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2 Crónicas 14:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

14 Después atacaron las poblaciones que estaban cerca de Guerar. Los habitantes de esos lugares tuvieron mucho miedo y salieron huyendo. Entonces los de Judá se apoderaron de todo lo que habían dejado en sus ciudades.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Atacaron también todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehová cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, porque había en ellas gran botín.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Mientras estaban en Gerar, atacaron todas las ciudades de la región, y un terror de parte del Señor se apoderó de la gente. Como resultado, también se llevaron un enorme botín de esas ciudades.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Asimismo atacaron las tiendas donde se recogían los ganados, capturando gran cantidad de ovejas y camellos. Después se volvieron a Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Después atacaron todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de YHVH estaba sobre ellas, y saquearon todas las ciudades pues había en ellas un gran botín.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Asaltaron también las majadas del ganado y se apoderaron de gran número de ovejas y de camellos. Luego regresaron a Jerusalén.

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2 Crónicas 14:14
20 Referans Kwoze  

Luego emprendieron la marcha. Pasaron por varias ciudades, pero nadie se atrevió a hacerles daño, pues tenían miedo de Dios.


El resto de la biografía de Asá, sus conquistas y hechos y los nombres de las ciudades que edificó se encuentra en el libro de los reyes de Judá. En su ancianidad se enfermó de los pies,


El pueblo de Samaria, entonces, salió corriendo y saqueó el campamento de los sirios. De esta manera se cumplió lo que el Señor había dicho, pues con una sola moneda de plata se pudo comprar ocho kilos de harina fina y el doble de cebada.


Además, atacaron los campamentos donde había mucho ganado, y se llevaron una gran cantidad de ovejas y camellos. Después de eso, regresaron a Jerusalén.


Y el temor del Señor sobrecogió a los reinos circunvecinos, de tal manera que ninguno de ellos se atrevía a declararle la guerra al rey Josafat.


El rey Josafat y su pueblo salieron a recoger el botín y regresaron cargados de dinero, vestidos y joyas valiosas. Eran tantas las pertenencias de sus enemigos, que los de Judá tardaron tres días en recogerlo.


Y como había ocurrido anteriormente, cuando los reinos cercanos oyeron que el Señor mismo había peleado contra los enemigos de Israel, el miedo a Dios los sobrecogió.


Está cercado de terrores, y si tiene días buenos, pronto se le desvanecen.


Los reyes enemigos y sus tropas huyen; mientras las mujeres de Israel se reparten el botín.


Hasta sus generales temblarán aterrorizados y huirán al ver las banderas de guerra de Israel, dice el Señor. Porque la llama de Dios arde vivamente en Jerusalén.


Caídas están las velas de los enemigos, en mástiles quebrados y jarcias inútiles. El pueblo de Dios se repartirá los tesoros de ellos; hasta los cojos obtendrán su parte del botín.


A pesar de todo, nuestra victoria es absoluta, gracias a Cristo que nos amó.


A partir de hoy haré que todos los pueblos de esta tierra tiemblen de temor delante de ustedes y sientan angustia ante su llegada”.


«El Señor nos dará toda la tierra —dijeron—, porque el pueblo está muerto de miedo a causa de nosotros».


Cuando las naciones que estaban al oeste del río Jordán (los cananeos y los amorreos que vivían a lo largo de la costa del Mediterráneo) oyeron que el Señor había secado el río Jordán para que el pueblo de Israel pudiera cruzarlo, se les disipó completamente el valor y quedaron paralizados de temor.


Entonces el Espíritu del Señor vino sobre él y fue hasta la ciudad de Ascalón, mató a treinta hombres, les quitó la ropa y se la dio a los jóvenes que le habían contestado el enigma. Pero estaba tan furioso que abandonó a su prometida y regresó a su casa para vivir con su padre y su madre.


Repentinamente cundió el pánico en todo el campamento filisteo, tanto los que estaban acampados como los que estaban en el campo abierto. Para colmo, hubo un gran terremoto que aumentó el terror.


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