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Nehemías 2:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 ―Bien, ¿qué podemos hacer? —preguntó el rey. Elevé una oración al Dios del cielo pidiendo su ayuda, y le contesté al rey: ―Si agrada a Su Majestad, y si en verdad usted quiere ayudarme, envíeme a Judá, para reconstruir la ciudad de mis padres.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 El rey preguntó: —Bueno, ¿cómo te puedo ayudar? Después de orar al Dios del cielo,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El rey entonces me respondió: '¿Qué quieres?' Supliqué al Dios del Cielo'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y me preguntó el rey: ¿Qué es lo que me pides? Entonces oré al Dios de los cielos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Díjome el rey: '¿Qué pretendes, pues?'. Encomendándome al Dios del cielo,

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Nehemías 2:4
15 Referans Kwoze  

Cuando alguien le dijo a David que Ajitofel, su consejero, estaba de parte de Absalón, David oró: «Señor, haz que fracasen los planes de Ajitofel».


Esa noche, el Señor se le apareció en un sueño, y le dijo: ―Pídeme lo que quieras, que yo te lo daré.


Señor, escucha mi oración. Escucha la oración de quienes se deleitan en darte gloria y honra. Te ruego que me permitas tener éxito cuando me presente ante el rey con mi petición. Haz que el rey me atienda y me trate bien». Yo era entonces copero del rey.


Cuando oí esto me senté y lloré. Durante varios días ayuné y oré así al Dios del cielo:


«Señor, Dios del cielo, Dios grande y temible, que cumples las promesas y que amas y tienes misericordia de los que te aman y te obedecen, escucha mi oración.


Pero yo les contesté: ―El Dios del cielo nos ayudará, y nosotros, sus siervos, reedificaremos los muros. Ustedes no tienen autoridad sobre nosotros, pues no tienen ninguna herencia en Jerusalén, ni hacen parte de su historia.


El rey, que tenía a la reina sentada a su lado, me preguntó cuánto tiempo duraría mi viaje y cuándo pensaba regresar. Entonces fijé una fecha para mi partida, y el rey estuvo de acuerdo.


―¿Qué deseas, reina Ester? —le preguntó el rey—. ¿Cuál es tu petición? Te daré todo lo que quieras, aun cuando sea la mitad del reino.


Mientras bebían vino, el rey le volvió a decir a Ester: ―Ahora dime qué es lo que realmente quieres, y yo te lo daré, aun cuando sea la mitad del reino.


Nuevamente, mientras bebían vino, el rey le preguntó a la reina Ester: ―¿Cuál es tu petición, reina Ester? ¿Qué es lo que deseas? Cualquier cosa que sea. ¡Te daré hasta la mitad de mi reino!


Den gracias al Dios del cielo; su gran amor perdura para siempre.


Busca la voluntad del Señor en todo lo que hagas, y él dirigirá tus caminos.


―¿Qué quieres que te haga? —le preguntó Jesús. ―Maestro —dijo—, ¡quiero recobrar la vista!


El comandante, tomando al muchacho de la mano, lo llevó a un lugar aparte y le preguntó: ―¿Qué tienes que decirme?


No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias.


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