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2 Samuel 11:2 - Palabra de Dios para ti 2022

2 Sucedió que a la hora del atardecer David se levantó de su lecho y se paseaba por la azotea de la casa real. Desde la azotea vio a una mujer que se bañaba, y ella era muy hermosa.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Una tarde, después del descanso de mediodía, David se levantó de la cama y subió a caminar por la azotea del palacio. Mientras miraba hacia la ciudad, vio a una mujer de belleza singular que estaba bañándose.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Una tarde en que David se había levantado de su siesta y daba un paseo por la terraza, divisó desde lo alto de la terraza a una mujer que se estaba bañando; la mujer era muy hermosa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y sucedió que a la hora de la tarde, David se levantó de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa real, y desde el terrado vio a una mujer bañándose, y la mujer era muy hermosa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Una tarde, David se levantó de su lecho y se puso a pasear por la terraza del palacio real, cuando vio desde la terraza a una mujer que se estaba bañando, la cual era por cierto muy hermosa.

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2 Samuel 11:2
28 Referans Kwoze  

Sucedió que cuando se acercaba para entrar a Egipto, le dijo a su esposa Saray: Mira, eres mujer de hermosa apariencia.


La mujer vio que el árbol era bueno para comer y agradable a los ojos, y que era el árbol deseado para alcanzar conocimiento. Tomó de su fruto y comió. Le dio también a su esposo que estaba con ella, y él comió.


Siquem, hijo de Hamor, el heveo príncipe de aquella tierra, la miró y la tomó. Se unió a ella y la deshonró.


Todo lo que tenía lo dejó en mano de José. Con él allí, por nada se preocupaba, excepto por el pan que comía. José era de agradable presencia y de semblante varonil.


los hijos de ʼElohim vieron que las hijas del hombre eran hermosas, y tomaron para ellos mujeres de entre todas las que les gustaron.


Absalón, hijo de David, tenía una hija muy hermosa llamada Tamar. Aconteció después de esto que Amnón, hijo de David, se enamoró de ella.


A Absalón le nacieron tres hijos y una hija, el nombre de la cual era Tamar, y ella era una mujer de hermoso semblante.


Recab y Baanaos, los hijos de Rimón beerotita, fueron y entraron al mediodía en casa de Is-boset mientras dormía la siesta.


Cuando entraron en la casa, él estaba acostado en su lecho en la alcoba, donde lo hirieron y mataron. Luego lo decapitaron, tomaron su cabeza y caminaron por el camino del Arabá toda la noche.


Hice un pacto con mis ojos. ¿Cómo podría entonces fijar mi mirada en una doncella?


Aparta mis ojos para que no miren vanidad. Revíveme en tus caminos.


La pereza produce un sueño profundo, Y la persona ociosa pasará hambre.


Engañosa es la gracia y vana la hermosura, La mujer que teme a Yavé será alabada.


No codicies en tu corazón su hermosura, Ni dejes que te cautive con sus párpados.


Que pasaba por la calle cerca de la esquina de ella. Caminaba en dirección a la casa de ella


Las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá que están contaminadas serán como Tófet, todas las casas sobre cuyas azoteas ofrecen incienso a todo el ejército del cielo y vierten libaciones a otros ʼelohim.


Lo que les digo en la oscuridad díganlo en la luz, y lo que oyen al oído proclámenlo desde las azoteas.


El que esté en la azotea, no baje a tomar las cosas de su casa,


Pero Yo les digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.


El día siguiente como a medio día, cuando ellos viajaban y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a hablar con Dios.


Cuando construyas una casa nueva, harás pretil a tu terraza, no sea que si alguno cae de allí, eches delito de sangre sobre tu casa.


No codiciarás la esposa de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que pertenece a tu prójimo.


Pero el fin de todas las cosas está cerca. Sean, pues, serios y sobrios en las conversaciones con Dios,


Porque todo lo que hay en el mundo: el deseo ardiente del cuerpo, el deseo ardiente de los ojos y la soberbia de la vida, no es del Padre, sino del mundo.


Cuando bajaron del lugar alto a la ciudad, habló con Saúl en la azotea.


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