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Santiago 1:17 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

17 Toda cosa buena y todo regalo perfecto vienen de Dios Padre, el creador de la luz. Él nunca cambia ni tiene momentos de duda.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 son las cosas buenas y los dones perfectos los que proceden de lo alto y descienden del Padre que es luz; allí no retornan las noches ni pasan las sombras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay cambio ni sombra de variación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto son de arriba, descienden del Padre de los astros, en quien no hay fases ni períodos de sombra.

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Santiago 1:17
62 Referans Kwoze  

Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a quienes se lo pidan!


Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».


Esa luz verdadera, la que alumbra a todas las personas, venía a este mundo.


―Nadie puede recibir nada a menos que Dios se lo dé —les respondió Juan—.


―Te aseguro que quien no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.


Una vez más Jesús se dirigió a la gente y les dijo: ―Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.


Al oír esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los no judíos Dios les ha dado oportunidad de arrepentirse y tener vida eterna!


Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.


Pues el pecado solo produce muerte, mientras que el regalo de Dios da vida eterna cuando creemos en Cristo Jesús, nuestro Señor.


¿Quién te hace más importante que los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y, si lo recibiste, ¿por qué te sientes orgulloso, como si no te lo hubieran dado?


Pues Dios, que ordenó: «¡Que la luz brille en la oscuridad!», hizo brillar su luz en nuestra mente para que viéramos con claridad la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo.


Ustedes han sido llamados por Dios a confiar en sus promesas. Por eso también le pido a Dios que los ayude a comprender con claridad en quién han confiado. Que puedan ver la maravillosa herencia que recibirán con el pueblo de Dios.


No merecíamos el amor que nos ha salvado por medio de la fe en Cristo. No es algo que nosotros hubiéramos logrado hacer; ¡es un regalo de Dios!


Pues a ustedes Dios les ha dado no solo el privilegio de creer en Cristo, sino también de sufrir por él.


al único que vive para siempre, que vive en una luz a la que nadie se puede acercar, a quien nadie ha visto ni puede ver, a él sea el honor y el poder eternamente. Amén.


Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.


Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará. Pues Dios la da a todos generosamente y sin reclamar nada.


Esa no es la sabiduría que Dios da. Es una sabiduría de este mundo, puramente humana y diabólica.


En cambio, la sabiduría que Dios da es ante todo pura, es decir, no produce maldad. Al contrario, produce paz, bondad, amabilidad, compasión y buenas acciones. El que tiene sabiduría de Dios trata a todos por igual y es sincero.


Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.


En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros. Por eso envió a su Hijo. Lo envió para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.


La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren. Porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara.


Ya no habrá noche. No necesitarán la luz del sol ni la luz de una lámpara, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán para siempre.


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