Quién limpiará lo impuro? ¡Nadie!


¿Cómo puede el hombre justificarse ante ʼElohim? ¿Y cómo puede ser puro el nacido de mujer?


Mira que en iniquidad fui formado, Y en pecado me concibió mi madre.


Todos nosotros nos descarriamos como ovejas. Cada cual se apartó por su camino, pero Yavé cargó sobre Él el pecado de todos nosotros.


pero los afanes de la era presente, el engaño de las riquezas y la codicia por las demás cosas, aplastan la Palabra y no la dejan dar fruto.


quienes no nacieron de sangres, ni de voluntad corporal, ni de voluntad de hombre, sino de Dios.


Ustedes son de su padre el diablo, y quieren practicar los deseos de su padre. Él fue homicida desde el principio y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla de lo suyo, pues es mentiroso y padre de mentira.


En los tiempos pasados, Dios permitió que todas las gentes practicaran sus propios caprichos.


Por tanto Dios los entregó a la impureza en los apetitos desordenados de los deleites carnales de sus corazones, de modo que deshonraron sus propios cuerpos entre ellos.


Pues así como en otro tiempo ustedes fueron desobedientes a Dios, pero por la desobediencia de ellos, ahora se les concedió misericordia,


Más bien, vístanse del Señor Jesucristo. No hagan provisión para los deseos apasionados de la naturaleza humana.


Cuando los gentiles, quienes no tienen la Ley, hacen por naturaleza las cosas de la Ley, aunque no tengan la Ley, son ley para ellos mismos.


Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo, mucho más después de ser reconciliados seremos salvos por su vida.


Por tanto, mucho más ahora, al ser declarados justos a causa de su sangre, seremos salvos de la ira por medio de Él.


Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal, para que obedezcan a sus desordenados deleites sensuales.


Sé que en mí, es decir, en mi cuerpo, no mora lo bueno. El querer está en mí, pero no lo puedo hacer.


¿Qué diremos, si Dios, al querer mostrar la ira y hacer notable su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?


Porque ¿quién te considera superior? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te enorgulleces como si no lo hubieras recibido?


Por tanto, amados, puesto que tenemos estas promesas, purifiquémonos de toda contaminación del cuerpo y del espíritu, y perfeccionemos la santidad en el temor a Dios.


Pero la Escritura encerró todas las cosas bajo el pecado, para que la promesa de la fe en Jesucristo fuera dada a los que creen.


en los cuales vivieron en otro tiempo según la conducta de este mundo, conforme al príncipe de la jurisdicción del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de la desobediencia.


Con respecto a su anterior manera de vivir, despójense del viejo ser que está viciado según los deseos ardientes del engaño.


A ustedes, que en otro tiempo eran extraños y enemigos con la mente en malas obras,


Hermanos, no queremos que ignoren en cuanto a los que duermen, para que no se entristezcan como los demás que no tienen esperanza.


Así que no tengamos indiferencia espiritual como los demás, sino velemos y estemos sobrios.


Pero los que quieren enriquecer caen en tentación y trampa, en muchas codicias insensatas y dañinas, las cuales hunden a los humanos en destrucción y ruina.


Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, desobedientes, extraviados. Éramos esclavos de deseos apasionados y placeres diversos, y vivíamos en malicia y envidia, aborrecibles y nos odiábamos unos a otros.


Como hijos obedientes, no se amolden a las antiguas pasiones que tenían en su ignorancia.


Como tienen ojos llenos de adulterio, son insaciables de pecado y tienen un corazón lleno de codicia, seducen almas inestables. Son hijos de maldición.


Pues seducen con vanas palabras arrogantes, deseos ardientes del cuerpo y desenfreno a los que acaban de escapar de los que viven en error.


Porque todo lo que hay en el mundo: el deseo ardiente del cuerpo, el deseo ardiente de los ojos y la soberbia de la vida, no es del Padre, sino del mundo.


Por otro lado, les escribo un Mandamiento nuevo que es verdadero en Él y en ustedes, porque la oscuridad pasó y la Luz verdadera ya resplandece.


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