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Eclesiastés 4:1 - Palabra de Dios para ti 2022

1 Entonces volví a mirar todas las opresiones que se cometen bajo el sol. Ciertamente vi las lágrimas de los oprimidos. No tienen quien los consuele. Y por el otro lado, el poder de sus opresores, la fuerza bruta.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Además, observé toda la opresión que sucede bajo el sol. Vi las lágrimas de los oprimidos, y no había nadie para consolarlos. Los opresores tienen mucho poder y sus víctimas son indefensas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pensé además en todos los abusos que se cometen bajo el sol. Vi las lágrimas de los oprimidos, y no hay nadie que los consuele; sufren la violencia de sus opresores, y no hay nadie que venga en su ayuda.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Me volví y vi todas las opresiones que se cometen debajo del sol, y he aquí las lágrimas de los oprimidos sin nadie que los consolara, y del lado de sus opresores la fuerza bruta, sin nadie que los consolara.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 He visto además todos los abusos que se cometen bajo el sol: el llanto de los oprimidos sin que nadie los consuele, la violencia de los opresores sin que nadie reclame venganza.

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Eclesiastés 4:1
51 Referans Kwoze  

Yo también podría hablar como ustedes. Si su alma estuviera en lugar de la mía, podría hilvanar vocablos contra ustedes y menear la cabeza contra ustedes.


Claman bajo el peso de la opresión y gritan contra los poderosos,


Les ruego que desistan. Que no haya iniquidad. Sí, que mi justicia aún permanezca.


La tierra es entregada en manos de los perversos. Él cubre los semblantes de sus jueces. Si no es así, ¿entonces, quién?


Por la opresión a los pobres, Por el gemido del menesteroso, Ahora me levantaré, dice Yavé. Pondré en seguridad al que por ella suspira.


Miro a la derecha y observo Que no hay uno quien me atienda. No hay escape para mí. Nadie se preocupa por mi vida.


A Ti clamo, oh Yavé. Digo: Tú eres mi Refugio, Mi porción en la tierra de los que viven.


Mis lágrimas fueron mi alimento día y noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu ʼElohim?


Diré a ʼEL: Roca mía, ¿por qué te olvidaste de mí? ¿Por qué ando enlutado a causa de la opresión del enemigo?


La afrenta quebrantó mi corazón, Y estoy enfermo. Busqué compasión, y no hubo, Y consoladores, pero ninguno hallé.


Me dieron además hiel como alimento, Y en mi sed me dieron a beber vinagre.


Los alimentaste con pan de lágrimas. Les diste a beber lágrimas en abundancia.


y dijo: Cuando asistan a las mujeres hebreas en sus partos, al observar en la silla de parto que es un hijo, mátenlo, y si es una hija, que viva.


Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo: Echen al Nilo a todo hijo que nazca, pero a toda hija sálvenle la vida.


Todos los hermanos del pobre lo aborrecen, ¡Cuánto más se alejarán de él sus amigos! Los persigue con palabras, pero ya no están.


El hombre pobre que explota a los indigentes Es como lluvia torrencial que no deja pan.


Cuando aumentan los justos, el pueblo se regocija. Cuando gobierna el impío, el pueblo gime.


Además vi bajo el sol: En el lugar de la justicia hay impiedad, Y en el lugar de la equidad hay iniquidad.


Si ves opresión a los pobres, violación del juicio y la justicia en la provincia, no te maravilles a causa de esto, porque sobre el alto vigila el más alto. Hay Alguien más alto que ellos.


Porque la opresión perturba al sabio, Y el regalo corrompe el corazón.


Todo esto observé, y dediqué mi corazón a todo lo que se hace bajo el sol. Hay un hombre que domina a otro para su mal.


Ciertamente la viña de Yavé de las huestes es la Casa de Israel, y los hombres de Judá su planta deliciosa. Yavé esperaba equidad, pero ve derramamiento de sangre. Esperaba justicia, pero oye un clamor de aflicción.


La pondré en la mano de tus angustiadores, los que te decían: Póstrate y pasemos por encima. Y tú colocabas tu espalda como suelo, como calzada para los transeúntes.


Sus pies corren hacia el mal. Se apresuran a derramar sangre inocente. Sus pensamientos son de iniquidad. Desolación y destrucción hay en sus caminos.


ni saldrán con pan para consolar a los que estén de luto por ellos, ni les darán la copa de consuelo por su padre o por su madre.


Por estas cosas yo lloro. Mis ojos se deshacen en agua, Porque lejos de mí está un consolador Quien restituya mi alma. Mis hijos están desconsolados Porque prevaleció el enemigo.


Sion extiende sus manos. No hay uno quien la consuele. Yavé ordenó con respecto a Jacob Que los que la rodean sean sus adversarios. Jerusalén es entre ellos cosa impura.


Amargamente llora en la noche, Y sus lágrimas cubren sus mejillas. No hay quien la consuele entre todos sus amantes. Todos sus amigos la traicionaron Y se volvieron sus enemigos.


Su inmundicia está en sus faldas. Ella no tuvo en cuenta su futuro. Fue humillada hasta el asombro, No tiene consolador. Mira, oh Yavé, mi aflicción, Porque el enemigo se engrandeció.


No saben hacer lo recto, dice Yavé, atesoran en sus palacios violencia y devastación.


Proclamen en los palacios de Asdod, digan en los palacios de la tierra de Egipto: Reúnanse en las montañas de Samaria, vean las numerosas opresiones en medio de ella.


Además ustedes hacen esto: Cubren el altar de Yavé con lágrimas, llanto y gemido, porque ya no miro sus ofrendas, ni las acepto con agrado de su mano.


Entonces se convertirán. Distinguirán entre el justo y el perverso, y entre el que sirve a ʼElohim y el que no le sirve.


Vendré a ustedes para juzgar. Seré testigo inmediato contra los hechiceros, los adúlteros, los que juran en falso, los que defraudan el salario del jornalero, de la viuda y del huérfano, y los que hacen tropezar al extranjero sin temor a Mí, dice Yavé de las huestes.


Pero todo esto sucedió para que se cumplieran las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.


Un pueblo que no conoces comerá del fruto de tu tierra y de todo tu trabajo. Serás oprimido y quebrantado todos los días,


Servirás a tus enemigos que Yavé enviará contra ti, en medio de hambre, sed, desnudez y la falta de todas las cosas. Pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro hasta que te destruya.


Miren, los trabajadores que cosecharon sus tierras reclaman su jornal, el cual ustedes robaron y su clamor llegó a los oídos del Señor de las huestes.


Entonces los hijos de Israel clamaron a Yavé, porque aquél tenía 900 carruajes de hierro. Durante 20 años oprimió con crueldad a los hijos de Israel.


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