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Isaías 66:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

2 Mis manos hicieron la tierra y el cielo, los cuales son míos. Pero siento inclinación por el hombre de corazón humilde y contrito, que tiene reverencia ante mi palabra.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Con mis manos hice tanto el cielo como la tierra; son míos, con todo lo que hay en ellos. ¡Yo, el Señor, he hablado! »Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido, a los que tiemblan ante mi palabra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 si todo esto lo ha hecho mi mano y todo esto es mío?, dice Yavé. Pero en quien fijo realmente mis ojos es en el pobre y en el corazón arrepentido, que se estremece por mi palabra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Mi mano hizo todas estas cosas, Y así todas ellas llegaron a existir, dice YHVH. Pero Yo miraré al pobre y humilde de espíritu, Y que tiembla ante mi palabra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Pues todas estas cosas las hizo mi mano, todas ellas son mías -dice Yahveh-. Pero en éste me fijo: en el humilde y contrito, el que tiembla a mi palabra.

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Isaías 66:2
35 Referans Kwoze  

«¿Ves cómo se ha humillado Acab delante de mí? Por cuanto él ha hecho esto, no haré lo que anuncié durante su vida. Pero enviaré la desgracia a su familia durante el reinado de su hijo».


Cuando el rey se enteró de lo que estaba escrito en él, se rasgó la ropa, lleno de temor,


Prometemos solemnemente, delante de nuestro Dios, separarnos de nuestras esposas y de los hijos que con ellas hemos tenido. Haremos lo que tú y todos los que obedecen la ley de nuestro Dios nos aconsejen. Obedeceremos las leyes de Dios.


Entonces muchos de los que obedecían las palabras del Dios de Israel, debido a este pecado del pueblo, vinieron y se sentaron conmigo hasta la hora del holocausto de la tarde.


El temor a ti me hace temblar; temo tus juicios.


Grandes hombres me han perseguido sin causa, pero mi corazón solamente teme a tu palabra.


Aunque el Señor es grande, toma en cuenta a los humildes, y está lejos de los orgullosos.


El Señor está cerca de los que tienen el corazón quebrantado; libra a los de espíritu abatido.


Lo que quieres es un espíritu quebrantado. Al corazón quebrantado y contrito, Dios, no lo despreciarás tú.


Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, las ofrendas quemadas y otra vez sobre tu altar se ofrecerán becerros.


Dichoso el hombre que honra al Señor, pero el que endurece su corazón caerá en desgracia.


El orgulloso será humillado, pero el humilde será honrado.


¡Alcen los ojos a los cielos! Quien creó los planetas y las estrellas, las llama a cada una con nombre cariñoso y las cuenta para cerciorarse de que ninguna se ha perdido o extraviado.


Todos verán este milagro y comprenderán que es Dios quien lo hizo, el Santo de Israel.


El que es alto y excelso y habita la eternidad, aquel cuyo nombre es santo, dice así: Yo moro en aquel elevado y santo sitio, pero también estoy donde habitan los pobres y los afligidos, y a ellos les doy ánimo y aliento.


El Espíritu del Señor Todopoderoso está sobre mí, porque me eligió para traer buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad.


Escuchen las palabras de Dios, todos los que le temen y tiemblan ante sus palabras: Sus hermanos los odian y los desechan por ser leales a mi nombre. «Den gloria a Dios», dicen burlándose, «gócense en el Señor». Pero ellos serán avergonzados debido a estas burlas.


El Señor rugirá como un león y su pueblo lo seguirá. Sí, él rugirá y su pueblo vendrá temblando desde el oeste.


¡Pueblo de Dios! Ya el Señor les ha dicho qué es lo que él espera que ustedes hagan. Ya él les ha enseñado lo que es bueno y espera que ustedes hagan. Lo que el Señor les pide es que practiquen la justicia, que sean misericordiosos y que vivan siguiendo fielmente sus instrucciones.


»Tiemblo cuando oigo de todo esto; mis labios se estremecen de temor. Mis piernas se me aflojan y me agito de terror. Esperaré tranquilamente el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos invade.


»Pues les digo que el que ahora está aquí es mayor que el templo.


¿No fui yo el que hizo todas estas cosas?”.


»Levántate, entra en la ciudad y espera instrucciones».


Queridos hermanos, ustedes siempre me han obedecido, no sólo cuando estuve con ustedes sino también ahora que ya no estoy; lleven a cabo su salvación con temor y temblor,


Cristo ya existía antes de todas las cosas y, por su poder, todas subsisten.


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