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Hechos 16:36 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

36 El carcelero corrió a notificarle a Pablo que estaba en libertad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Entonces el carcelero le dijo a Pablo: —Los funcionarios de la ciudad han dicho que tú y Silas quedan en libertad. Vayan en paz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 El carcelero se lo comunicó a Pablo y Silas, diciendo: 'Los magistrados han dado orden de dejarlos en libertad. Salgan, pues, y marchen en paz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Y el carcelero le comunicó a Pablo el mensaje: Los magistrados han enviado para que seáis soltados. Así que salid ahora y marchaos en paz.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Comunicó el carcelero este recado a Pablo: 'Los pectores han enviado a decir que seáis puestos en libertad; salid, pues, y marchaos en paz'.

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Hechos 16:36
13 Referans Kwoze  

―Ve en paz —le dijo Eliseo. Entonces Naamán emprendió el regreso.


Moisés volvió a casa y habló de esto con Jetro, su suegro. ―Con tu permiso —le dijo Moisés—, iré a Egipto para ver cómo están mis hermanos. Ni siquiera sé si viven aún. ―Ve con mi bendición —contestó Jetro.


Jesús le dijo: ―Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz, que ya no estás enferma.


»Les dejo la paz, les doy mi paz; pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo.


Judas y Silas permanecieron varios días en Antioquía, al cabo de los cuales los despidieron para regresar a los que los habían enviado.


Así se hizo, y los azotaron repetidas veces. Al terminar, los arrojaron en una prisión y le advirtieron al carcelero que los cuidara con suma seguridad.


El carcelero, al despertar y al ver las puertas abiertas, creyó que los prisioneros habían escapado y sacó la espada para matarse.


A la siguiente mañana se presentaron ante el carcelero varios alguaciles: ―Dicen los magistrados que sueltes a esos hombres —le ordenaron.


―Sí —contestó el sacerdote—. Todo saldrá bien. El Señor los cuidará.


―En ese caso —dijo Elí—, alégrate, y que el Dios de Israel conceda tu petición, cualquiera que sea.


Finalmente, Jonatán le dijo a David: ―Consuélate porque nos hemos jurado fidelidad delante de Dios y el será quien nos juzgue siempre, a nosotros y a nuestros descendientes. Entonces se separaron. David se fue por su camino y Jonatán regresó a la ciudad.


David aceptó los regalos de ella y le dijo que regresara a su casa sin temor porque él nada le haría a su marido.


Regresa y vete en paz para no desagradarlos.


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