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Eclesiastés 6:2 - Palabra de Dios para ti 2022

2 El del hombre a quien ʼElohim da riquezas, bienes y honra, de modo que nada le falta de todo lo que desea su alma, pero a quien ʼElohim no capacita para disfrutarlos, sino lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad y un mal doloroso.

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Biblia Reina Valera 1960

2 El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Dios les da a algunos mucha riqueza, honor y todo lo que pudieran desear, pero luego no les da la oportunidad de disfrutar de esas cosas. Se mueren, y algún otro —incluso un extraño— termina disfrutando de toda esa abundancia. Eso no tiene sentido, es una tragedia terrible.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Alguien recibió de Dios fortuna, riqueza y honores: nada faltó de todo lo que pudo desear. Pero Dios no le concede disfrutar de ello, y es otro el que lo aprovecha. Esta es otra cosa muy mala y que no se puede justificar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 El del hombre a quien Ha-’Elohim le ha dado riquezas, tesoros y honores, de modo que nada le falta de todo lo que su alma pueda desear, pero a quien Ha-’Elohim no le permite disfrutarlo, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad y un mal doloroso.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 A un individuo Dios le concede riqueza, fortuna y gloria: nada le falta de cuanto pudiera desear. Pero Dios no le permite disfrutar de todo ello, sino que lo disfruta un extraño. Esto es vanidad y triste desventura.

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Eclesiastés 6:2
24 Referans Kwoze  

También te concedo lo que no pediste, tanto riquezas como honores, de modo que no habrá entre los reyes un hombre como tú en todos tus días.


Yavé engrandeció muchísimo a Salomón ante todo Israel. Le confirió una majestad real como no la tuvo nunca algún rey en Israel.


Murió en buena vejez, lleno de días, riquezas y honores. Su hijo Salomón reinó en su lugar.


ʼElohim respondió a Salomón: Porque tuviste esto en mente, y no pediste riquezas, ni posesiones, ni honor, ni la vida de los que te aborrecen, ni siquiera pediste larga vida, sino pediste para ti sabiduría y conocimiento para juzgar a mi pueblo sobre el cual te designé rey,


Y con tu mano, oh Yavé, de los hombres del mundo, Cuya porción está en esta vida, Cuyo vientre Tú llenas con tus tesoros. ¡Sean saciados, pues, sus hijos, Y dejen las migajas a sus nietos!


Ciertamente como un fantasma de realidad anda el hombre, Ciertamente en vano se agita, Amontona riquezas y no sabe quién las recogerá.


Los ojos se les saltan por la gordura, Y logran con creces los deseos del corazón.


También vi que todo trabajo y toda obra excelente brota de la rivalidad del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y correr tras el viento.


Hay cierto hombre solo, Sin alguien que lo acompañe, sin hijos ni hermanos. Pero aun así su afán no tiene fin. Su ojo no se llena de riquezas y no se pregunta: ¿Para quién me afano y me privo de lo bueno? También esto es vanidad y tarea angustiosa.


Vi un grave mal bajo el sol: Riqueza guardada por su dueño Para su propio perjuicio.


Y éste también es un mal grave: Que como vino se va. ¿Y qué provecho tiene El que se esfuerza tras el viento?


Este es el bien que vi: que es bueno y adecuado que uno coma y beba, y disfrute del bien de todo el trabajo en el cual labora bajo el sol todos los días de su vida que ʼElohim le da, porque ésta es su recompensa.


Además, todo hombre a quien ʼElohim da riquezas y posesiones, lo capacita para que las disfrute, tome la parte que le corresponde y se regocije en su trabajo. Esto es el don de ʼElohim.


¿Por qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no sacia? Escúchenme atentamente. Coman lo bueno y deléitese su vida con abundancia.


Nuestra heredad pasó a extraños, Nuestras casas a extranjeros.


Oh rey, el ʼElah Altísimo dio el reino, la grandeza, el esplendor y la majestad a tu padre Nabucodonosor.


Le socavan su fuerza los extraños, pero él no se da cuenta. El cabello cano se esparce en él, pero él no se da cuenta.


Un pueblo que no conoces comerá del fruto de tu tierra y de todo tu trabajo. Serás oprimido y quebrantado todos los días,


El extranjero que esté en medio de ti se elevará cada vez más por encima de ti, y tú descenderás más y más abajo.


Cuando lleguen, entrarán a un pueblo seguro y a una tierra espaciosa. Ciertamente, ʼElohim la entregó en su mano. Es un lugar donde no falta alguna cosa de las que hay en la tierra.


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