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Hebreos 11:32 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

32 ¿Qué más tengo que decir? Me faltaría tiempo para hablar de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel, y de todos los profetas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 ¿Cuánto más les tengo que decir? Se necesitaría demasiado tiempo para contarles acerca de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y todos los profetas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 ¿Qué más diré? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, lo mismo que de Samuel y de los profetas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltará para relatar acerca de Gedeón,° de Barac,° de Sansón,° de Jefté,° de David,° y también de Samuel° y de los profetas;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 ¿Y para qué seguir? Tiempo me faltaría si tuviera que contar lo ocurrido a Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas,

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Hebreos 11:32
38 Referans Kwoze  

Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes, y Samuel también clamó su nombre. Ellos suplicaron al Señor su ayuda y él les respondió.


Entonces el Señor me dijo: Aun si Moisés y Samuel vinieran ante mí a rogarme por este pueblo, yo no les ayudaría. ¡Fuera con ellos! ¡Échalos de mi presencia!


¡Alégrense mucho, porque en el cielo les espera una gran recompensa! Así fue como persiguieron a los profetas antiguos.


»Cuando a ustedes los echen fuera, allí habrá llanto y rechinar de dientes, porque verán en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los demás profetas.


Abraham le dijo: “Si no le hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco le harán caso a alguien que se levante de entre los muertos”».


Jesús hizo muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, creo que en el mundo entero no cabrían los libros que se escribieran.


Los profetas afirmaron que cualquiera que crea en él, alcanzará el perdón de los pecados en virtud de su nombre.


»Después de esto, durante unos cuatrocientos cincuenta años, les estuvo dando jueces que los gobernaran, hasta los días del profeta Samuel.


»Todos los profetas, desde los días de Samuel en adelante, hablaron de lo que está sucediendo hoy en día.


Pero si nuestra injusticia hace que se vea con más claridad la justicia de Dios, ¿qué podemos responder a quien dice esto? ¿Diremos que Dios es injusto cuando nos castiga?


¿Entonces, qué podemos decir con respecto a Abraham, nuestro antepasado como pueblo judío?


¿Qué podemos decir? ¿Seguiremos pecando para que el amor gratuito de Dios abunde aún más?


¿Es que acaso estoy dando a entender que la ley de Dios es pecado? ¡Claro que no! La ley no es pecado, pero fue la ley la que me enseñó que en mí había pecado. Jamás me habría dado cuenta de lo que es codiciar si la ley no me hubiera dicho: «No codiciarás».


Hermanos, tomen como ejemplo a los profetas que hablaron en nombre del Señor. Ellos sufrieron y fueron pacientes.


porque los profetas no hablaron por su propia iniciativa. Ellos hablaron de parte de Dios, y fueron inspirados por el Espíritu Santo.


y en ambas he tratado de recordarles lo que aprendieron por medio de los santos profetas y de nosotros los apóstoles que les trajimos el mensaje de nuestro Señor y Salvador.


Cuando nació el hijo, le pusieron Sansón, y el Señor lo bendijo mientras crecía,


Durante los veinte años siguientes, Sansón gobernó a Israel, pero los filisteos todavía dominaban el país.


Después de la muerte de Aod, el pueblo de Israel volvió a pecar contra el Señor,


Pero el pueblo de Israel comenzó una vez más a adorar a otros dioses, y una vez más el Señor los entregó en mano de sus enemigos para que los oprimieran. Esta vez fue el pueblo de Madián, y lo hizo durante siete años.


Un día el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofra, en las tierras de Joás el abiezerita. Y su hijo Gedeón había estado trillando el trigo a mano en el fondo de un lagar para esconderlo de los madianitas.


Entonces el Señor se volvió hacia él y le dijo: ―Yo te fortaleceré. Ve y salva a Israel de los madianitas; yo te envío.


Pasado el tiempo, ella tuvo un hijo. Y le puso Samuel (Pedido a Dios) porque, como ella dijo: «Se lo pedí al Señor».


Y el Señor envió a Gedeón, Barac, Jefté y Samuel para que los salvaran y ustedes vivieran seguros.


Finalmente el Señor le dijo a Samuel: ―Basta ya de llorar a Saúl, porque lo he rechazado como rey de Israel. Toma un cuerno de aceite de oliva, ve a Belén y busca a un hombre llamado Isaí, porque a uno de sus hijos he escogido para que sea el nuevo rey.


Samuel tomó el aceite de oliva que había traído y lo derramó sobre la cabeza de David delante de sus hermanos. El Espíritu del Señor entonces descendió sobre él y le dio gran poder desde aquel día en adelante. Y Samuel regresó a Ramá.


David respondió gritando: ―Tú vienes a mí con espada y lanza, pero yo voy a ti en el nombre del Señor de los ejércitos del cielo y de Israel, a quien tú has desafiado.


Elcaná y su familia regresaron a Ramá sin Samuel; el niño quedó al servicio del Señor, como ayudante de Elí el sacerdote.


Samuel, aunque todavía era un niño, prestaba servicio ante el Señor y usaba una túnica de lino similar a la de los sacerdotes.


»Los que eran poderosos han perdido sus fuerzas; los que eran débiles ahora son fuertes.


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