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Ezequiel 24:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Y ahora entrega esta parábola a estos rebeldes de Israel. Diles que el Señor Dios dice: “Coloquen una olla sobre el fuego para hervir.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y habla por parábola a la casa rebelde, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Pon una olla, ponla, y echa también en ella agua;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Luego transmíteles a esos rebeldes, mediante una ilustración, este mensaje de parte del Señor Soberano: »“Pon una olla al fuego y échale un poco de agua.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Habla, pues, en figuras para esa banda de rebeldes. Dirás de parte de Yavé: Pon la olla en el fuego y échale agua.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Profiere pues una parábola a la casa rebelde, y diles: Así dice Adonay YHVH: ¡Pon la olla, sí, ponla, y también echa agua en ella!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 'Propondrás, pues, una parábola a la casa de Israel y les dirás: así dice el Señor Yahveh: 'Arrima la olla al fuego, arrímala y échale agua también.

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Ezequiel 24:3
30 Referans Kwoze  

Eliseo regresó a Guilgal. Había hambre en la tierra. Un día, mientras enseñaba a los jóvenes profetas, le dijo a Guiezi: ―Haz un guiso para que cenen estos hombres.


Porque te hablaré en parábolas; te enseñaré lecciones escondidas en nuestro pasado;


Escuchen, cielo y tierra, lo que dice el Señor: Los hijos que crie y cuidé por tanto tiempo y tan tiernamente se han vuelto contra mí.


pero yo enviaré un gran castigo sobre ustedes que les causará llanto y dolor. Porque Jerusalén será como indica su nombre, «Ariel», que significa «altar cubierto de sangre».


¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el Señor, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.


porque si no la escribes, dirán que nunca los previne. «¡Oh, no!», dirán, «¡jamás nos dijiste eso!», porque son rebeldes empecinados.


¡Pero ellos volvieron a rebelarse y ofendieron a su Santo Espíritu! Por eso se transformó él en su adversario y los combatió personalmente.


Luego me preguntó: ¿Qué ves ahora? Y yo respondí: Veo una vasija de agua hirviendo que se ladea hacia el sur.


Sí, dijo, porque del norte caerá un terror hirviendo sobre todos los pueblos de esta tierra.


¡No, esta ciudad no será como un escudo de hierro para ustedes, y no estarán seguros dentro de ella! ¡Yo los perseguiré aun hasta las fronteras de Israel!


“Ahora es el tiempo de reconstruir Jerusalén, pues nuestra ciudad es tan segura como un escudo de hierro y nos protegerá de todo mal”.


»”Por lo tanto el Señor dice: ¿Ustedes piensan que esta ciudad es tan segura como un escudo de hierro? ¡Pues no lo es, no los protegerá! Sus muertos estarán tendidos adentro, pero ustedes serán arrastrados afuera y ahí los matarán.


«Hombre mortal, me dijo, tú vives entre rebeldes que podrían conocer la verdad si quisieran, pero no quieren; ellos podrían oírme si pusieran atención, pero no lo hacen,


¡Pues yo soy el Señor! ¡Lo que yo anuncio siempre se cumple! ¡No habrá más demoras, oh testaduros de Israel! ¡Lo haré muy pronto, ustedes lo verán!, dice el Señor Dios».


«Pregúntales a estos testarudos de Israel: ¿No entienden lo que significa esta adivinanza? Se los diré: Nabucodonosor, rey de Babilonia, el primero de las dos águilas, vino a Jerusalén y se llevó a su rey y a sus príncipes, sus más elevados renuevos y brotes, a Babilonia.


«Hombre mortal, propón esta adivinanza al pueblo de Israel:


Y el Espíritu entró en mí mientras me hablaba, y me puso de pie.


«Hombre mortal, me dijo, yo te envío a los israelitas, una nación terca, nación que está siempre rebelándose contra mí. Ellos y sus antepasados han vivido siempre desoyendo mis consejos y sin aceptar mi dirección.


Y si ellos escuchan o no (pues acuérdate que son rebeldes), por lo menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos.


Hombre mortal, no tengas temor de ellos, no te asustes, aun cuando te amenacen con arrojarte a un pozo lleno de escorpiones. No desmayes ante sus semblantes airados, pues acuérdate que son rebeldes.


Escucha, hombre mortal, lo que yo te diré. ¡No seas tú también rebelde! ¡Abre la boca y come lo que te daré!».


Entonces yo dije: «¡Oh Señor, ellos dicen de mí: “Él sólo habla en enigmas”!».


»Pues el Señor Dios dice: “¡Ay de Jerusalén, Ciudad de Homicidas, tú eres como una olla herrumbrosa y desportillada! Luego saca la carne trozo a trozo en cualquier orden que venga, pues ninguna parte es mejor que otra.


Yo he hecho tu frente más dura que la roca. Así que no tengas miedo de ellos, ni temas sus miradas amenazantes e iracundas, aunque sean tan rebeldes».


Cuando llegue ese día, la gente se burlará de ustedes y les dedicarán este triste canto: “¡Estamos acabados, arruinados! Dios nos ha quitado nuestras tierras y se las ha dado a otros, quienes se las reparten echando suertes, y a nosotros nos ha enviado a vivir muy lejos de nuestro país”».


Los sacerdotes, maestros de la ley y ancianos que escuchaban se dieron cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos y entonces quisieron arrestarlo. Pero como temían a la multitud, lo dejaron y se fueron.


Él les contestó: «A ustedes se les ha permitido conocer los secretos del reino de Dios, pero a los demás les hablo por medio de parábolas para que, “aunque miren, no vean y, aunque oigan, no entiendan”.


»¡Tercos! ¡Infieles! ¿Hasta cuándo van a estar resistiendo al Espíritu Santo? Claro, ¡de tal palo tal astilla!


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