Salmos 71:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

¹¹ «Y dicen: ¡Dios lo ha abandonado! Ahora le echaremos mano. No hay quien lo ayude».

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

¹¹ Diciendo: Dios lo ha desamparado; Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre.

Biblia Nueva Traducción Viviente

¹¹ Dicen: «Dios lo ha abandonado. Vayamos y agarrémoslo, porque ahora nadie lo ayudará».

Biblia Católica (Latinoamericana)

¹¹ Dicen: 'Dios lo ha abandonado; persíganlo y agárrenlo, nadie lo ayudará'.

La Biblia Textual 3a Edicion

¹¹ Diciendo: ’Elohim lo ha desamparado, ¡Perseguidlo y prendedlo, pues no hay quien lo libre!

Biblia Serafín de Ausejo 1975

¹¹ 'Dios le tiene abandonado: acosadle y prendedle: no hay nadie que le salve'.

Salmos 71:11 Referans Kwoze

Salmos 3:2

Muchos dicen que Dios jamás me ayudará

Salmos 37:25

Fui joven y estoy viejo, y en todos mis años jamás vi al justo en la miseria; tampoco he visto a los hijos de los justos pasar hambre.

Salmos 37:28

Porque el Señor ama la justicia y la rectitud. Nunca abandonará a su pueblo. Ellos serán eternamente guardados a salvo; pero los hijos de los que aman la maldad perecerán.

Salmos 42:10

Sus burlas me traspasan como fatal herida no se cansan de preguntarme burlándose: «¿Dónde está ese Dios tuyo?».

Salmos 50:22

Arrepiéntanse todos los que se han olvidado de Dios, antes que los despedace y nadie pueda ayudarlos.

Salmos 7:2

No dejes que me devoren como leones, que me despedacen y me arrastren sin nadie que me libre.

Daniel 3:15

Les daré una oportunidad. Cuando oigan la música, si se inclinan y rinden homenaje a la estatua, no tomaré en cuenta su falta; pero si se niegan a hacerlo, serán arrojados inmediatamente en un horno de fuego ardiente. Y entonces, ¿qué dios podrá librarlos de mi castigo?

Mateo 27:46

Cerca de las tres, Jesús gritó: ―Elí, Elí ¿lama sabactani? (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)

Mateo 27:49

Pero los demás dijeron: ―Déjalo. Vamos a ver si Elías viene a salvarlo.

1 Samuel 23:7

Saúl pronto supo que David estaba en Queilá. «Bien —exclamó—. Ahora lo tenemos. Dios lo ha entregado en mis manos, pues se ha atrapado a sí mismo en una ciudad amurallada».