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Salmos 69:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 He llorado hasta agotarme. Tengo la garganta seca y enronquecida. Tengo los ojos hinchados de llorar, en espera de que Dios me ayude.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Estoy agotado de tanto gritar por ayuda; tengo la garganta reseca. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, a la espera de la ayuda de mi Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Me agoto de gritar, me arde la garganta, y mis ojos se cansan de esperar a mi Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Estoy cansado de llamar, Mi garganta ha enronquecido, Mis ojos desfallecen esperando a mi Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 que me estoy anegando en el cieno del abismo, sin poder hacer pie; que me estoy sumergiendo en las aguas profundas, envuelto en las corrientes.

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Salmos 69:3
18 Referans Kwoze  

Pero los malvados no hallarán escapatoria: su única esperanza está en la muerte».


El llanto enrojece mis ojos, y en mis párpados hay sombra de muerte.


Mis ojos se nublan en espera de tu liberación; en espera del cumplimiento de tu promesa.


Mis ojos se esfuerzan por ver cumplidas tus promesas. ¿Cuándo me consolarás?


mi fuerza se ha secado como una teja quemada por el sol; la lengua se me pega al paladar, porque me has echado en el polvo de la muerte.


Cada día clamo a ti, mi Dios, pero tú no me respondes; clamo de noche pero no hallo reposo.


Dame por guardias la santidad y la integridad, pues espero que me protejas,


Entonces, Señor, mi única esperanza está en ti.


Me ha dado un nuevo cántico para que lo entone, con alabanzas a nuestro Dios. Ahora muchos oirán de las cosas admirables que él hizo; maravillados estarán ante el Señor, y en él pondrán su confianza.


El dolor me tiene agotado; cada noche baño en lágrimas mi almohada.


Me dieron a comer veneno; para mi sed me brindaron vinagre.


Tu enojo es como una pesada carga para mí; como si fuera olas que me hunden.


Delirante, parloteaba como golondrina y gemía como paloma. Se me cansaban los ojos esperando auxilio. “¡Oh Dios!”, clamé, “¡estoy atribulado, ayúdame!”.


He llorado hasta agotar mis lágrimas, todo mi ser se siente profundamente conmovido al ver lo que ha pasado a Jerusalén. ¡Incluso niños, niñas y bebés de pecho desfallecen y mueren en las calles de la ciudad!


Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo: ―Tengo sed.


Ante tu vista tus hijos e hijas serán llevados en esclavitud. Tu corazón se quebrantará de angustia al verlos, pero no podrás ayudarlos.


Cuando Cristo estaba en la tierra, con voz fuerte y muchas lágrimas ofreció ruegos y súplicas a Dios, quien podía librarlo de la muerte. Y Dios escuchó sus oraciones en virtud de su ferviente deseo de obedecer a Dios.


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