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Marcos 7:34 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

34 Luego, mirando al cielo, suspiró y ordenó: «¡Efatá!» (que quiere decir: ¡Ábrete!)

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Mirando al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa «¡Ábranse!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 En seguida levantó los ojos al cielo, suspiró y dijo: 'Effetá', que quiere decir: 'Abrete.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 y mirando al cielo, suspiró, y le dice: ¡Effathá! (Es decir, ábrete.)

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Y levantando entonces los ojos al cielo, suspiró y le dice: '¡Effathá!', que significa: '¡Ábrete!'.

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Marcos 7:34
21 Referans Kwoze  

Pasaron muchos años, y murió el faraón. Los israelitas, sin embargo, gemían bajo su pesada carga, profundamente atribulados por la esclavitud, y lloraban amargamente delante de Dios. Dios oyó su lamento desde los cielos y


Todos lo despreciaron y lo rechazaron. Fue un hombre marcado por el dolor y habituado al más amargo sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo, lo ignorábamos y lo considerábamos como harapo pisoteado en el camino.


Jesús, compadecido, lo tocó y le dijo: ―Quiero; queda curado.


A esta hora Jesús gritó con fuerza: —Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)


La tomó de la mano y le dijo: ―Talita cum (que significa: Levántate, niña).


Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego, partió los panes y los pescados y los fue dando a los discípulos para que los repartieran entre la multitud.


Al instante el hombre pudo oír y hablar perfectamente.


Y él, suspirando profundamente, respondió: ―¿Por qué pide esta gente una señal? Les aseguro que no se le dará ninguna.


Jesús le dijo: ―¡Recibe la vista! Tu fe te ha sanado.


Cuando Jesús estaba cerca de Jerusalén y vio la ciudad, lloró por ella.


Se acercó luego y tocó la camilla. Los que la llevaban se detuvieron, y Jesús dijo: ―¡Joven, te ordeno que te levantes!


Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, se conmovió mucho y se turbó.


Jesús, conmovido una vez más, se acercó al sepulcro. Era una cueva que tenía tapada la entrada con una piedra.


Entonces quitaron la piedra. Jesús miró al cielo y dijo: ―Padre, te doy gracias porque me has escuchado.


Después de decir esto, gritó con todas sus fuerzas: ―¡Lázaro, sal de ahí!


Al terminar de decir estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti.


―¡Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana! Levántate y arregla tu cama. El paralítico quedó curado instantáneamente.


Pedro les ordenó que salieran del cuarto y se arrodilló a orar. Luego se volvió hacia el cadáver: ―Levántate, Tabita —le ordenó. Inmediatamente ella abrió los ojos; y al ver a Pedro, se incorporó.


Nuestro sumo sacerdote entiende nuestras debilidades, porque él mismo experimentó nuestras tentaciones, si bien es cierto que nunca cometió pecado.


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