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Isaías 64:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Y, sin embargo, nadie invoca tu nombre ni te suplica misericordia. A causa de ello, tú te has apartado de nosotros y nos has abandonado por nuestra maldad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Sin embargo, nadie invoca tu nombre ni te ruega misericordia. Por eso tú te apartaste de nosotros y nos entregaste a nuestros pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Y, sin embargo, Yavé, tú eres nuestro Padre, somos la greda que tus manos plasmaron, todos nosotros fuimos hechos por tus manos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 No hay quien invoque tu Nombre, Ni se afane para asirse de ti, Pues ocultaste tu rostro de nosotros, Y nos entregaste en poder de nuestra culpa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pero ahora, Yahveh, tú eres nuestro padre. Nosotros somos la arcilla y tú el alfarero, obra de tus manos todos nosotros.

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Isaías 64:7
27 Referans Kwoze  

¡Ay, te ruego que recuerdes que estoy hecho de polvo! ¿Tan pronto me harás volver al polvo?


Si tus hijos pecaron contra él y él los castigó,


Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo y ovejas de su prado.


¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo? Devoran a mi pueblo como pan; y en cuanto a orar, ¡ni pensarlo!


¿Quieres que los egipcios digan: “Dios los engañó y los hizo ir a las montañas para matarlos y borrarlos de la tierra”? Aparta tu ira y no le hagas eso a tu pueblo.


De ahora en adelante, cuando oren con las manos levantadas al cielo, no miraré ni escucharé. Por más oraciones que hagan, no escucharé, porque sus manos son manos de asesinos, están manchadas con la sangre de víctimas inocentes.


¡Ay del ser humano que lucha contra su Creador! ¿Acaso discute la vasija con su hacedor? ¿Disputa la arcilla con quien le da forma, diciéndole: «¡Alto, te has equivocado!»? ¿O exclama la vasija: «¡Qué torpe eres!»?


¿Me faltaron fuerzas para librarlos? ¿Será por eso que la casa está silenciosa y vacía cuando llego? ¿No tendré ya poder para librar? No, esa no es la razón. Yo puedo reprender al mar y dejarlo seco, puedo convertir los ríos en desiertos cubiertos de peces agonizantes.


En un momento de ira no quise saber nada de ti, pero con amor eterno nuevamente tendré compasión de ti, dice el Señor, tu Redentor.


Esto digo a los eunucos que respetan mis días de reposo, me son fieles y me obedecen:


Estuve airado y herí a estos hombres codiciosos, pero ellos continuaron pecando, haciendo cuanto su malvado corazón anhelaba.


Se asombró de que nadie interviniera y decidió salvarlos con su poder y su justicia.


El problema está en que sus pecados los han separado de Dios. Por causa del pecado él ha escondido su rostro de ustedes y ya no quiere escucharlos.


Nadie se preocupa por ser justo y fiel. Sus litigios se fundan en mentiras; pasan el tiempo planeando males y ejecutándolos.


¡Ciertamente aún eres nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob nos desconocieran, tú serías nuestro Padre, nuestro Liberador desde la antigüedad.


Por lo tanto, esto dice el Señor de los ejércitos: Los haré pasar por grandes pruebas para comprobar su calidad, así como se hace con los metales para librarlos de las impurezas. ¿Qué otra cosa puedo hacer con ellos?


Yo busqué en vano alguien que fuera justo y pudiera interceder a favor de la ciudad, que sirviera como su protector, quien pudiera colocarse en la brecha y defenderte de mis justos ataques, pero no encontré a nadie.


Déjala vacía sobre las brasas para que se queme su herrumbre y todas las adherencias de comida.


Yo los abandonaré y volveré a mi hogar, hasta que ellos admitan su culpa y miren hacia mí en busca de ayuda. ¡Sí, en medio de su aflicción me buscarán!».


»Se acuestan en sus camas a gemir por su desgracia, pero no oran a mí con sinceridad. Cuando no tienen trigo ni vino, se hacen heridas en el cuerpo para solicitar ayuda a los ídolos, y no dejan de ser rebeldes.


Todos son iguales en su inclinación por el mal. Sus reyes llegan y pasan, uno tras otro, pero ninguno es capaz de clamar a mí por ayuda.


»El hijo respeta a su padre y el esclavo a su amo. Yo, el Señor Todopoderoso, sin embargo les pregunto a ustedes, sacerdotes, que no le dan ninguna importancia a mi gran fama: “Si soy su Padre, ¿por qué no me respetan? Si soy su Amo, ¿por qué no me tienen temor?”. »Pero ustedes aún se atreven a preguntar: “¿Cuándo hemos tenido en nada tu gran fama?”.


¿Acaso no tenemos todos un mismo padre? ¿No fuimos todos creados por el mismo Dios? Sin embargo, hemos actuado deslealmente unos con otros, pues no le damos la mínima atención al convenio que hicieron nuestros antepasados con el Señor.


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