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Ezequiel 3:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Yo te envío al pueblo de Israel, y ¡no te van a escuchar a ti, como no me han escuchado a mí! Pues todos ellos son duros y testarudos.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 ¡Pero los israelitas no te escucharán a ti como tampoco me escuchan a mí! Pues todos y cada uno de ellos son tercos y duros de corazón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Pero la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quiere escucharme; todos tienen la cabeza dura y el corazón obstinado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no quiere escucharme a mí, pues toda la casa de Israel es de dura cerviz y obstinado corazón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pero la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quieren escucharme a Mí, dado que todos los de la casa de Israel son unos desvergonzados y duros de corazón.

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Ezequiel 3:7
22 Referans Kwoze  

Hasta la mirada de sus rostros los traiciona y pone de manifiesto su culpa. Y se vanaglorian de que su pecado es igual al pecado de Sodoma. ¡Ni vergüenza les da! ¡Qué catástrofe! Se han acarreado su propia condenación.


Yo sabía cuán tercos son. Tienen el cuello tan inflexible como el hierro, tienen la cabeza tan dura como el bronce.


Por eso han faltado hasta las lluvias de primavera, porque tú eres una coqueta del todo desvergonzada.


«¡No vamos a escuchar los falsos mensajes que dices de parte del Señor!


Señor, tú no aceptas sino la verdad. Castigándolos has tratado de hacer que reflexionen y sean honrados, pero no quieren cambiar. Los has arruinado, pero no escarmientan y se niegan a dejar su conducta malvada. Con el rostro como dura piedra por su terquedad, están empecinados en no arrepentirse.


Pero, ¿quién escuchará cuando yo los prevengo? Tienen los oídos tapados y se niegan a escuchar. La palabra de Dios sólo les causa molestia, para nada les gusta.


Luego puse sobre ustedes vigías que les advirtieran: «¡Escuchen el sonido de la trompeta! Les indicará cuando una desgracia se acerque». Pero dijeron: «¡No, no pondremos atención!».


Diles cuánto yo les haré, pero no esperes que escuchen. Grita tus advertencias, pero no esperes que respondan.


Ellos son un pueblo terco, de corazón duro. Pero yo te envío para comunicarles a ellos mis mensajes, los mensajes del Señor Dios.


Porque su maldad es evidente a todos, audazmente da muerte a quien le da la gana, dejando sangre de las víctimas sobre las rocas a la vista de todos; ni siquiera procura cubrirla.


No, no a tribus con lenguas extrañas y difíciles que no entenderían lo que les dices. (¡Aunque si lo hiciera, ellos sí obedecerían mis mandatos!)


Pero mira que yo te he hecho duro y testarudo también, tanto como ellos, para que seas insistente.


»Sus antepasados no atendieron este mensaje. Se mostraron soberbios, dieron la espalda y se taparon los oídos con los dedos para no oírme.


Endurecieron su corazón como si fuera pedernal, para no hacer caso a las palabras que yo, el Señor Todopoderoso, les enviaba, las instrucciones que por mi Espíritu había revelado a los profetas antiguos. Por esta razón yo, el Señor Todopoderoso, los traté con mucha cólera y rigor.


»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí. Y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió».


»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas!, pero no quisiste.


Pero la gente de su país lo odiaba y mandaron un grupo de personas tras él para que dijeran: “No queremos que este sea nuestro rey”.


«Haz lo que te piden —respondió el Señor—, porque no te están rechazando a ti sino a mí. Ellos no quieren que yo sea su rey.


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