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1 Pedro 3:3 - Palabra de Dios para ti 2022

3 Su adorno no sea el externo, de peinados ostentosos, de joyas de oro o de vestidos lujosos,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 No se preocupen tanto por lucir peinados rebuscados, collares de oro y vestidos lujosos, todas cosas exteriores,

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Vuestro° atavío no sea el exterior, de trenzado de cabellos y atavíos de oro, o de uso de vestidos lujosos,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Vuestro adorno no sea el exterior, el peinado de los cabellos, los aderezos de joyas, los suntuosos vestidos,

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1 Pedro 3:3
22 Referans Kwoze  

Aconteció que cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le dio un pendiente de oro que pesaba 5,5 gramos, y dos brazaletes de oro que pesaban 110 gramos.


Le pregunté: ¿De quién eres hija? Y respondió: Soy hija de Betuel, el hijo que Milca le dio a luz a Nacor. Entonces le puse el pendiente en la nariz y los brazaletes en sus manos.


Después el esclavo sacó alhajas de plata, objetos de oro y ropa, y se los dio a Rebeca. También dio valiosos regalos a su hermano y a su madre.


Después Jehú fue a Jezreel. Y cuando Jezabel lo supo, se pintó los ojos, arregló su cabello y miró por la ventana.


Al tercer día sucedió que Ester vistió sus atavíos reales y se presentó en el patio interior del palacio del rey, frente a la cámara real. El rey estaba sentado en su trono real, frente a la entrada principal del palacio.


Hijas de reyes están entre tus honorables damas. A su mano derecha está la reina con oro de Ofir.


sino cada mujer pedirá a su vecina y a la huésped de su casa objetos de plata y de oro, y ropa, y los pondrán sobre sus hijos e hijas. Así despojarán a los egipcios.


Entonces Aarón les dijo: Quiten los zarcillos de oro de las orejas de sus esposas, sus hijos y sus hijas, y tráiganmelos.


Al escuchar el pueblo esta mala noticia, hicieron duelo y ninguno se vistió sus atavíos.


Acudieron los hombres y las mujeres, todos los de corazón generoso, y llevaron aretes, zarcillos, sortijas, collares, toda clase de joyas de oro, y también todo aquel que había mecido una ofrenda de oro para Yavé.


Hizo la fuente y su fuste de bronce con los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del Tabernáculo de Reunión.


¡Despierta! ¡Despierta! Cúbrete con tu poder, oh Sion. Cúbrete con tu ropa de gala, oh Jerusalén, Ciudad Santa. Porque nunca jamás volverá a entrar en ti algún incircunciso o impuro.


Me regocijaré en Yavé en gran manera. Mi alma se alegrará en mi ʼElohim, porque me cubrió con ropas de salvación. Me envolvió en su manto de justicia. Como a un novio me atavió con una diadema, como una novia se adorna con sus joyas.


¿Olvida una doncella sus adornos o una novia su atavío? Pues mi pueblo me olvidó un sinnúmero de días.


Y tú, oh desolada, ¿qué harás? Aunque te cubras de color rojo, aunque te adornes con oro, aunque te agrandes tus ojos con pintura, en vano te embelleces. Tus amantes te desprecian. Ellos buscan tu vida.


Además enviaste mensaje a hombres que llegan de lejos. Les enviabas mensajeros y llegaban en seguida. Por amor a ellos te lavaste, pintaste tus ojos y te ataviaste con adornos.


No sean moldeados por este mundo, sino sean transformados por la renovación de la mente, para que comprueben la voluntad de Dios, la cual es buena, aceptable y perfecta.


cuando consideren su conducta casta y respetuosa.


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