Ezequiel 3:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

¹² Luego el Espíritu me alzó, y la magnífica presencia del Señor comenzó a alejarse, acompañada por el sonido como de un gran terremoto al escucharse un grito que decía: «Que magnífica es la presencia del Señor cuando está en su templo».

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

¹² Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.

Biblia Nueva Traducción Viviente

¹² Luego el Espíritu me levantó y oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba. (¡Alabada sea la gloria del Señor en su lugar!).

Biblia Católica (Latinoamericana)

¹² Entonces el espíritu me levantó mientras oía detrás de mí una formidable aclamación: '¡Bendita sea la Gloria de Yavé en todo lugar!'

La Biblia Textual 3a Edicion

¹² Y en seguida el espíritu me alzó, y oí detrás de mí el sonido de un estruendo tumultuoso, cuando la gloria de YHVH se elevó del sitio.

Biblia Serafín de Ausejo 1975

¹² Entonces el Espíritu me elevó y oí detrás de mí el ruido de un gran trueno cuando la gloria de Yahveh se elevaba de su lugar.

Ezequiel 3:12 Referans Kwoze

1 Reyes 18:12

Pero en cuanto yo me haya ido, el Espíritu del Señor se lo llevará a usted a quién sabe qué lugar, y cuando Acab venga y no lo encuentre, me matará. Usted bien sabe que yo he sido un verdadero siervo del Señor toda mi vida.

2 Reyes 2:16

―Señor —le dijeron—, basta con que diga usted una palabra y nuestros mejores corredores, cincuenta de ellos, buscarán en el desierto a su amo; quizás el Espíritu del Señor lo ha dejado en alguna montaña o en alguna barranca. ―No —dijo Eliseo—, no se preocupen.

Salmos 148:2

Alábenlo sus ángeles todos, todos sus ejércitos.

Salmos 26:8

Señor, amo tu santuario en donde mora tu gloria.

Isaías 6:3

En gran coro antifonal cantaban: ―Santo, Santo, Santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria.

Ezequiel 10:4

Luego la magnífica presencia del Señor se alzó desde los querubines, donde estaba asentada, y se trasladó a la puerta del templo. El templo estaba lleno de la magnífica presencia, que se veía como una nube, y el atrio del templo se llenó también del esplendor de la magnífica presencia del Señor.

Ezequiel 11:1

Luego el Espíritu me alzó de nuevo y me llevó a la entrada oriental del templo, donde vi a veinticinco de los hombres más prominentes de la ciudad, incluyendo a dos funcionarios, Jazanías, hijo de Azur, y Palatías, hijo de Benaías.

Ezequiel 2:2

Y el Espíritu entró en mí mientras me hablaba, y me puso de pie.

Ezequiel 3:11

Luego ve a tus compatriotas en el exilio y, escuchen o no, diles: “Esto es lo que el Señor Dios dice”».

Ezequiel 3:14

El Espíritu me alzó por los aires. Yo iba lleno de amargura e ira, pero la mano del Señor me tenía agarrado con gran fuerza.

Ezequiel 43:4

Y la presencia majestuosa del Señor entró en el templo por la puerta que daba al oriente.

Ezequiel 43:5

Luego el Espíritu me alzó y me trajo al patio interior; y la presencia majestuosa del Señor llenó el templo.

Ezequiel 8:3

Tendió lo que parecía una mano y me tomó por el pelo. Y el Espíritu me alzó hacia el cielo y pareció transportarme a Jerusalén, a la entrada de la puerta norte de la ciudad, donde se encontraba el ídolo que tanto había provocado la cólera del Señor.

Ezequiel 9:3

Y la magnífica presencia del Dios de Israel se alzó del querubín donde había estado reposada y se puso sobre la entrada al templo. Entonces el Señor llamó al hombre con el tintero de escribano,

Hechos 2:2

Escucharon de pronto un estruendo semejante al de un vendaval, que venía del cielo y que hacía retumbar la casa en que estaban congregados.

Hechos 8:39

Al salir del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe y el funcionario ya no lo vio: Pero a pesar de esto, siguió gozoso su camino.

Apocalipsis 1:15

Sus pies parecían como bronce al rojo vivo en un horno, y su voz retumbaba tan fuerte como una catarata.

Apocalipsis 19:6

Entonces escuché algo así como las voces de una gran multitud o el estruendo de una catarata, o como el retumbar de grandes truenos. Y aquella voz gritaba: «¡Alabado sea Dios! ¡El Señor, nuestro Dios Todopoderoso, reina!