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2 Reyes 13:19 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

19 ―¡Debiste haber golpeado el suelo, cinco o seis veces —exclamó enojado el profeta—, porque entonces habrías derrotado definitivamente a los sirios, pero solo lo derrotarás tres veces!

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Biblia Reina Valera 1960

19 Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora solo tres veces derrotarás a Siria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 pero el hombre de Dios se enojó con él y exclamó: —¡Tendrías que haber golpeado el piso cinco o seis veces! Así habrías vencido a Aram hasta destruirlo por completo. Ahora saldrás vencedor solamente tres veces.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Entonces el hombre de Dios se enojó con el rey y dijo: '¡Tenías que haber golpeado cinco o seis veces! Así habrías derrotado a Aram hasta que no quedara nadie. Pero ahora sólo derrotarás a Aram tres veces'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Y el varón de Dios estalló en ira contra él, y dijo: ¡De haber golpeado cinco o seis veces, entonces hubieras herido a Siria hasta acabarla! Pero ahora vencerás a Siria sólo tres veces.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Se irritó contra él el varón de Dios y le dijo: 'Si la hubieras herido cinco o seis veces, derrotarías a Aram hasta exterminarlo'. Pero ahora lo batirás sólo tres veces.

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2 Reyes 13:19
13 Referans Kwoze  

Ahora toma las demás flechas y golpea con ellas el suelo. El rey las tomó y golpeó tres veces el suelo, y se detuvo.


Entonces Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, lo venció tres veces y reconquistó ciudades que Ben Adad le había arrebatado a su padre Joacaz.


Pero después que los hombres comieron un poco, gritaron: ―¡Señor, el guiso de la olla es venenoso!


Pero Guiezi, siervo de Eliseo, se dijo: «Mi amo no debió haber dejado que este hombre se fuera sin recibirle sus regalos. Yo lo alcanzaré y le pediré algo». Así que salió en busca de Naamán.


Inmediatamente Eliseo advirtió al rey de Israel: «No vayan a tal lugar (y nombró el mismo lugar), porque los sirios están poniendo emboscadas contra ustedes allí».


¡Malditos quienes refrenan sus espadas de derramar la sangre de ustedes, negándose a realizar la obra que el Señor les ha encomendado!


Moisés buscó diligentemente el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, y cuando descubrió que lo habían quemado, se disgustó mucho con Eleazar e Itamar, los dos hijos de Aarón.


Entonces Moisés se airó y le dijo al Señor: ―No aceptes sus sacrificios. Ni aun un burro he tomado de ellos, ni les he causado daño alguno.


Cuando Jesús se dio cuenta, se disgustó con los discípulos. ―Dejen que los niños vengan a mí —les dijo—, porque de quienes son como ellos es el reino de los cielos. ¡No se lo impidan!


Jesús, mirándolos con una mezcla de enojo y tristeza por la indiferencia que mostraban, le dijo al hombre: ―Extiende la mano. Y al extenderla, se le sanó.


Debido a la incredulidad de la gente no pudo realizar ningún milagro allí, salvo poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos.


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