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Marcos 3:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 Cada vez que los endemoniados lo veían, caían de rodillas ante él gritando: ―¡Tú eres el Hijo de Dios!

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Y, cuando los que estaban poseídos por espíritus malignos lo veían, los espíritus los arrojaban al suelo frente a él y gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Incluso los espíritus malos, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: 'Tú eres el Hijo de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y cuando los espíritus inmundos lo veían, caían ante Él, y gritaban diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 También los espíritus impuros, cuando lo veían, se postraban ante él gritando: 'Tú eres el Hijo de Dios'.

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Marcos 3:11
14 Referans Kwoze  

Los otros discípulos, maravillados, se arrodillaron y le dijeron: ―¡No cabe duda de que eres el Hijo de Dios!


y el diablo se le acercó. ―Si eres el Hijo de Dios —le dijo—, haz que estas piedras se conviertan en pan.


―Si eres el Hijo de Dios —le dijo—, tírate desde aquí. Las Escrituras dicen que Dios enviará a sus ángeles a cuidarte, y ni siquiera te tropezarás con las rocas.


Al ver a Jesús, le gritaron: ―¡Déjanos tranquilos, Hijo de Dios! ¡Todavía no es hora de que nos atormentes!


y los demonios le suplicaron a Jesús: ―Si nos vas a echar fuera, déjanos entrar en aquel hato de cerdos.


Este es el principio de la buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios.


También de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que era el Cristo.


Cuando vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces dijo a gran voz: ―¿Qué quieres conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!


La joven empezó a seguirnos. ―¡Estos hombres son siervos de Dios que han venido a enseñarles el camino de salvación! —gritaba a nuestras espaldas.


El que tenga hambre, coma en su casa, para que Dios no los castigue por lo que hacen en sus reuniones. Las demás cuestiones las hablaremos cuando vaya a verlos.


Tú crees que hay un solo Dios. ¡Qué bien! Pero también los demonios lo creen, y tiemblan.


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