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Hechos 13:32 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

32-33 »Nosotros hemos venido aquí para darles a conocer la buena noticia de que Dios, al resucitar a Jesús, ha cumplido la promesa que les había hecho a nuestros antepasados, y la ha hecho realidad para nosotros. El salmo segundo expresa lo siguiente: »“Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado”.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

32 Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 »Y ahora nosotros estamos aquí para traerles la Buena Noticia. La promesa fue dirigida a nuestros antepasados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Nosotros mismos les traemos ahora la promesa que Dios hizo a nuestros padres,

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Nosotros también os traemos las buenas nuevas de la promesa que fue hecha a los padres,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Nosotros, pues, os anunciamos que la promesa hecha a los padres,

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Hechos 13:32
40 Referans Kwoze  

A los que te bendigan, yo los bendeciré; pero a quienes te maldigan, yo los maldeciré. ¡Por medio de ti, yo bendeciré a todos los pueblos del mundo!».


Por haberme obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tus descendientes.


Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas, y les daré todas estas tierras. Por causa de tus descendientes serán bendecidas todas las naciones de la tierra.


Habrá siempre enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la de ella. El descendiente de la mujer te aplastará la cabeza, mientras tú solamente le morderás el talón.


El cetro estará en las manos de Judá, y el bastón de gobernante estará en sus pies, hasta que llegue el rey por excelencia, a quien todos los pueblos obedecerán.


La descendencia real de David será interrumpida, cortada como se hace con un árbol, pero del tronco surgirá un renuevo, una nueva rama de la antigua raíz.


¡Oh heraldo de buenas noticias, grítale a Jerusalén desde la cumbre de los montes! ¡Grítale más alto! ¡Sin temor! Diles a las ciudades de Judá: «¡Ya viene Dios!».


Yo fui el primero que dijo a Jerusalén. «¡Mira, mira! ¡Ya viene el auxilio!».


¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies de quienes traen la feliz noticia de paz y salvación, la nueva de que el Dios de Israel reina!


El Espíritu del Señor Todopoderoso está sobre mí, porque me eligió para traer buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad.


Bueno, el Señor mismo elegirá la señal: ¡Una joven dará a luz un niño! y ella le pondrá por nombre Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”).


Porque llegará un día, dice el Señor, en que pondré como rey en el trono del rey David una Rama justa. Será un Rey que gobierne con sabiduría y rectitud, que hará que la justicia sea la norma de todas las personas en la tierra.


Y pondré un gran pastor sobre todo mi pueblo, ¡a mi servidor David! ¡Él apacentará a mi pueblo y será su pastor!


Pero tú, Belén Efrata, aunque eres sólo un pequeño pueblo de Judá, serás el lugar de donde nacerá el rey que gobernará a Israel. Este rey pertenece a una familia muy antigua y su linaje se remonta hasta tiempos muy lejanos.


Haré temblar a todas las naciones y estas desearán venir a este templo trayendo todas sus riquezas. Entonces este lugar resplandecerá y tendrá gran fama porque yo estaré en él. Lo digo yo, el Señor Todopoderoso.


»En aquel día será como abrir un gran manantial en donde la descendencia real de David y todos los habitantes de Jerusalén puedan purificarse de todas las maldades que han cometido.


»El Señor Todopoderoso exclama: ¡Mi espada será lanzada contra mi pastor, contra aquel que había hecho mi compañero de confianza! ¡Herido el pastor, entonces las ovejas se dispersarán! ¡Yo mismo me encargaré de matar a los corderitos!


y le darás este mensaje que yo, el Señor Todopoderoso, le envío: “Haré que surja en la tierra un hombre, cuyo nombre será Renuevo, él será el encargado de edificar el templo del Señor.


¡Regocíjate grandemente, pueblo mío! ¡Grita de alegría, Jerusalén! ¡Tu rey viene montado sobre un burrito! ¡Es un rey justo y humilde, y viene a salvarte!


Presten atención a lo que el Señor Todopoderoso dice: «Yo enviaré a mi mensajero delante de mí, para que me prepare el camino. Entonces el Señor, a quien buscan, vendrá repentinamente a su templo. Sí, vendrá primero el mensajero que anuncia la alianza de Dios, a quienes ustedes desean».


»Pero para ustedes que respetan mi fama, se levantará el Sol de Justicia trayendo en sus rayos la salvación. Entonces serán libres y saltarán con gozo, como los terneros que son sacados del establo.


El ángel le contestó: ―Yo soy Gabriel y estoy al servicio de Dios. Él me envió para hablar contigo y darte estas buenas noticias.


Pero el ángel les dijo: «¡No tengan miedo! Les traigo buenas noticias que van a llenar de alegría a todo el pueblo:


Estoy seguro de que ya ustedes habrán oído hablar de las buenas noticias que recibió el pueblo de Israel sobre la paz con Dios, que se puede obtener mediante Jesús el Mesías, Señor de todos. Este mensaje empezó en Galilea y ha estado resonando en Judea desde que Juan el Bautista comenzó a predicar el bautismo.


»Precisamente, uno de los descendientes del rey David, Jesús, es el Salvador que Dios le prometió a Israel.


¡Hermanos! ¡Escúchenme! ¡Por medio de Jesús se les anuncia el perdón de los pecados! A cualquiera que crea en él se le declara justo, lo cual la ley de Moisés nunca pudo hacer.


―¡Señores! ¿Qué están haciendo? ¡Nosotros somos seres humanos como cualquiera de ustedes! Hemos venido a traerles las buenas noticias de que deben dejar ya estas cosas que no sirven para nada, y que se vuelvan al Dios viviente que hizo los cielos, la tierra, el mar y cuanto en ellos existe.


Y ahora me están juzgando por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados.


»Por eso, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios para que él los limpie de sus pecados


Y siguieron enseñando y predicando todos los días en el templo y de casa en casa, que Jesús era el Mesías.


Dios había prometido estas buenas noticias a través de los profetas del Antiguo Testamento.


¿Y quién puede ir a hablarles si no lo envía nadie? De esto hablan las Escrituras cuando se expresan así: «¡Qué hermosos son los pies de los que proclaman las buenas noticias!».


Está claro que Dios prometió otorgar toda la tierra a Abraham y a su descendencia, no en virtud de su obediencia a la ley, sino en virtud de la justicia que viene por la fe.


El pueblo de Israel fue adoptado como hijo de Dios. El Señor le mostró su gloria divina; le dio los pactos, la ley, el culto y las promesas.


»El Señor tu Dios hará surgir en medio de todo el pueblo a un profeta como yo; a un hombre a quien deberán oír y obedecer.


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