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Isaías 64:4 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

4 Porque desde que el mundo es mundo nadie vio ni oyó jamás de un Dios como el nuestro, que se manifiesta en favor de los que en él confían.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Tú has desconcertado a los que vivían como justos, y que te recordaban, siguiendo tus caminos. Te enojaste, pues a lo mejor pecamos; hemos actuado mal, pero tendremos salvación.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios fuera de ti, Que hiciera tanto por el que espera en Él:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 ¡Ah, si acogieras a quienes practican la justicia, a quienes se acuerdan de ti en sus caminos! He aquí que estás enojado porque hemos pecado contra ti desde antiguo, hemos sido rebeldes.

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Isaías 64:4
36 Referans Kwoze  

»¡Señor, esperaré tu ayuda!


Nuestra historia ha sido una historia de pecado. Por esto es que nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados en manos de reyes paganos, quienes nos hirieron, nos tomaron cautivos, nos robaron, y nos humillaron en público. Y hasta hoy esto nos sucede.


con los que cumplen su pacto y se acuerdan de cumplir sus mandamientos.


Yo espero en el Señor; sí, espero en él. He puesto mi esperanza en su palabra.


¡Cuán grande es tu bondad para los que a la vista de la gente declaran que tú los rescatarás! Porque guardas grandes bendiciones para quienes en ti confían y te reverencian.


Silencioso estoy ante el Señor, esperando que él me libre. Porque sólo de él procede la salvación.


En aquel día proclamará el pueblo: «Este es nuestro Dios, en quien confiamos, a quien hemos esperado. Ahora por fin está aquí». ¡Qué día de regocijo!


Pero el Señor aún espera que acudan a él para poder demostrarles su amor. Él los conquistará para bendecirlos, tal como lo ha dicho, porque el Señor es fiel a su promesa. Bienaventurados son cuantos esperan confiados en la ayuda del Señor.


Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas: emprenderán vuelo como si tuvieran alas de águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no desfallecerán.


porque sus pecados siguen amontonándose en presencia del justo Dios, y dan testimonio en contra suya. Ustedes mismos dicen: Sí, sabemos lo pecadores que somos,


»”¡Oh Señor, nuestro Dios, tú trajiste gran fama a tu nombre al sacar a tu pueblo de Egipto con tu gran poder! Pero hemos cometido muchas maldades y estamos llenos de impiedad.


Pero nosotros hemos actuado muy mal; nos hemos rebelado contra ti y hemos despreciado tus instrucciones.


»”¡Oh Señor, nosotros, nuestros reyes y príncipes, y padres estamos llenos de vergüenza a causa de nuestras malas acciones!


Todos son iguales en su inclinación por el mal. Sus reyes llegan y pasan, uno tras otro, pero ninguno es capaz de clamar a mí por ayuda.


»Aunque los esparza como semillas entre las naciones, aún en esos pueblos lejanos se acordarán de mí. Aunque llegaran a vivir con sus hijos lejos de su tierra, regresarán a ella de nuevo.


»Entonces yo, el Rey, diré a los de mi derecha: “Vengan, benditos de mi Padre. Entren al reino que está preparado para ustedes desde la fundación del mundo,


En aquel tiempo había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso. Vivía con la esperanza de que Dios libertara a Israel. El Espíritu Santo estaba con él


Y si me voy a prepararles un lugar, volveré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.


pues la creación aguarda con ansiedad el día en que se manifieste que somos hijos de Dios,


porque no les falta ya ningún don espiritual, mientras esperan con ansias el regreso de nuestro Señor Jesucristo.


También cuentan cómo ustedes esperan que Jesús regrese del cielo: él, que es el Hijo amado de Dios, a quien Dios resucitó y quien nos libra del castigo que viene.


No hay duda alguna de que lo que Dios ha revelado acerca de nuestra fe es muy grande: Cristo vino a la tierra como hombre, fue declarado inocente por el Espíritu, fue visto por los ángeles, fue predicado entre las naciones, creído en el mundo y recibido en la gloria.


Deseaban, más bien, una patria mejor, es decir, la celestial. Por eso, Dios no se avergonzó de llamarse el Dios de ellos, y les preparó una ciudad.


Por eso, hermanos, tengan paciencia hasta que el Señor venga. Sean como el agricultor que espera a que la tierra dé su precioso fruto y aguarda con paciencia las temporadas de lluvia.


Eso sí es amor verdadero. No se trata de que nosotros hayamos amado a Dios, sino de que él nos amó tanto que estuvo dispuesto a enviar a su único Hijo como sacrificio expiatorio por nuestros pecados.


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