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Isaías 26:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 ¡Escúchenlos cantar! En aquel día toda la tierra de Judá entonará esta canción: «¡Fuerte es nuestra ciudad! ¡Estamos rodeados por los muros de su salvación!».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 En aquel día, todos en la tierra de Judá cantarán esta canción: ¡Nuestra ciudad es fuerte! Estamos rodeados por las murallas de la salvación de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 En ese día cantarán de esta manera en el país de Judá: Tenemos ahora una ciudad amurallada; El ha construido para defendernos no una, sino dos murallas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Aquel día se cantará este cántico en la tierra° de Judá: ¡Ciudad fuerte tenemos!° ¡Salvación le ha puesto° por muro y antemuro!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Aquel día se cantará esta canción en la tierra de Judá: 'Ciudad fuerte la nuestra; para salvarla le han puesto murallas y antemuros.

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Isaías 26:1
34 Referans Kwoze  

Cantaban y alababan a Dios dando gracias, y entonaban esta canción: «Dios es bueno, porque para siempre es su misericordia con Israel». Entonces todo el pueblo gritó con gran júbilo y alabó al Señor, porque se habían echado los cimientos del templo.


¡Bendito el Señor, porque me ha demostrado que su infaltable amor me protege como cuando me hallaba en una ciudad a la que iban a atacar!


Vayan, examinen la ciudad. Denle la vuelta y cuenten sus muchas torres.


Los reyes de la tierra han llegado juntos para avanzar contra la ciudad.


En aquel día dirán: ―¡Alaben al Señor! Estuvo airado conmigo, pero ahora me consuela.


Lloren, ciudades filisteas, condenadas están. Condenada está toda su nación, porque un ejército perfectamente entrenado baja desde el norte contra ti.


porque el día viene en que sus altivas miradas serán humilladas; sólo el Señor será exaltado.


Por fin abandonarán sus ídolos de oro y plata a los topos y a los murciélagos,


En aquel día proclamará el pueblo: «Este es nuestro Dios, en quien confiamos, a quien hemos esperado. Ahora por fin está aquí». ¡Qué día de regocijo!


Hasta sus generales temblarán aterrorizados y huirán al ver las banderas de guerra de Israel, dice el Señor. Porque la llama de Dios arde vivamente en Jerusalén.


Excelso es el Señor, quien tiene su morada en el cielo. Él convertirá a Jerusalén en hogar de justicia, bondad y rectitud.


Hay para Judá abundancia de salvación guardada en lugar seguro, junto con sabiduría, conocimiento y reverencia a Dios.


Aquellos de quienes está escrito que escaparán a la destrucción de Jerusalén serán lavados y purificados de toda su inmundicia moral por medio de los horrores que pasarán y por el fuego. Constituirán el santo pueblo de Dios y la tierra les producirá la mayor abundancia y sus más ricos frutos.


Ahora entonaré para el que amo un canto sobre su viña. Mi Amado tiene una viña en una fértil colina.


Yo les concederé el privilegio de tener sus nombres grabados de manera permanente en mi templo, dentro de mis muros. Tendrán un nombre eterno que nunca será borrado. ¡Eso es mejor que tener muchos hijos e hijas!


La violencia desaparecerá de su tierra, cesará toda guerra. Las murallas de Jerusalén tendrán por nombre «Salvación» y sus portones, «Alabanza».


¡Salgan! ¡Salgan! —dice el profeta— ¡Preparen el camino para el retorno de mi pueblo! ¡Reparen los caminos, eliminen los peñascos, alcen la bandera de Israel!


Miren, el Señor ha enviado sus mensajeros a todas las naciones y ha dicho: Digan a mi pueblo: Yo, el Señor, Dios de ustedes, vengo a salvarlos, yo les daré la libertad.


El hombre comenzó a medir el muro que rodea el exterior de la zona del templo con su vara de medir, el cual tenía un largo de tres metros con quince centímetros. Él me dijo: «Este muro tiene una altura de tres metros con quince centímetros y un espesor de tres metros con quince centímetros».


Porque yo mismo, que soy el Señor, seré su muro de protección, seré como una muralla de fuego a su alrededor, y además haré sentir siempre mi poderosa presencia dentro de ella”.


Los aplastaré con mi puño, y sus mismos esclavos los robarán. Entonces reconocerán que el Señor Todopoderoso me ha enviado.


Lo que ocurrió lo describe una canción que el pueblo canta: «Brota, oh manantial; cantémosle al agua.


Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.


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