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Ezequiel 10:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

5 Y el sonido de las alas de los querubines era como la voz del Dios Todopoderoso cuando habla, y podía oírse con claridad hasta en el atrio exterior.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 El sonido de las alas de los querubines sonaban como la voz del Dios Todopoderoso y podía oírse hasta en el atrio exterior.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el patio exterior, pues era tan fuerte que parecía la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el rumor de las alas de los querubines se oía hasta el atrio exterior, como la voz de ’El-Shadday° cuando habla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 El rumor de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior; era como la voz de Sadday cuando habla.

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Ezequiel 10:5
19 Referans Kwoze  

Estos edificios fueron construidos por completo con costosas y enormes piedras cortadas a medida.


Construyó luego un atrio para los sacerdotes, y también un atrio para el público, y las puertas de estos atrios estaban revestidas de bronce.


¿Tienes fuerza como la de Dios y voz tan poderosa como la suya?


al que cabalga sobre los antiguos cielos; cuya potente voz truena desde el cielo.


Las nubes derramaron su lluvia; estallaron los truenos en el cielo. Centelleó tu relámpago.


En la mañana del tercer día hubo una terrible tormenta de relámpagos y truenos. Una densa nube descendió sobre el monte, y hubo un largo toque de trompeta, y todo el pueblo tembló.


y el toque de trompeta era cada vez más fuerte. Moisés hablaba con Dios, y él le respondía con voz de trueno.


―¿A quién enviaré por mensajero a mi pueblo? ¿Quién irá? —oí al Señor preguntar. Y yo dije: ―Señor ¡yo voy! Envíame a mí.


Al volar, el ruido de sus alas era muy intenso, como las olas estrellándose sobre la costa, o como la voz de Dios, o como el griterío de un poderoso ejército en medio de una feroz batalla. Cuando se detenían, entonces plegaban sus alas.


Cuando el Señor le mandó al hombre vestido de lino que fuera entre los querubines y tomara algunas brasas encendidas de entre las ruedas, el hombre entró y se paró al lado de una de estas ruedas.


Y así pasamos a través del pasillo de entrada al atrio. Un enlosado de piedra lo rodeaba del lado interior de las paredes, y había treinta habitaciones construidas contra las paredes, con apertura hacia este enlosado.


Luego mi guía celestial me trajo afuera nuevamente, al patio exterior, y me llevó a cada una de las cuatro esquinas del patio. Vi que en cada esquina había una habitación de veintiún metros de largo y quince metros y tres cuartos de ancho, encerrada con paredes.


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