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Ezequiel 3:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 Luego ve a tus compatriotas en el exilio y, escuchen o no, diles: “Esto es lo que el Señor Dios dice”».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Después ve a tus compatriotas desterrados y diles: “¡Esto dice el Señor Soberano!”. Hazlo, te escuchen o no».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 luego, anda, vuélvete donde los desterrados, donde la gente de tu pueblo. Les hablarás y les dirás: ¡Así habla Yavé...! te escuchen o no.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Acércate a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales diciendo, así dice Adonay YHVH, te escuchen o no te escuchen.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 y anda, vete a los deportados, a los hijos de tu pueblo, háblales y diles: 'Así dice el Señor Yahveh', tanto si te escuchan como si no te escuchan'.

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Ezequiel 3:11
20 Referans Kwoze  

Por eso, el Señor le dijo a Moisés: ―Date prisa, desciende, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha contaminado,


»Por lo tanto, escuchen la palabra del Señor todos los judíos cautivos allá en Babilonia.


Ellos son un pueblo terco, de corazón duro. Pero yo te envío para comunicarles a ellos mis mensajes, los mensajes del Señor Dios.


Y si ellos escuchan o no (pues acuérdate que son rebeldes), por lo menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos.


Tú debes entregarles mis mensajes, escuchen ellos o no (pero no lo harán, porque son muy rebeldes).


»Hombre mortal, comunícales que el Señor dice: “Sus antepasados continuaron blasfemando y traicionándome cuando yo los traje a la tierra que yo les había prometido, pues ofrecieron a sus ídolos homenajes y perfumes agradable en cada colina alta y debajo de cada árbol. Provocaron mi cólera al ofrecer sus sacrificios rituales a esos ‘dioses’. ¡Trajeron sus perfumes e incienso y derramaron sus bebidas especiales en honor a ellos!


Luego él agregó: «Hombre mortal, deja que mis palabras penetren en lo profundo de tu propio corazón primero; medítalas tú mismo, atentamente.


Luego el Espíritu me alzó, y la magnífica presencia del Señor comenzó a alejarse, acompañada por el sonido como de un gran terremoto al escucharse un grito que decía: «Que magnífica es la presencia del Señor cuando está en su templo».


Llegamos a Tel Aviv, donde estaban los israelitas deportados, junto al río Quebar. Al llegar me senté entre ellos, abrumado y atónito, durante siete días.


Pero siempre que te dé un mensaje, entonces soltaré tu lengua y te dejaré hablar, y les dirás: “El Señor Dios dice”, y les comunicarás mi mensaje. ¡El que quiera escuchar, que lo haga, y el que quiera rehusar hacerlo, también! Y es que ellos son rebeldes.


»Porque las buenas obras de una persona justa no la salvarán si regresa a sus prácticas malvadas, y las obras malvadas de una persona impía no la destruirán si se arrepiente de ellas.


»Y sin embargo, tu pueblo está diciendo que el Señor no es cabal. ¡El problema es que ellos no son cabales!


«Hombre mortal, di a tu pueblo: “Cuando yo traigo un ejército contra un país, y la gente de ese país escoge un vigía,


»Hombre mortal, tu pueblo está murmurando detrás de tu espalda. Ellos hablan mal de ti en sus casas y murmuran en las puertas diciendo: “¡Vengan, tengamos un poco de diversión! ¡Vayamos para que él nos cuente lo que el Señor mismo quiere comunicarnos!”.


»Dile luego a esta gente (sosteniendo los palos para que ellos puedan ver lo que estás haciendo): El Señor Dios dice: “¡Yo tomaré las tribus de Israel y las juntaré a Judá y las convertiré en un solo pueblo, como si fueran este palo en mi mano!”.


»”Entonces se presentará Miguel, el gran ángel encargado de proteger a tu pueblo. Habrá un tiempo de angustia como no ha habido otro en toda la historia de la humanidad. Cuando este tiempo llegue, se salvarán todos los miembros de tu pueblo cuyo nombre esté escrito en el libro de registro de Dios.


Entonces le contaron al rey: ―Pues Daniel, uno de los cautivos judíos, no está prestando ninguna atención ni a usted ni a esta ley. Por el contrario, él está solicitando favores a su Dios tres veces al día.


y me dijo que bajara rápidamente porque el pueblo que había librado de Egipto se había corrompido apartándose de la voluntad del Señor y había hecho un ídolo de metal fundido.


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