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Hechos 27:24 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

24 El ángel me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Porque tienes que presentarte ante el emperador. Y por ti, Dios les conservará la vida a todos los que están contigo en el barco”.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 y dijo: “¡Pablo, no temas, porque ciertamente serás juzgado ante el César! Además, Dios, en su bondad, ha concedido protección a todos los que navegan contigo”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 y me dijo: 'Pablo, no tengas miedo: comparecerás ante el César, y Dios te concede la vida de todos los que navegan contigo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 y me ha dicho: No temas Pablo. Tienes que comparecer ante César, y he aquí que Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 y me ha dicho: 'No tengas miedo, Pablo; tú has de comparecer ante el César, y en vista de ello, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo'.

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Hechos 27:24
35 Referans Kwoze  

Te voy a convertir en una nación muy grande; te voy a bendecir, y te haré un hombre muy famoso. ¡Serás de bendición para muchas personas!


Poco tiempo después, el Señor le dijo a Abram: ―Abram, no tengas miedo, porque yo te protejo, y te voy a dar una recompensa muy grande.


Fue así como Dios destruyó esas ciudades de la llanura donde Lot había vivido. Pero Dios se acordó de Abraham y, por eso, libró a Lot de perecer en aquella catástrofe.


―No me dejes, por favor —respondió Labán—. Por adivinación me he enterado de que el Señor me ha bendecido a través de ti.


Por eso, el carcelero ya no se preocupaba de nada, porque José tenía cuidado de cada cosa y el Señor hacía que todas las cosas le salieran bien.


Inmediatamente, Dios comenzó a bendecir a Potifar, por amor a José. Todos los asuntos de su hacienda comenzaron a prosperar, sus cosechas aumentaron y se multiplicó su ganado.


―Yo soy Dios —dijo la voz—, el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque allí te haré una nación grande.


Pero Elías le dijo: ―No temas. Anda y haz lo que habías pensado hacer; pero antes prepárame un pan con lo que tienes. Luego prepara algo para ti y para tu hijo.


―No tengas miedo —le dijo Eliseo—. Son más los que están con nosotros que los que están con ellos.


Tus pecados pueden dañar a otro hombre, o tus buenas acciones causarle provecho.


Sí, tú acudiste ante mi oración desesperada y me dijiste: «No tengas miedo».


Entonces Daniel entró a ver a Arioc, a quien se le había ordenado ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo: ―No los mates. Llévame al rey y yo le diré el significado del sueño.


Entonces, esa nación diezmada de Israel será para el mundo como un rocío suave que lo refresca, como lluvia sobre la hierba que cae sin que persona alguna intervenga. ¡Israel será una bendición para todas las naciones!


Y hasta tendrán que comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa. Esto les brindará la oportunidad de hablarles de mí y de proclamarme ante el mundo.


No teman a los que pueden matar el cuerpo pero no pueden tocar el alma. Sólo teman a Dios, que es el único que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.


Jesús les contestó: ―¿No es verdad que el día tiene doce horas? El que anda de día no tropieza porque tiene la luz de este mundo.


Al cabo de cierto tiempo, Pablo sintió en su espíritu la necesidad de recorrer Macedonia y Acaya antes de regresar a Jerusalén. «Y de Jerusalén tendré que ir a Roma» —dijo.


A la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: ―Ánimo. De la misma manera que has hablado de mí en Jerusalén, hablarás en Roma.


Si he hecho algo que merezca la muerte, no me niego a morir. Pero si no son ciertas las acusaciones que han presentado contra mí estos judíos, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos. ¡Que me juzgue el emperador!


Pero Pablo les dijo al capitán y a sus soldados: «Si esos no se quedan en el barco, ustedes no podrán salvarse».


En el barco íbamos doscientas setenta y seis personas en total.


Los soldados querían matar a los presos para que ninguno se escapara nadando.


y que los demás salieran agarrados de tablas o de los pedazos del barco. Así fue como todos llegamos a tierra sanos y salvos.


―Ve y haz lo que te digo —le respondió el Señor—. Yo lo he escogido para que pregone mi nombre tanto entre las naciones, delante de reyes, como al pueblo de Israel.


Ten una habitación lista para mí, pues espero que Dios contestará las oraciones de ustedes y permitirá que pronto vaya a verlos.


Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.


Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No temas! Soy el primero y el último,


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