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2 Crónicas 14:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

11 Asá clamó al Señor su Dios, y le dijo: «Señor, ¡nadie más puede ayudarnos, sino tú! Estamos aquí impotentes delante de esta multitud tan poderosa. ¡Señor Dios nuestro, ayúdanos! Porque confiamos en que tú puedes rescatarnos, y en tu nombre atacaremos a esta muchedumbre. ¡No dejes, Señor, que ningún ser humano se levante contra ti!».

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entonces Asa clamó al Señor su Dios: «¡Oh Señor, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh Señor nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh Señor, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Yavé derrotó a los etíopes ante Asá y los hombres de Judá; y los etíopes se pusieron en fuga.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y Asa invocó a YHVH su Dios, y dijo: ¡Oh YHVH, no hay otro como Tú para ayudar, tanto al poderoso como al que no tiene fuerza! ¡Ayúdanos, oh YHVH Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu Nombre hemos venido contra esta multitud! Oh YHVH, Tú eres nuestro Dios, ¡no prevalezca contra ti ningún mortal!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Yahveh derrotó a los etíopes ante Asá y ante Judá, y los etíopes emprendieron la huida.

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2 Crónicas 14:11
59 Referans Kwoze  

»Cuando envíes a tu pueblo a la batalla contra sus enemigos, y ellos oren a ti mirando hacia tu ciudad escogida de Jerusalén y hacia este templo que he edificado en tu honor,


Clamaron a Dios pidiéndole ayuda, la cual les fue concedida por cuanto confiaban en él. Como consecuencia, los agarenos y todos sus aliados fueron derrotados.


Como pueden observar, Dios está con nosotros, es nuestro guía. Los sacerdotes del Señor, al toque de trompeta, nos guiarán a la batalla contra ustedes. ¡Pueblo de Israel, no peleen contra el Señor, Dios de nuestros padres, porque no podrán triunfar!».


y los soldados de Judá comenzaron a gritar y, a medida que gritaban, Dios, valiéndose del rey Abías y de los hombres de Judá, derrotó a Jeroboán.


De modo que Judá, descansando en la seguridad del Señor, Dios de sus padres, derrotó a Israel, y persiguió a las tropas del rey Jeroboán y tomó algunas de sus ciudades: Betel, Jesaná, Efraín y sus alrededores.


En aquel tiempo, el vidente Jananí fue a hablar con el rey Asá y le dijo: «Por cuanto has depositado tu confianza en el rey de Siria, en lugar de acudir al Señor tu Dios, el ejército del rey de Siria se ha escapado de tus manos.


De modo que cuando los capitanes de los carros de combate sirios vieron a Josafat, rey de Judá, en sus ropas de gala, lo rodearon para atacarlo, por cuanto suponían que él era el hombre que debían tomar prisionero. Pero Josafat clamó al Señor para que lo salvara, y el Señor hizo que los cocheros vieran su error, y lo dejaran libre.


Dios nuestro, ¿no lo impedirás tú? Nosotros no podemos hacerle frente a este gran ejército. No sabemos qué hacer, pero estamos confiando en ti».


Fue un buen rey, al igual que su padre Asá. Procuró siempre seguir al Señor,


Si permite que ellos vayan a la guerra con sus hombres, será derrotado, sin importar cuán valientes sean ni por bien que peleen ellos; porque el Señor tiene poder para ayudar y para derrotar.


Dios lo ayudó, no solamente en esta guerra contra los filisteos, sino también en sus batallas contra los árabes de Gur Baal y contra los amonitas.


Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz, clamaron en oración al Dios del cielo,


Él cuenta solamente con un poderoso brazo de carne, mientras que nosotros tenemos al Señor nuestro Dios, y será él quien pelee por nosotros». Esto los alentó grandemente.


En mi angustia, supliqué a Dios y me respondió.


En mi angustia clamé al Señor pidiendo ayuda. Y él me escuchó desde su templo; mi clamor llegó a sus oídos.


Que haya griterío de júbilo cuando sepamos la noticia de tu victoria; que se agiten las banderas en alabanza a Dios por todo lo hecho en favor tuyo. Que él responda a todas tus plegarias.


Algunas naciones se vanaglorian de sus ejércitos y armamento; pero nosotros nos gloriamos en el Señor nuestro Dios.


Esas naciones caerán y perecerán; nosotros nos alzaremos y permaneceremos firmes y a salvo.


Escuchaste su clamor y los salvaste; jamás quedaron defraudados cuando buscaron tu ayuda.


Pero yo sólo soy un gusano y no un ser humano; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia.


Este pobre clamó al Señor; el Señor lo escuchó y lo libró de todas sus tribulaciones.


Encomienda al Señor todo cuanto haces, confía en que él te ayudará a realizarlo, y él lo hará.


Confía en mí en tus tribulaciones para que yo te libre y puedas darme la gloria.


¡Oh Señor, levántate! No dejes que el hombre domine. ¡Haz que las naciones se presenten delante de ti!


Cuando me llame, yo responderé; estaré con él en la angustia, lo libraré y lo honraré.


Cuando los israelitas vieron que a lo lejos venía el ejército egipcio en su persecución, tuvieron mucho miedo, y clamaron al Señor en busca de ayuda.


El nombre del Señor es una torre poderosa; los justos acuden a ella y están a salvo.


Y finalmente, los que hayan quedado en Israel y Judá confiarán en el Señor, el Santo de Israel, en vez de temer a los asirios.


¡Mezquino es el ser humano! ¡Frágil como su aliento! ¡Jamás confíen en él!


¡Oh, Señor Dios nuestro, hace tiempo que adoramos a otros dioses, pero ahora te adoramos sólo a ti!


Van a intentar acabar contigo, pero fracasarán porque yo estoy contigo, dice el Señor. Yo te libraré.


Cinco de ustedes perseguirán a cien, y cien de ustedes perseguirán a diez mil. Derrotarán a todos sus enemigos.


Él convierte en ruinas las grandes fortalezas y deja en puro escombros las poderosas torres defensivas.


El Señor Todopoderoso me ha enviado a decirles a las naciones que los oprimieron: «¡El que hace daño a mi pueblo lo pagará muy caro! ¡Quien daña a Israel es como si lastimara la niña de mis ojos!


Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.


»No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.


»Les dejo la paz, les doy mi paz; pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo.


Pero todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”.


Este hombre se sanó en el nombre de Jesús, y ustedes saben que era inválido. La fe en el nombre de Jesús logró la perfecta curación de esta persona.


Cayó al suelo y escuchó una voz que le decía: ―Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?


¿Qué más se puede decir? Si Dios está de parte nuestra, ¿quién podrá estar contra nosotros?


Pero luego pensé: Mis enemigos se jactarán diciendo: ‘Israel ha sido destruida por nuestro poder. No fue el Señor quien lo hizo sino nosotros’ ”.


¿Cómo podría un solo enemigo perseguir a mil, y dos poner en fuga a diez mil; a menos que la Roca los haya abandonado, a menos que el Señor los haya destruido?


»Porque el Señor verá que su pueblo tenga justicia y tendrá compasión de ellos cuando se desvíen. Verá cuando su fuerza se agote, tanto en el esclavo como en el libre,


«Yo venceré a los madianitas con estos trescientos hombres —dijo el Señor a Gedeón—; envía a los demás a sus casas».


―Vamos a donde están esos paganos —dijo Jonatán a su escudero—. Quizás el Señor haga algo por medio nuestro. Para él no hay diferencia en salvar con muchos o con pocos.


e Israel sabrá que el Señor no depende de las armas para realizar sus planes. Esta batalla le pertenece al Señor y él los va a entregar a ustedes en nuestras manos.


Él protegerá a los piadosos, pero los impíos serán silenciados en las tinieblas. Ninguno podrá triunfar por su propia fortaleza.


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