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Isaías 9:17 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

17 Por eso el Señor no se complace en sus mancebos, y no se apiada siquiera de las viudas ni de los huérfanos, pues todos son malvados, mentirosos de inmunda boca. Por eso es que aún no está satisfecha su ira y su puño está aún listo para aplastarlos a todos.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Por eso el Señor no se complace en los jóvenes, ni tiene misericordia siquiera de las viudas y los huérfanos. Pues todos son unos hipócritas perversos, y todos ellos hablan necedades. Pero aun así no quedará satisfecho el enojo del Señor. Su puño sigue preparado para dar el golpe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Pues su maldad arde como fuego, devora zarzas y espinas, y después quema la espesura del bosque, y todos ellos se disipan como se disipa el humo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Por tanto, Adonay no se compadecerá de sus jóvenes, Ni tendrá compasión de sus huérfanos y de sus viudas; Porque todos son impíos y malvados, Y toda boca habla infamias.° Y con todo, no se aplaca su ira: Su mano sigue extendida.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Pues arde como fuego la maldad, que devora zarzas y abrojos; prende en los matorrales del bosque, que crepitan en remolinos de humo.

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Isaías 9:17
33 Referans Kwoze  

Porque los impíos son estériles: no logran producir nada realmente bueno. El fuego de Dios los consume junto con todas sus posesiones.


Que nadie sea generoso con ellos; que nadie se apiade de sus hijos huérfanos.


A él la fuerza del caballo no le causa admiración.


¡Qué nación tan pecadora! Andan encorvados bajo la carga de su culpa. También sus padres fueron malvados. Nacidos para el mal, le volvieron las espaldas al Señor y menospreciaron al Santo de Israel. Ellos mismos se han alejado de mi auxilio.


de modo que no haya justicia para los pobres, las viudas y los huérfanos. Sí, es cierto que hasta roban a las viudas y a los niños sin padre.


Yo no los ayudaré, tropezarán como prisioneros y yacerán entre los muertos. Y aún así no estará satisfecha mi ira, sino que aún tendré el puño listo para golpearlos.


El ejército atacante no se apiadará de los jóvenes de Babilonia, ni de sus infantes o niños de pecho.


Para ti no habrá monumento, porque has destruido a tu nación y has asesinado a tu pueblo. Tu hijo no te sucederá en el trono.


Mi pueblo es como secas ramas de árbol, quebradas y puestas como leña debajo de las ollas. Son una nación necia, un pueblo fatuo e insensato, puesto que se aparta de Dios. Por lo tanto, no se apiadará de sus habitantes el que los hizo, ni les mostrará misericordia.


La administración civil de Israel estará en completa ruina porque los judíos han hablado contra su Señor y no quieren adorarlo, ofenden su gloria.


Por su sabiduría, el Señor enviará grandes males a su pueblo y no cambiará de opinión. Se alzará contra ellos por el mal que han hecho, y también a sus aliados los aplastará.


Porque estos egipcios no son más que hombres, ¡no son Dios! ¡Débil carne son sus caballos, y no espíritus poderosos! Cuando el Señor cierre el puño ante ellos, tropezarán y caerán en medio de aquellos a quienes procuran ayudar. Juntos sufrirán la derrota.


Nada ganarán ustedes los asirios con todos sus esfuerzos, su propio aliento se volverá fuego que los consumirá.


Sus ejércitos arderán y serán reducidos a cal, como si fueran espinos cortados y echados al fuego.


Hasta los jóvenes quedan sin aliento y los muchachos se dan por vencidos.


Por tanto Dios se encargará de ellos y los dará al fuego. Desaparecerán como la paja en las llamas. Las raíces se les pudrirán y las flores se les marchitarán, porque han desechado las leyes de Dios y han menospreciado la Palabra del Santo de Israel.


Por eso está encendida contra su pueblo la ira del Señor, por eso ha extendido su mano para aniquilarlos. Temblarán las colinas y los cadáveres podridos de su pueblo serán echados como basura a las calles. Pero aún así no se aplaca su ira, todavía levanta su mano sobre ellos.


Jerusalén, así como un joven se casa con su novia, así se casa contigo el que te reconstruyó. El Señor se regocija contigo, como el marido se alegra con su esposa.


Y yo me regocijaré en Jerusalén, y en mi pueblo, y el sonido del llanto y del clamor no se volverá a escuchar allí jamás.


Manasés contra Efraín, Efraín contra Manasés, y ambos contra Judá. Pero ni aun después de todo esto se satisface la ira de Dios. Aún pende sobre ellos su mano para aplastarlos.


Ahora, Señor, ¡mi deseo es que mueran de hambre sus hijos y les caigan encima guerras terribles! ¡Que queden viudas sus mujeres y pierdan todos sus hijos! ¡Que mueran sus hombres por la peste y sus muchachos en la batalla!


¡Corran arriba y abajo por todas las calles de Jerusalén; busquen con cuidado por todas partes para ver si pueden hallar siquiera una persona justa y honrada! Si encuentran aunque sea una, no destruiré la ciudad.


¡Yo reinaré sobre ustedes con gran autoridad y rigidez, así como con gran ira y poder!


»Les envié plagas como las enviadas sobre Egipto. Maté a sus jóvenes en la guerra, junto con sus caballos. El hedor de los cadáveres era tan fuerte que se sentía en todo el país. Pero no sirvió de nada, pues ustedes ni por ello acudieron a mí para que los ayudara. Lo ha dicho el Señor.


Ese día, las muchachas hermosas y los jóvenes valientes desmayarán de sed.


Ya no hay gente honrada en este país. ¡Ya no queda en este país ni una sola persona que practique la justicia! Son todas homicidas, que se vuelven contra sus propios familiares. ¡Unos a otros buscan hacerse daño!


¡Todos apreciarán la bondad y hermosura de Dios! ¡La felicidad del pueblo será muy grande! ¡Qué bello será todo aquello! ¡El trigo dará vigor a sus jóvenes, y el vino dulce alegrará a las muchachas!


¡Crías de víboras! ¿Cómo van a hablar de lo bueno si son malos? ¡La boca expresa lo que hay en el corazón!


y si por la mañana se pone rojo, saben que habrá tempestad. ¡Y sin embargo, no pueden leer las notorias señales de los tiempos!


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