Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Hechos 27:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Cuando decidieron por fin mandarnos a Italia, entregaron a Pablo y a otros presos a un capitán llamado Julio. Este pertenecía al batallón del emperador.

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cuando llegó el tiempo, zarpamos hacia Italia. A Pablo y a varios prisioneros más los pusieron bajo la custodia de un oficial romano llamado Julio, un capitán del regimiento imperial.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando se decidió que nos debíamos embarcar rumbo a Italia, Pablo y otros prisioneros fueron entregados a un tal Julio, capitán del batallón Augusto.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

1 Cuando se decidió que zarpáramos° hacia Italia, entregaron° a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la cohorte imperial.

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cuando se decidió que nos embarcáramos para Italia, pusieron a Pablo y a otros cuantos presos bajo la custodia de un centurión, por nombre Julio, de la cohorte Augusta.

Gade chapit la Kopi




Hechos 27:1
29 Referans Kwoze  

En lo que a mí respecta, Dios convirtió en bien el mal que ustedes quisieron hacerme, y me puso en el alto cargo que ahora desempeño a fin de que salvara la vida de mucha gente.


Pero los planes de él permanecen para siempre. Sus intenciones son inamovibles.


La enemistad de los hombres sólo hace que tu gloria se note más; porque tú la usas como espada de juicio.


El hombre puede hacer muchos planes, pero la decisión final es del Señor.


Es bueno ser fiel al Señor desde la juventud.


Todos los habitantes de la tierra son como nada cuando se comparan con él. Hace lo que le parece mejor tanto en el cielo como entre los habitantes de la tierra. Nadie puede oponerse a su poder.


El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


El capitán romano, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: ―En verdad, este hombre era justo.


Allí vivía un capitán del ejército romano que tenía un siervo al que estimaba mucho. Y ese siervo estaba enfermo, al borde de la muerte.


En Cesarea vivía un oficial del ejército romano llamado Cornelio, capitán de un regimiento italiano.


Entonces le contaron cómo a Cornelio, oficial del ejército romano, hombre bueno y piadoso, de buena reputación entre los judíos, un ángel le había ordenado que mandara a buscar a Pedro para que le dijera lo que Dios quería de él.


Inmediatamente nos fuimos a Macedonia, seguros de que Dios nos estaba llamando allá a predicar las buenas noticias.


En Corinto conoció a un judío llamado Aquila, natural de Ponto, que acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila. Habían salido de Italia a raíz de la orden de Claudio de expulsar de Roma a todos los judíos.


Al cabo de cierto tiempo, Pablo sintió en su espíritu la necesidad de recorrer Macedonia y Acaya antes de regresar a Jerusalén. «Y de Jerusalén tendré que ir a Roma» —dijo.


Este corrió entonces a donde estaba el disturbio, acompañado de soldados y oficiales. Cuando la turba vio que el ejército se acercaba, dejó de golpear a Pablo.


El capitán fue y le avisó al comandante. ―¿Qué va a hacer usted? Este hombre es ciudadano romano.


A la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: ―Ánimo. De la misma manera que has hablado de mí en Jerusalén, hablarás en Roma.


Pablo llamó a uno de los capitanes y le dijo: ―Este muchacho tiene algo importante que decirle al comandante, llévelo con él.


Luego le ordenó al capitán que mantuviera preso a Pablo, pero que le diera un poco de libertad y les permitiera a sus amigos atenderlo.


Festo habló con sus consejeros y después dijo: ―Has pedido que te juzgue el emperador. ¡El emperador te juzgará!


En mi opinión, no ha hecho nada que merezca la muerte. Pero como pidió que lo juzgara el emperador, he decidido enviarlo a Roma.


Pero el capitán de los soldados, en vez de hacerle caso a él, le hizo caso al dueño del barco y al capitán.


Pero el capitán de los soldados, para salvarle la vida a Pablo, no se lo permitió. Les ordenó que todos los que supieran nadar, saltaran primero al agua para llegar a tierra,


Allí, el capitán de los soldados encontró un barco de Alejandría que iba para Italia, y nos embarcó en él.


Cuando ya estábamos a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta.


Ya en Roma, a Pablo le permitieron que viviera aparte, aunque un soldado lo vigilaba.


Saluden a todos sus líderes y a todos los del pueblo santo. Los de Italia les mandan saludos.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite