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1 Tesalonicenses 4:13 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

13 Hermanos, no queremos que ignoren lo que pasa con los que mueren, para que no se pongan tristes como esos otros que no tienen esperanza.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Y ahora, amados hermanos, queremos que sepan lo que sucederá con los creyentes que han muerto, para que no se entristezcan como los que no tienen esperanza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Hermanos, deseo que estén bien enterados acerca de los que ya descansan. No deben afligirse como hacen los demás que no tienen esperanza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los demás que no tienen esperanza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 No queremos, hermanos, que ignoréis la suerte de los que ya murieron, para que no estéis tristes como están los demás, que no tienen esperanza.

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1 Tesalonicenses 4:13
35 Referans Kwoze  

Toda su familia trató en vano de consolarlo. Pero él decía: «No dejaré de llorar hasta que muera y me reúna con mi hijo». Y seguía llorando.


Al oír la noticia, el rey rompió a llorar y subió al cuarto que estaba encima de la puerta. Se lamentaba diciendo: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, hijo mío, Absalón, hijo mío!». Entonces, el rey se entristeció mucho, subió a la habitación que estaba encima de la puerta, y mientras lloraba, decía: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!».


Si no actúa a tiempo, entonces cuando usted muera, mi hijo Salomón y yo seremos arrestados y ejecutados como delincuentes.


David murió, y fue sepultado en Jerusalén.


Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y nada tendré cuando muera. El Señor me dio cuanto yo tenía; suyo era, y tenía derecho de llevárselo. Bendito sea el nombre del Señor».


Al malvado lo aplasta su propia maldad; al justo lo protege su justicia.


Luego el Señor me explicó lo que la visión significaba: «Estos huesos, me dijo, representan a todo el pueblo de Israel. Ellos dicen: “¡Hemos llegado a ser como un montón de huesos secos; toda esperanza se ha ido de nosotros!”.


»”Y muchos de los que están muertos y sepultados se levantarán de sus tumbas, algunos para vivir para siempre y otros para sufrir vergüenza y desprecio sin fin.


»No se harán cortes ni tatuajes en el cuerpo, para venerar a los muertos. Yo soy el Señor.


Tan solo se les permite hacerlo en caso de que el muerto sea un pariente cercano, como su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano, o su hermana soltera por la que tenga especial responsabilidad, por cuanto ella no tiene marido.


las tumbas se abrieron y muchos creyentes muertos resucitaron.


Marta respondió: ―Yo sé que volverá a vivir, en la resurrección, cuando llegue el día final.


»Por cierto, después que David sirvió a su generación de acuerdo con la voluntad de Dios, murió, fue enterrado con sus antepasados y su cuerpo se descompuso.


Luego cayó de rodillas y gritó: ―¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y al terminar de pronunciar aquellas palabras, murió.


Varios judíos piadosos, llenos de tristeza, enterraron a Esteban.


Quiero que sepan, hermanos, que muchas veces he tratado de ir a visitarlos para trabajar entre ustedes y ver buenos resultados, como en las otras iglesias gentiles en que he estado; pero he encontrado obstáculos.


No quiero, hermanos que ignoren lo que le sucedió a nuestro pueblo siglos atrás, en el desierto. Todos estuvieron bajo la nube y todos atravesaron el mar.


Y ahora, hermanos, deseo hablarles de los dones espirituales porque quiero que los entiendan bien.


Después se apareció a más de quinientos cristianos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto ya.


Creo que deben conocer, hermanos, las tribulaciones que pasamos en Asia. Nos vimos tan aplastados bajo tanta presión, que temimos no salir de allí con vida.


Recuerden que en aquellos días ustedes vivían alejados del Mesías, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa. Vivían en el mundo sin Dios y sin esperanza.


Nosotros mismos éramos así: obedecíamos los malos deseos de nuestra naturaleza y nos entregábamos a las perversidades de nuestras pasiones y malos pensamientos. Merecíamos ser castigados por la ira de Dios, como todos los demás.


Si creemos que Jesús murió y después resucitó, entonces también debemos creer que Dios resucitará con Jesús a los que murieron creyendo en él.


De acuerdo con lo que el Señor nos enseñó, nosotros les aseguramos que los que estemos vivos cuando el Señor regrese, no nos adelantaremos a los que ya estén muertos.


Él murió por nosotros para que, ya sea en la vida o en la muerte, vivamos junto con él.


Por eso, no debemos dormirnos como los demás, sino mantenernos alerta y en nuestro sano juicio.


«¡Conque Jesús prometió regresar! ¿Por qué no lo ha hecho ya? ¡Hasta donde podemos recordar, todo ha permanecido exactamente igual desde el primer día de la creación!».


No olviden ustedes, amados hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.


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