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Hechos 17:24 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

24 »Ese Dios fue el que hizo el mundo y cuanto en él existe y, por cuanto es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos que el hombre construya,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 »Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él no vive en santuarios fabricados por humanos, pues es Señor del Cielo y de la tierra,

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo Señor de cielo y tierra, no habita en templos hechos por manos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, siendo, como es, señor de cielo y tierra, no habita en templos hechos a mano,

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Hechos 17:24
36 Referans Kwoze  

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.


Luego, Melquisedec bendijo a Abram con estas palabras: «Abram, que el Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra, te bendiga.


Pero Abram le contestó: ―Le prometí al Señor, el Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra, que no me quedaría con nada de lo que es tuyo, ni siquiera con un cordón o una correa de una sandalia. Así no podrás decir jamás: “Abram se hizo rico, porque se quedó con mis bienes”.


»Pero, ¿es posible que Dios pueda vivir en la tierra? Si los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener, mucho menos este templo que yo he edificado.


Allí hizo esta oración: «Señor, Dios de Israel, que te sientas en tu trono, por encima de los ángeles, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra, pues tú creaste los cielos y la tierra.


Sin embargo, ¿quién podrá alguna vez edificarle un templo tan grande, si ni los más altos cielos poseen suficiente grandeza para contenerlo? Y, ¿quién soy yo para que se me permita edificar un templo para Dios? Pero va a ser un lugar para adorarlo.


»Pero, ¿vivirá realmente Dios en la tierra con los hombres? Si aun el cielo, y el cielo de los cielos no pueden contener tu grandeza, ¡cuánto menos este templo que yo he construido!


Los cielos pertenecen al Señor, pero él ha dado la tierra a toda la humanidad.


Pero dichosa la persona que tiene como auxilio suyo al Dios de Jacob y que tiene su esperanza en el Señor su Dios,


Alaben todos el nombre del Señor, porque sólo su nombre es muy grande; su gloria está por encima de la tierra y de los cielos.


A Dios pertenece la tierra. Suyo es cuanto ser habita en el mundo.


¿Qué otro ha tenido los océanos en sus manos y medido el cielo con su regla? ¿Qué otro conoce el peso de la tierra y pesa las montañas y colinas?


¿No comprenden todavía? ¿Aún no saben que el Dios eterno, el Creador de los sitios más lejanos de la tierra, jamás se fatiga ni desmaya? Nadie puede sondear las profundidades de su entendimiento.


El Señor Dios que creó el cielo y lo extendió, y creó la tierra y cuanto hay en ella, y que da vida, aliento y espíritu a todos en el mundo, es el que dice:


Porque el Señor creó el cielo y la tierra y lo puso todo en su sitio, e hizo el mundo para que fuera habitado, y no un caos vacío. Yo soy el Señor, dice él, y no hay otro.


El cielo es mi trono y la tierra es apoyo para mis pies. ¿Qué templo semejante a este pueden construirme ustedes?


Háblenles así ustedes a los que adoran otros ídolos: ¡Sus falsos dioses, que no hicieron los cielos ni la tierra, van a parar en nada!


¿Podrá alguien ocultarse de mí? ¿No estoy yo acaso en todas partes, en el cielo y en la tierra?


«¡Oh Señor Dios! Tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder; no hay para ti nada demasiado difícil.


Todos los habitantes de la tierra son como nada cuando se comparan con él. Hace lo que le parece mejor tanto en el cielo como entre los habitantes de la tierra. Nadie puede oponerse a su poder.


Este es el mensaje que el Señor tiene acerca de Israel: El Señor, que hizo los cielos, que puso los fundamentos de la tierra y que le dio vida al ser humano, dice esto:


¿Acaso no tenemos todos un mismo padre? ¿No fuimos todos creados por el mismo Dios? Sin embargo, hemos actuado deslealmente unos con otros, pues no le damos la mínima atención al convenio que hicieron nuestros antepasados con el Señor.


En esa ocasión, Jesús dijo: «Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios e inteligentes, y se las diste a conocer a los niños.


Pero yo les digo: Nunca juren. No juren por el cielo, porque es el trono de Dios;


En ese momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque no permitiste que los sabios e instruidos conocieran estas cosas, sino que se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque así lo quisiste.


Antes que nada existiera, ya existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios porque aquel que es la Palabra era Dios.


―¡Señores! ¿Qué están haciendo? ¡Nosotros somos seres humanos como cualquiera de ustedes! Hemos venido a traerles las buenas noticias de que deben dejar ya estas cosas que no sirven para nada, y que se vuelvan al Dios viviente que hizo los cielos, la tierra, el mar y cuanto en ellos existe.


Entonces los creyentes, unánimemente, oraron así: «Soberano Señor, creador del cielo, de la tierra, del mar y de cuanto en ellos existe:


Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por seres humanos.


Lo que se puede conocer de Dios, ellos lo conocen, pues Dios mismo se los ha revelado.


La tierra y los altos cielos pertenecen al Señor tu Dios.


pero en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo. A él Dios lo hizo heredero de todas las cosas y por medio de él creó todo el universo.


Toda casa es hecha por un constructor, pero Dios es el que construye todo lo que existe.


Y vi un gran trono blanco sobre el que alguien estaba sentado. Al verlo, la tierra y el cielo salieron huyendo, sin dejar rastro alguno.


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