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Efesios 2:19 - Palabra de Dios para ti 2022

19 En consecuencia, ya no son extraños y forasteros, sino son conciudadanos con los santos y miembros de la familia de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Así, pues, ya no son extranjeros ni huéspedes, sino ciudadanos de la ciudad de los santos; ustedes son de la casa de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Así pues ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos con los santos y miembros de la familia de Dios,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Así, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que compartís la ciudadanía del pueblo santo y sois de la familia de Dios,

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Efesios 2:19
14 Referans Kwoze  

Basta al discípulo que sea como su maestro, y al esclavo como su señor. Si al amo de la casa lo llamaron Beelzebul, ¡cuánto más a los de su casa!


Así que, mientras tengamos oportunidad, esforcémonos en hacer el bien a todos, especialmente a la familia de la fe.


que en aquel tiempo estaban sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a los Pactos de la promesa. No tenían esperanza ni Dios en el mundo.


de Quien recibe nombre toda parentela en los cielos y en la tierra,


es decir, que los gentiles son coherederos y participantes del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio de las Buenas Noticias.


Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo.


Según fe todos éstos murieron sin recibir el cumplimiento de las promesas. Aunque las miraban desde lejos, se saludaban y confesaban que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.


Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino buscamos la que viene.


Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de los ardientes deseos humanos que se enfrentan en batalla contra el alma.


¡Consideren qué glorioso amor nos dio el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios! ¡Y somos! Por esto no nos conoce el mundo, porque no lo conoció a Él.


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