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Hechos 2:37 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

37 Aquellas palabras de Pedro los conmovieron tan profundamente que le dijeron al propio Pedro y a los demás apóstoles: ―Hermanos, ¿qué debemos hacer?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Las palabras de Pedro traspasaron el corazón de ellos, quienes le dijeron a él y a los demás apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 Al oír esto se afligieron profundamente y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: '¿Qué tenemos que hacer, hermanos?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Al oírlo entonces, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Al oír esto, se dolieron de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: '¿Qué tendríamos que hacer, hermanos?'.

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Hechos 2:37
20 Referans Kwoze  

Entonces me di cuenta de lo amargado y lastimado que estaba por todo lo que había visto.


Las palabras del sabio son como aguijones que mueven a la acción. Destacan importantes enseñanzas. Los alumnos que captan lo que sus maestros dicen son listos.


El guarda responde: «El día de su juicio está amaneciendo. Vuélvanse a Dios para que yo pueda darles mejores noticias. Búsquenlo, y luego vuelvan a preguntar».


Cualquiera que logre escapar estará solitario como si fuera una paloma escondida en las montañas, cada uno llorando por sus propias maldades.


Entonces llenaré las vidas de los habitantes de Jerusalén de espíritu de gracia y oración, y ellos pondrán su atención en mí, a quien traspasaron, y se lamentarán de su antiguo error como se llora la muerte de un primogénito, habrá luto como si se les hubiera muerto el hijo mayor.


La gente le preguntaba: ―¿Entonces qué debemos hacer?


Unos que cobraban impuestos vinieron también para que los bautizara, y le preguntaron: ―Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?


Unos soldados le preguntaron: ―Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer? Él les dijo: ―No les quiten a los demás lo que es de ellos ni acusen falsamente a nadie; y confórmense con su salario.


Al oír esto, los más viejos comenzaron a irse, y luego poco a poco los demás también se fueron. Sólo la mujer seguía allí y Jesús se quedó solo con ella.


«Hermanos, era necesario que se cumplieran las Escrituras en cuanto a Judas, el que sirvió de guía a la turba que apresó a Jesús, porque su traición la predijo hace mucho tiempo el Espíritu Santo por boca de David.


Le pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”. »El Señor dijo: “Levántate, y entra en Damasco. Allí te dirán todo lo que tienes que hacer”.


Al oírlos, los miembros del concilio, rabiando de furia, querían matarlos.


Los jefes judíos, al escuchar la acusación de Esteban, crujían los dientes y rabiaban de furia contra él.


Por eso, antes de entender lo que la ley demanda, me sentía bien. Pero cuando llegó el mandamiento, cobró vida el pecado y morí.


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